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08/02
Santa Jaqueline
Las amistades con los santos o las santas siempre enriquecen. Esta joven, encantadora, virtuosa y con mucho dinero entabló una honda amistad con san Francisco de Asís.

Se casó con el señor Marino, pero se quedó viuda muy pronto y con dos hijos. En lugar de permanecer inactiva y llorosa, se dedicó a ayudar a su amigo para que hiciera más fundaciones.

Era muy atenta y de un trato exquisito. Tuvo la inmensa alegría de recibir en su palacio romano al pobre de Asís, situado en el monte Palatino.

Como conocía sus gustos culinarios, le hizo un pastel de manzanas. Le gustó tanto que le puso el nombre de "Frangipane" en honor de su amiga Jacqueline.

Cuando san Francisco vio que llegaba la hora de su muerte, la misma víspera de su fatal desenlace, le escribió estas palabras: "Te ruego que estés cerca de mí en el momento de morir. Ponte en camino en seguida si es que quieres verme vivo. Tráeme el pastel que me preparaste el día que estuve en tu preciosa casa romana".

Como es natural, la joven viuda se puso en camino lo más aprisa que pudo. Llevaba todo lo necesario para los casos de enterramiento: un velo para cubrirle el rostro, la almohada para reposar la cabeza, el trozo de cilicio que rodeara su cuerpo y la cera necesaria para los funerales.

Efectivamente, no pudo verlo con vida pero sí que se quedó allá algún tiempo tratando y hablando con todos aquellos y aquellas que habían tenido la suerte y la dicha -como le ocurrió a ella- de haber tratado al santo de Asís.

Desde entonces, se entregó de lleno a seguir educando a sus hijos y haciendo obras de caridad, unidas a una ferviente oración, pulmón que sostiene la vida espiritual de cualquier creyente en Cristo el Señor.

Murió el año 1239.