Jueves 3 de noviembre de 2022
TEXTOS
Carta de San Pablo a los Filipenses 3,3-8a
Hermanos: Los circuncisos somos nosotros, que damos culto con el Espíritu de Dios, y que ponemos nuestra gloria en Cristo Jesús, sin confiar en la carne. Aunque, lo que es yo, ciertamente tendría motivos para confiar en la carne, y si algún otro piensa que puede hacerlo, yo mucho más: circuncidado a los ocho días de nacer, israelita de nación, de la tribu de Benjamín, hebreo por los cuatro costados y, por lo que toca a la ley, fariseo; si se trata de intransigencia, fui perseguidor de la Iglesia, si de ser justo por la ley, era irreprochable. Sin embargo, todo eso que para mí era ganancia lo consideré pérdida comparado con Cristo; más aún, todo lo estimo pérdida comparado con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por él lo perdí todo, y todo lo estimo basura con tal de ganar a Cristo.
Salmo 104
"Que se alegren los que buscan al Señor."
Cantadle al son de instrumentos, hablad de sus maravillas; gloriaos de su nombre santo, que se alegren los que buscan al Señor. R.
Recurrid al Señor y a su poder, buscad continuamente su rostro. Recordad las maravillas que hizo, sus prodigios, las sentencias de su boca. R.
¡Estirpe de Abrahán, su siervo; hijos de Jacob, su elegido! El Señor es nuestro Dios, él gobierna toda la tierra. R.
Evangelio según San Lucas 15,1-10
En aquel tiempo se acercaban a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los letrados murmuraban entre ellos: "Ese acoge a los pecadores y come con ellos". Jesús les dijo esta parábola: "Si uno de vosotros tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las noventa y nueve en el campo y va tras la descarriada hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros muy contento; y al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos para decirles: '¡Felicitadme!, he encontrado la oveja que se me había perdido'. Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse. Y si una mujer tiene diez monedas y se le pierde una, ¿no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, reúne a las amigas y vecinas para decirles '¡Felicitadme!, he encontrado la moneda que se me había perdido'. Os digo que la misma alegría habrá entre los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta".
COMENTARIO
Las parábolas de la oveja y la moneda perdida son dos de las más conocidas de los evangelios. Con ellas se insiste en el amor de Dios por toda persona y en la universalidad del mensaje salvífico de Jesús. Pero pocas veces llegamos a preguntarnos: ¿Qué puede decirnos hoy la insistencia del Dios que no da “a nadie” por perdido?
Una lectura actual desde la convulsa América Latina donde se pierden vidas cada día por el hambre, la violencia y la desigualdad, plantea una visión nueva de este pasaje. El Dios que sale en búsqueda de la oveja que no está, o de la moneda extraviada, nos recuerda la necesidad de ser “Iglesia en salida”, desafiando y rechazando proféticamente el modelo político-económico que trata a las personas como ‘desechables’ e insiste en la importancia del capital sobre la vida humana.
Salir por la ‘oveja perdida’, es salir a construir una sociedad donde abunde pan, techo, salud, educación y alegría.
¿Qué te falta para ser más tolerante e incluyente?
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