Miércoles 2 de noviembre de 2022 - Fieles Difuntos
TEXTOS
Libro de Job 19,1.23-27a
Respondió Job a sus amigos: "¡Ojalá se escribieran mis palabras, ojalá se grabaran en cobre, con cincel de hierro y en plomo se escribieran para siempre en la roca! Yo sé que está vivo mi Redentor, y que al final se alzará sobre el polvo: después que me arranquen la piel, ya sin carne, veré a Dios; yo mismo lo veré, y no otro, mis propios ojos lo verán."
Salmo 24
"A ti, Señor, levanto mi alma."
Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas; acuérdate de mí con misericordia, por tu bondad, Señor. R.
Ensancha mi corazón oprimido y sácame de mis tribulaciones. Mira mis trabajos y mis penas y perdona todos mis pecados. R.
Guarda mi vida y líbrame, no quede yo defraudado de haber acudido a ti. La inocencia y la rectitud me protegerán, porque espero en ti. R.
Carta de San Pablo a los Filipenses 3,20-21
Hermanos: Nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde aguardamos un Salvador: el Señor Jesucristo. Él transformará nuestro cuerpo humilde, según el modelo de su cuerpo glorioso, con esa energía que posee para sometérselo todo.
Evangelio según San Marcos 15,33-39;16,1-6
Al llegar el mediodía, toda la región quedó en tinieblas hasta media tarde. Y, a la media tarde, Jesús clamó con voz potente: "Eloí, Eloí, lamá sabaktaní". (Que significa: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?") Algunos de los presentes, al oírlo, decían: "Mira, está llamando a Elías." Y uno echó a correr y, empapando una esponja en vinagre, la sujetó a una caña, y le daba de beber, diciendo: "Dejad, a ver si viene Elías a bajarlo." Y Jesús, dando un fuerte grito, expiró. El velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. El centurión, que estaba enfrente, al ver cómo había expirado, dijo: "Realmente este hombre era Hijo de Dios."
[Pasado el sábado, María Magdalena, María la de Santiago, y Salomé compraron aromas para ir a embalsamar a Jesús. Y muy temprano, el primer día de la semana, al salir el sol, fueron al sepulcro. Y se decían unas a otras: "¿Quién nos correrá la piedra de la entrada del sepulcro?" Al mirar, vieron que la piedra estaba corrida, y eso que era muy grande. Entraron en el sepulcro y vieron a un joven sentado a la derecha, vestido de blanco. Y se asustaron. Él les dijo: "No os asustéis. ¿Buscáis a Jesús el Nazareno, el crucificado? No está aquí. Ha resucitado. Mirad el sitio donde lo pusieron."]
COMENTARIO
El tema de la «vida eterna» no es un tema tan claro e intocable como en el ámbito de la fe tradicional nos ha parecido. Buena parte de la reflexión teológica renovadora actual está pidiendo replantear nuestra tradicional visión al respecto, la que habíamos aceptado con ingenuidad cuando niños, y que mantenemos ahí, como frizado, en el subconsciente, y como que no nos atrevemos a mirar de frente.
A la luz de lo que hoy sabemos, no es fácil, en efecto, volver a decirnos, explícitamente, en plenitud de consciencia, lo que tradicionalmente hemos creído: que somos un «compuesto de cuerpo y alma», que el alma la ha creado Dios directamente en el momento de nuestra concepción, y que como tal es inmortal; que la muerte consiste en la «separación de cuerpo y alma», y que en el momento de la muerte Dios nos hace un «juicio particular» en el que nos juzga, y nos premia con el cielo o nos castiga con el infierno, con lo que ya sabemos tradicionalmente de estas dos imágenes. No resulta fácil hablar de estos temas, ni siquiera con nosotros mismos, en la soledad de nuestra conciencia frente a la esperada «hermana muerte». Pero es conveniente hacerlo, sobre todo en una sociedad como la actual, que vive «de espaldas a la muerte». La teología está asumiendo este desafío. Citamos sólo tres obras:
- Roger LENAERS, , con un capítulo, el 12, expreso sobre el más allá, la vida eterna. La tesis principal del libro es la de releer el cristianismo desde una perspectiva que supere la clásica visión de «los dos pisos» –este mundo y el otro mundo– de la visión platónica y del cristianismo medieval que nos ha llegado hasta nuestros días. Desde esa óptica, aplica ese principio a todos los aspectos del mensaje cristiano, y también al de la muerte y la vida eterna. Es muy recomendable como manual de texto para un grupo de formación que quiera actualizar su fe con valentía.
- También, John Shelby SPONG, . El subtítulo lo dice todo, sobre la intención y el enfoque de este libro.
- Hace ya más de 35 años que Leonardo BOFF publicó su libro sobre escatología: . Es una visión de los temas escatológicos desde una filosofía actualizada y desde una espiritualidad liberadora.
Los tres son muy recomendables, tanto para la lectura/estudio/oración personal, como para tomarlos como un manual de base para un cursillo de repaso/formación/actualización de nuestra fe en este ámbito de temas...
• La fiesta de los fieles difuntos es continuación y complemento de la de ayer, fiesta de Todos los Santos. Junto a todos ellos y ellas, ya gloriosos, queremos celebrar la memoria de nuestros difuntos. Muchos de ellos formarán parte, sin duda, de ese «inmenso gentío» (Ap 7,9) que celebrábamos ayer. Pero hoy no queremos rememorar su memoria en cuanto «santos» sino, más cercanamente a nosotros, en cuanto difuntos, en cuanto hermanos nuestros sencillos, corrientes y molientes, como nosotros mismos quizá, y tal vez, sobre todo, en cuanto «nuestros difuntos».
Es un día para hacer presente ante el Señor y ante nuestro corazón la memoria de todos nuestros familiares y amigos o conocidos que ya nos dejaron, que, quizás, durante la vida diaria no podemos estar recordando. El verso del poeta «¡Qué solos se quedan los muertos!», expresa también esa limitación humana: no podemos vivir atados al recuerdo permanente de los seres difuntos queridos, por más que seamos fieles a su memoria; ni siquiera sería sano psicológicamente. Obligadamente, por ley de vida, acabamos «olvidando» en parte a nuestros difuntos, al menos en el curso de la vida ordinaria, para poder sobrevivir sanamente.
Por eso, este día es una ocasión propicia para cumplir periódicamente con el deber de nuestro recuerdo agradecido. Orar por los difuntos no deja de ser un acto de solidaridad, al querernos sentir en comunión con ellos, más allá de los límites del espacio, del tiempo y de la carne. Un día de recuerdo, de recogimiento, para sentir en nuestro corazón la memoria de los nuestros, y para curar si hiciera falta las heridas que a veces lleva consigo: la muerte empequeñece los errores cometidos, tanto por nosotros como por quienes ya se fueron. Nos debemos reconciliar con nuestros recuerdos, con compasión, con ternura... hasta que ya no nos duelan.
• En algunos lugares, la celebración de este día puede ser buena ocasión también para hacer una catequesis sobre el sentido de la «oración de petición respecto a los difuntos», para la que sugerimos esquemáticamente unos puntos:
-el juicio de Dios sobre cada uno de nosotros es sobre la base de nuestra responsabilidad personal, no en base a otras influencias (como si la eficacia de la oración de intercesión por los difuntos pudiera actuar ante Dios como "argolla, enchufe, recomendación, padrino, coima...");
-Dios no necesita de nuestra oración para ser misericordioso con nuestros hermanos difuntos...; nuestra oración no añade nada al amor infinito que Dios ya les tiene; nuestra oración, en cierto modo, es literalmente «innecesaria»;
-«no rezamos para cambiar a Dios, sino para cambiarnos a nosotros mismos»;
-la «vida eterna» no es una prolongación celeste de nuestra vida terrestre; la «vida eterna», como todo el resto del lenguaje religioso, es una metáfora, que tiene contenido real, pero no un contenido “literalmente-descriptivo”.
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