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06/05
San Petronax de Montecassino
Petronax, (+725) llegó a ser obispo de Montecassino, pertenecía a una familia noble de la región de Nápoles. Movido por el deseo de vida religiosa, resolvió gastar toda su hacienda en la restauración de Montecassino, monasterio benedictino situado en la colina del mismo nombre desde el que se domina la ciudad italiana de Cassino, situada al noroeste de Nápoles.

Este sitio de trabajo y de oración, el monasterio más importante de Occidente durante siglos, donde se inició por los monjes la famosa escuela de medicina de Salerno en el siglo XI, fue destruido por los lombardos en el 590 y estaba desierto y arruinado desde un siglo antes de que viviera Petronax que ahora está dispuesto a reconstruirlo y devolverle el espíritu con el que nació.

Alentado por el pontífice san Gregorio II, recogió las tradiciones del santo patriarca, reunió compañeros participantes de su entusiasmo, y restableció en la montaña la observancia de la regla benedictina que imponía austeridad y ascetismo: Las comidas se hacían en comunidad y se evitaba la conversación innecesaria; tenían que disponer los monjes de la ropa y abrigo adecuados, pero no podían tener propiedades; dependiendo de la época del año y de las fiestas litúrgicas que celebraran cada día.

Los benedictinos destinaban entre cuatro y ocho horas para celebrar el Oficio divino y siete horas para dormir. El resto del día estaba dividido con el mismo número de horas para trabajar (generalmente en la agricultura), y para el estudio y la lectura religiosa. El abad, como sucedió al principio con san Benito, tenía una total autoridad patriarcal sobre la comunidad.

El obispo Petronax ya hubiera hecho mucho recuperando para la historia, la cultura, el arte y la Iglesia la joya que fue cuna de tanto bien. Esa fue en verdad la obra del santo.