San Isidro Labrador
Es el Patrono de los trabajadores del campo (1080-1130). Se destaca en él, sobre todo, la ejemplaridad de un cristiano extremadamente sencillo.
Tuvo que esperar la sanción oficial de su santidad hasta el siglo XVII, cuando el rey Felipe III, que atribuyó su propia curación a la intercesión de San Isidro, solicitó y obtuvo la beatificación al papa Paulo IV y, tres años más tarde, la canonización por Gregorio XV.
Se bautizó en la antigua parroquia de san Andrés, recibiendo el nombre bautismal de Isidoro; dicen que trabajó como pocero y bracero al servicio de la familia Vera de la que salió, junto con otros muchos del lugar, cuando Alí toma Toledo al frente del imponente ejército de almorávide, y que esta fue la razón de trabajar en Torre laguna donde contrajo matrimonio con Toribia, luego Santa María de la Cabeza, de quien tuvo a su hijo Illán, también tratado como santo.
Al regreso a Madrid se asienta definitivamente en la casa de la familia Vargas, cuidando de las tierras de Juan, donde ejercita las virtudes cristianas en el cumplimiento fiel de las obligaciones con Dios y los hombres, entre las labores del campo y la atención a su casa. De hecho, el Papa Gregorio XV afirma que «nunca salió para su trabajo sin antes oír, muy de madrugada, la santa misa y encomendarse a Dios y a su Madre santísima»
Su culto está muy extendido entre los trabajadores del campo que le tienen como especial protector. Es patrono de los agricultores y de la archidiócesis de Madrid. Murió anciano y su cuerpo se conserva incorrupto en la Catedral de la Almudena de Madrid.