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21/04
San Anselmo
Obispo y Doctor de la Iglesia (1034-1109). Nació en la ciudad de Aosta, en el Piamonte italiano el 1033. Su padre se llamó Gondulfo y era ambicioso, apasionado y muy amigo del boato... Tenía puestas sus esperanzas humanas en su hijo.

Su madre de origen quizá menos noble pero enriquecida con muchas dotes sobrenaturales y, sobre todo, muy buena educadora y una excelente cristiana. En Normandía, donde ya era famoso un compatriota suyo, Lanfranco de Pavía. Pidió ser admitido religioso y vistió el hábito a los veintisiete años. Pocos años después era nombrado Prior y después Abad de aquel célebre Monasterio. Amaba tiernamente a la Virgen María y sobre Ella, escribió preciosos tratados.

Se le llamó «el segundo San Agustín», tan profundo era en sus escritos y en sus clases. Escribió el Proslogion, con el célebre argumento ontológico para demostrar la existencia de Dios. Echó los cimientos de la Teología escolástica con sus ya famosas palabras «No busco entender para creer, pero creo para entender. Pues quien no cree no experimenta, y quien no experimenta, no cree». Luchó también para desenmascarar a los enemigos de la Iglesia y de la fe cristianas. Refutó al racionalista Roscelino y al famoso Guillermo el Rojo le dijo en tono profético: «No te empeñes en unir un toro con un cordero, porque no podrán trillar»...

Esta profecía se cumplió cuando el 1093 era elegido para gobernar la diócesis de Cantorbery. El se opone, él es el manso cordero que todo lo quiere a las buenas y en paz. El toro es el mismo Guillermo II, altanero, déspota y simoníaco, contra el que deberá luchar para defender los derechos de la Iglesia. Lleno de méritos muere el 21 de Abril de 1109. Es el «héroe de la doctrina y virtud e intrépido en las lides de la fe»