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Liturgia y Espiritualidad: Textos Litúrgicos
Martes 24 de enero de 2023

TEXTOS

Carta a los Hebreos 10,1-10
Hermanos: La Ley, que presenta sólo una sombra de los bienes definitivos y no la imagen auténtica de la realidad, siempre, con los mismos sacrificios, año tras ano, no puede nunca hacer perfectos a los que se acercan a ofrecerlos. Si no fuera así, habrían dejado de ofrecerse, porque los ministros del culto, purificados una vez, no tendrían ya ningún pecado sobre su conciencia. Pero en estos mismos sacrificios se recuerdan los pecados ano tras año. Porque es imposible que la sangre de los toros y de los machos cabríos quite los pecados. Por eso, cuando Cristo entró en el mundo dijo: "Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, pero me has preparado un cuerpo; no aceptas holocaustos ni víctimas expiatorias. Entonces yo dije lo que está escrito en el libro: 'Aquí estoy, oh Dios, para hacer tu voluntad.'" Primero dice: "No quieres ni aceptas sacrificios ni ofrendas, holocaustos ni víctimas expiatorias", que se ofrecen según la ley. Después añade: "Aquí estoy yo para hacer tu voluntad." Niega lo primero, para afirmar lo segundo. Y conforme a esa voluntad todos quedamos santificados por la oblación del cuerpo de Jesucristo, hecha una vez para siempre.

Salmo 39
"Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad."

Yo esperaba con ansia al Señor; él se inclinó y escuchó mi grito; me puso en la boca un cántico nuevo, un himno a nuestro Dios. R.
Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, y, en cambio, me abriste el oído; no pides sacrificio expiatorio, entonces yo digo: "Aquí estoy". R.
He proclamado tu salvación ante la gran asamblea; no he cerrado los labios: Señor, tú lo sabes. R.
No me he guardado en el pecho tu defensa, he contado tu fidelidad y tu salvación, no he negado tu misericordia y tu lealtad ante la gran asamblea. R.

Evangelio según San Marcos 3,31-35
En aquel tiempo, llegaron la madre y los hermanos de Jesús y desde fuera lo mandaron llamar. La gente que tenía sentada alrededor le dijo: "Mira, tu madre y tus hermanos están fuera y te buscan." Les contestó: "¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?" Y, paseando la mirada por el corro, dijo: "Éstos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre."


COMENTARIO

Jesús usaba imágenes y situaciones de la vida cotidiana para explicar las características del reino de Dios.

En una ocasión en que lo encontraron sentado enseñando, aprovechó la visita de su familia para enseñar sobre el Reino. Con una mirada suspicaz y una sonrisa en la boca, en vez de responder ante la noticia, Jesús lanzó una pregunta a quienes lo escuchaban: «¿Quién es mi madre y mis hermanos?» Sin duda algunas personas lo tomaron por loco al realizar una pregunta en todo sentido descabellada. Pero él, maestro amante de la ironía y la sorpresa, buscaba provocar a sus oyentes.

Su respuesta serviría una vez más para afirmar su proyecto como profeta de Dios: mi familia, hermanos, hermanas, y madre, son todas las personas que construyen el Reino de amor, de paz y de justicia.

El ministerio de Jesús como medio de construcción del Reino proclamó la liberación y la justicia, acogió y restauró a las personas marginadas, dio dignidad a las oprimidas y denunció la explotación.

¿Nos consideraría Jesús sus hermanos, hermanas y madres?