San Juan Cancio de Kety
Este polaco de fama universal nació en la ciudad de Dant, Kety, Polonia, en el año 1397.
Desde joven se distinguió por sus ayunos y penitencia para santificarse y hacer el bien a sus compañeros de clase. Estos , a veces, se reían de sus cosas extrañas.
Daba cuanto tenía en sus manos apenas veía aun pobre pedir limosna. Se sentía feliz porque era consciente de que lo que hacía con el menesteroso lo hacía con el propio Jesús.
Era muy inteligente. Cuando le llegó la hora de optar por una vocación u otra, él se decidió por el sacerdocio. Al poco tiempo le nombraron profesor de la universidad.
Los envidiosos lo vieron con malos ojos. Fueron a las autoridades respectivas para desprestigiarlo.
Y éstas, aún sintiéndolo mucho, lo enviaron de párroco a un pueblo lejano. La envidia es mala consejera en todos los tiempos. Hay quien se dedica a pisar los pies al que triunfa en su cargo.
Juan, en lugar de amilanarse, dijo estas palabras:" La tristeza no es provechosa. Si algún bien les he hecho en estos años, canten un himno de acción de gracias a Dios, pero vivan siempre alegres y contentos, que así lo quiere Dios".
Hace falta un espíritu interior muy fuerte y una unión muy grande con Dios para reaccionar de este modo.
Pasado algún tiempo, los envidiosos vieron que lo nombraron otra vez profesor de la Universidad de Cracovia para dar clases de Biblia.
Los ratos libres -como suele ocurrir en todas las biografías de los santos/as-, los dedicaba a la oración y a ayudar a los enfermos. Toda la pasta que ganaba, la entregaba a la gente pobre. Ni más ni menos.
La gente lo llamaba el "padre de los pobres".
Cuando llegó la hora de su muerte, se dedicó a la oración hasta que pasó a la eternidad tal día como hoy del 1473.