Sábado 8 de abril de 2023 - Vigilia Pascual en la Noche Santa
TEXTOS
VIGILIA PASCUAL EN LA NOCHE SANTA
Libro del Génesis 1,1-2,2a
Al principio creó Dios el cielo y la tierra. La tierra era un caos informe; sobre la faz del abismo, la tiniebla. Y el aliento de Dios se cernía sobre la faz de las aguas. Y dijo Dios: "Que exista la luz." Y la luz existió. Y vio Dios que la luz era buena. Y separó Dios la luz de la tiniebla; llamó Dios a la luz "Día"; a la tiniebla, "Noche". Pasó una tarde, pasó una mañana: el día primero.
Y dijo Dios: "Que exista una bóveda entre las aguas, que separe aguas de aguas." E hizo Dios una bóveda y separó las aguas de debajo de la bóveda de las aguas de encima de la bóveda. Y así fue. Y llamó Dios a la bóveda "Cielo". Pasó una tarde, pasó una mañana: el día segundo.
Y dijo Dios: "Que se junten las aguas de debajo del cielo en un solo sitio, y que aparezcan los continentes." Y así fue. Y llamó Dios a los continentes "Tierra", y a la masa de las aguas la llamó "Mar". Y vio Dios que era bueno. Y dijo Dios: "Verdee la tierra hierba verde que engendre semilla, y árboles frutales que den fruto según su especie y que lleven semilla sobre la tierra." Y así fue. La tierra brotó hierba verde que engendraba semilla según su especie, y árboles que daban fruto y llevaban semilla según su especie. Y vio Dios que era bueno. Pasó una tarde, pasó una mañana: el día tercero.
Y dijo Dios: "Que existan lumbreras en la bóveda del cielo, para separar el día de la noche, para señalar las fiestas, los días y los años; y sirvan de lumbreras en la bóveda del cielo, para dar luz sobre la tierra." Y así fue. E hizo Dios dos lumbreras grandes: la lumbrera mayor para regir el día, la lumbrera menor para regir la noche, y las estrellas. Y las puso Dios en la bóveda del cielo, para dar luz sobre la tierra; para regir el día y la noche, para separar la luz de la tiniebla. Y vio Dios que era bueno. Pasó una tarde, pasó una mañana: el día cuarto.
Y dijo Dios: "Pululen las aguas un pulular de vivientes, y pájaros vuelen sobre la tierra frente a la bóveda del cielo." Y creó Dios los cetáceos y los vivientes que se deslizan y que el agua hizo pulular según sus especies, y las aves aladas según sus especies. Y vio Dios que era bueno. Y Dios los bendijo, diciendo: "Creced, multiplicaos, llenad las aguas del mar; que las aves se multipliquen en la tierra." Pasó una tarde, pasó una mañana: el día quinto.
Y dijo Dios: "Produzca la tierra vivientes según sus especies: animales domésticos, reptiles y fieras según sus especies." Y así fue. E hizo Dios las fieras según sus especies, los animales domésticos según sus especies y los reptiles según sus especies. Y vio Dios que era bueno. Y dijo Dios: "Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que domine los peces del mar, las aves del cielo, los animales domésticos, los reptiles de la tierra." Y creó Dios al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo creó; hombre y mujer los creó. Y los bendijo Dios y les dijo: "Creced, multiplicaos, llenad la tierra y sometedla; dominad los peces del mar, las aves del cielo, los vivientes que se mueven sobre la tierra." Y dijo Dios: "Mirad, os entrego todas las hierbas que engendran semilla sobre la faz de la tierra; y todos los árboles frutales que engendran semilla os servirán de alimento; y a todas las fieras de la tierra, a todas las aves del cielo, a todos los reptiles de la tierra, a todo ser que respira, la hierba verde les servirá de alimento." Y así fue. Y vio Dios todo lo que había hecho; y era muy bueno. Pasó una tarde, pasó una mañana: el día sexto.
Y quedaron concluidos el cielo, la tierra y sus ejércitos. Y concluyó Dios para el día séptimo todo el trabajo que había hecho; y descansó el día séptimo de todo el trabajo que había hecho.
[O bien, más breve:
Génesis 1,1.26-31a
Y dijo Dios: "Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que domine los peces del mar, las aves del cielo, los animales domésticos, los reptiles de la tierra."
Y creó Dios al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo creo; hombre y mujer los creó.
Y los bendijo Dios y les dijo: "Creced, multiplicaos, llenad la tierra y sometedla; dominad los peces del mar, las aves del cielo, los vivientes que se mueven sobre la tierra."
Y dijo Dios: "Mirad, os entrego todas las hierbas que engendran semilla sobre la faz de la tierra; y todos los árboles frutales que engendran semilla os servirán de alimento; y a todas las fieras de la tierra, a todas las aves del cielo, a todos los reptiles de la tierra, a todo ser que respira, la hierba verde les servirá de alimento."
Y así fue. Y vio Dios todo lo que había hecho; y era muy bueno.]
Salmo 103
"Envía tu espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra."
Bendice, alma mía, al Señor; ¡Dios mío, qué grande eres! Te vistes de belleza y majestad, la luz te envuelve como un manto. R.
Asentaste la tierra sobre sus cimientos, y no vacilará jamás; la cubriste con el manto del océano, y las aguas se posaron sobre las montañas. R.
De los manantiales sacas los ríos, para que fluyan entre los montes; junto a ellos habitan las aves del cielo, y entre las frondas se oye su canto. R.
Desde tu morada riegas los montes, y la tierra se sacia de tu acción fecunda; haces brotar hierba para los ganados, y forraje para los que sirven al hombre. R.
Cuántas son tus obras, Señor, y todas las hiciste con sabiduría; la tierra está llena de tus criaturas. ¡Bendice, alma mía, al Señor! R.
[O bien:
Salmo responsorial: 32.:
"La misericordia del Señor llena la tierra"
La palabra del Señor es sincera, y todas sus acciones son leales; él ama la justicia y el derecho, y su misericordia llena la tierra. R.
La palabra del Señor hizo el cielo; el aliento de su boca, sus ejércitos; encierra en un odre las aguas marinas, mete en un depósito el océano. R.
Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor, el pueblo que él se escogió como heredad. El Señor mira desde el cielo, se fija en todos los hombres. R.
Nosotros aguardamos al Señor: él es nuestro auxilio y escudo. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti. R.]
Libro del Génesis 22,1-18
En aquellos días, Dios puso a prueba a Abrahán, llamándole: "¡Abrahán!" Él respondió: "Aquí me tienes." Dios le dijo: "Toma a tu hijo único, al que quieres, a Isaac, y vete al país de Moria y ofrécemelo allí en sacrificio en uno de los montes que yo te indicaré." Abrahán madrugó, aparejó el asno y se llevó consigo a dos criados y a su hijo Isaac; cortó leña para el sacrificio y se encaminó al lugar que le había indicado Dios.
El tercer día levantó Abrahán los ojos y descubrió el sitio de lejos. Y Abrahán dijo a sus criados: "Quedaos aquí con el asno; yo con el muchacho iré hasta allá para adorar, y después volveremos con vosotros." Abrahán tomó la leña para el sacrificio, se la cargó a su hijo Isaac, y él llevaba el fuego y el cuchillo. Los dos caminaban juntos.
Isaac dijo a Abrahán, su padre: "Padre." Él respondió: "Aquí estoy, hijo mío." El muchacho dijo: "Tenemos fuego y leña, pero, ¿dónde está el cordero para el sacrificio?" Abrahán contestó: "Dios proveerá el cordero para el sacrificio, hijo mío." Y siguieron caminando juntos.
Cuando llegaron al sitio que le había dicho Dios, Abrahán levantó allí el altar y apiló la leña, luego ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar, encima de la leña. Entonces Abrahán tomó el cuchillo para degollar a su hijo; pero el ángel del Señor le gritó desde el cielo: "¡Abrahán, Abrahán!" Él contestó: "Aquí me tienes." El ángel le ordenó: "No alargues la mano contra tu hijo ni le hagas nada. Ahora sé que temes a Dios, porque no te has reservado a tu hijo, tu único hijo." Abrahán levantó los ojos y vio un carnero enredado por los cuernos en la maleza. Se acercó, tomó el carnero y lo ofreció en sacrificio en lugar de su hijo.
Abrahán llamó aquel sitio "El Señor ve", por lo que se dice aún hoy "El monte del Señor ve". El ángel del Señor volvió a gritar a Abrahán desde el cielo: "Juro por mí mismo -oráculo del Señor-: Por haber hecho esto, por no haberte reservado tu hijo único, te bendeciré, multiplicaré a tus descendientes como las estrellas del cielo y como la arena de la playa. Tus descendientes conquistarán las puertas de las ciudades enemigas. Todos los pueblos del mundo se bendecirán con tu descendencia, porque me has obedecido."
[O bien, más breve:
Génesis 22,1-2.9a.10-13.15-18
En aquellos días, Dios puso a prueba a Abrahán, llamándole: "¡Abrahán!" Él respondió: "Aquí me tienes." Dios le dijo: "Toma a tu hijo único, al que quieres, a Isaac, y vete al país de Moria y ofrécemelo allí en sacrificio en uno de los montes que yo te indicaré." Cuando llegaron al sitio que le había dicho Dios, Abrahán levantó allí el altar y tomó el cuchillo para degollar a su hijo; pero el ángel del Señor le gritó desde el cielo: "¡Abrahán, Abrahán!" Él contestó: "Aquí me tienes." El ángel le ordenó: "No alargues la mano contra tu hijo ni le hagas nada. Ahora sé que temes a Dios, porque no te has reservado a tu hijo, tu único hijo." Abrahán levantó los ojos y vio un carnero enredado por los cuernos en la maleza. Se acercó, tomó el carnero y lo ofreció en sacrificio en lugar de su hijo. El ángel del Señor volvió a gritar a Abrahán desde el cielo: "Juro por mí mismo -oráculo del Señor-: Por haber hecho esto, por no haberte reservado tu hijo único, te bendeciré, multiplicaré a tus descendientes como las estrellas del cielo y como la arena de la playa. Tus descendientes conquistarán las puertas de las ciudades enemigas. Todos los pueblos del mundo se bendecirán con tu descendencia, porque me has obedecido."]
Salmo 15
"Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti."
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa; mi suerte está en tu mano. Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no vacilaré. R.
Por eso se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas, y mi carne descansa serena. Porque no me entregarás a la muerte, ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción. R.
Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha. R.
Libro del Éxodo 14,15-15,1
En aquellos días, dijo el Señor a Moisés: "¿Por qué sigues clamando a mí? Di a los israelitas que se pongan en marcha. Y tú, alza tu cayado, extiende tu mano sobre el mar y divídelo, para que los israelitas entren en medio del mar a pie enjuto. Que yo voy a endurecer el corazón de los egipcios para que los persigan, y me cubriré de gloria a costa del Faraón y de todo su ejército, de sus carros y de los guerreros. Sabrán los egipcios que yo soy el Señor, cuando me haya cubierto de gloria a costa del Faraón, de sus carros y de sus guerreros."
Se puso en marcha el ángel del Señor, que iba al frente del ejército de Israel, y pasó a retaguardia. También la columna de nube de delante se desplazó de allí y se colocó detrás, poniéndose entre el campamento de los egipcios y el campamento de los israelitas. La nube era tenebrosa, y transcurrió toda la noche sin que los ejércitos pudieran trabar contacto. Moisés extendió su mano sobre el mar, y el Señor hizo soplar durante toda la noche un fuerte viento del este, que secó el mar, y se dividieron las aguas. Los israelitas entraron en medio del mar a pie enjuto, mientras que las aguas formaban muralla a derecha e izquierda. Los egipcios se lanzaron en su persecución, entrando tras ellos, en medio del mar, todos los caballos del Faraón y los carros con sus guerreros.
Mientras velaban al amanecer, miró el Señor al campamento egipcio, desde la columna de fuego y nube, y sembró el pánico en el campamento egipcio. Trabó las ruedas de sus carros y las hizo avanzar pesadamente. Y dijo Egipto: "Huyamos de Israel, porque el Señor lucha en su favor contra Egipto."
Dijo el Señor a Moisés: "Extiende tu mano sobre el mar, y vuelvan las aguas sobre los egipcios, sus carros y sus jinetes." Y extendió Moisés su mano sobre el mar; y al amanecer volvía el mar a su curso de siempre. Los egipcios, huyendo, iban a su encuentro, y el Señor derribó a los egipcios en medio del mar. Y volvieron las aguas y cubrieron los carros, los jinetes y todo el ejército del Faraón, que lo había seguido por el mar. Ni uno solo se salvó. Pero los hijos de Israel caminaban por lo seco en medio del mar; las aguas les hacían de muralla a derecha e izquierda.
Aquel día salvó el Señor a Israel de las manos de Egipto. Israel vio a los egipcios muertos, en la orilla del mar. Israel vio la mano grande del Señor obrando contra los egipcios, y el pueblo temió al Señor, y creyó en el Señor y en Moisés, su siervo. Entonces Moisés y los hijos de Israel cantaron este canto al Señor:
Interleccional: Ex 15,1-2.3-4.5-6.17-18
"Cantaré al Señor, sublime es su victoria."
Cantaré al Señor, sublime es su victoria, caballos y carros ha arrojado en el mar. Mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación. Él es mi Dios: yo lo alabaré; el Dios de mis padres: yo lo ensalzaré. R.
El Señor es un guerrero, su nombre es "Yahvé". Los carros del Faraón los lanzó al mar, ahogó en el mar Rojo a sus mejores capitanes. R.
Las olas los cubrieron, bajaron hasta el fondo como piedras. Tu diestra, Señor, es fuerte y terrible, tu diestra, Señor, tritura al enemigo. R.
Los introduces y los plantas en el monte de tu heredad, lugar del que hiciste tu trono, Señor; santuario, Señor, que fundaron tus manos. El Señor reina por siempre jamás. R.
Libro de Isaías 54,5-14
El que te hizo te tomará por esposa; su nombre es Señor de los ejércitos. Tu redentor es el Santo de Israel, se llama Dios de toda la tierra. Como a mujer abandonada y abatida te vuelve a llamar el Señor; como a esposa de juventud, repudiada -dice tu Dios-. Por un instante te abandoné, pero con gran cariño te reuniré. En un arrebato de ira te escondí un instante mi rostro, pero con misericordia eterna te quiero -dice el Señor, tu redentor-. Me sucede como en tiempo de Noé: juré que las aguas del diluvio no volverían a cubrir la tierra; así juro no airarme contra ti ni amenazarte. Aunque se retiren los montes y vacilen las colinas, no se retirará de ti mi misericordia, ni mi alianza de paz vacilará -dice el Señor, que te quiere-.
¡Oh afligida, zarandeada, desconsolada! Mira, yo mismo coloco tus piedras sobre azabaches, tus cimientos sobre zafiros; te pondré almenas de rubí, y puertas de esmeralda, y muralla de piedras preciosas. Tus hijos serán discípulos del Señor, tendrán gran paz tus hijos. Tendrás firme asiento en la justicia. Estarás lejos de la opresión, y no tendrás que temer; y lejos del terror, que no se te acercará.
Salmo 29
"Te ensalzaré, Señor, porque me has librado."
Te ensalzaré, Señor, porque me has librado y no has dejado que mis enemigos se rían de mí. Señor, sacaste mi vida del abismo, y me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa.R.
Tañed para el Señor, fieles suyos, dad gracias a su nombre santo; su cólera dura un instante; su bondad, de por vida; al atardecer nos visita el llanto; por la mañana, el júbilo. R.
Escucha, Señor, y ten piedad de mí; Señor, socórreme. Cambiaste mi luto en danzas. Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre. R.
Libro de Isaías 55,1-11:
Así dice el Señor: "Oíd, sedientos todos, acudid por agua, también los que no tenéis dinero: venid, comprad trigo, comed sin pagar vino y leche de balde. ¿Por qué gastáis dinero en lo que no alimenta, y el salario en lo que no da hartura? Escuchadme atentos, y comeréis bien, saborearéis platos sustanciosos. Inclinad el oído, venid a mí: escuchadme, y viviréis. Sellaré con vosotros alianza perpetua, la promesa que aseguré a David: a él lo hice mi testigo para los pueblos, caudillo y soberano de naciones; Tú llamarás a un pueblo desconocido, un pueblo que no te conocía correrá hacia ti; por el Señor, tu Dios, por el Santo de Israel, que te honra.
Buscad al Señor mientras se le encuentra, invocadlo mientras esté cerca; que el malvado abandone su camino, y el criminal sus planes; que regrese al Señor, y él tendrá piedad, a nuestro Dios, que es rico en perdón. Mis planes no son vuestros planes, vuestros caminos no son mis caminos -oráculo del Señor-. Como el cielo es más alto que la tierra, mis caminos son más altos que los vuestros, mis planes, que vuestros planes. Como bajan la lluvia y la nieve del cielo, y no vuelven allá sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, para que de semilla al sembrador y pan al que come, así será mi palabra, que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que hará mi voluntad y cumplirá mi encargo."
Interleccional: Isaías 12,2-3.4.5-6
"Sacaréis agua de las fuentes de la salvación."
El Señor es mi Dios y Salvador: confiaré y no temeré, porque mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación. Y sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación. R.
Dad gracias al Señor, invocad su nombre, contad a los pueblos sus hazañas, proclamad que su nombre es excelso. R.
Tañed para el Señor, que hizo proezas, anunciadlas a toda la tierra; gritad jubilosos, habitantes de Sión: "Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel." R.
Libro de Baruc 3,9-15.32-4,4
Escucha, Israel, mandatos de vida; presta oído para aprender prudencia. ¿A qué se debe, Israel, que estés aún en país enemigo, que envejezcas en tierra extranjera, que estés contaminado entre los muertos, y te cuenten con los habitantes del abismo? Es que abandonaste la fuente de la sabiduría. Si hubieras seguido el camino de Dios, habitarías en paz para siempre.
Aprende dónde se encuentra la prudencia, el valor y la inteligencia; así aprenderás dónde se encuentra la vida larga, la luz de los ojos y la paz. ¿Quién encontró su puesto o entró en sus almacenes? El que todo lo sabe la conoce, la examina y la penetra. El que creó la tierra para siempre y la llenó de animales cuadrúpedos; el que manda a la luz, y ella va, la llama, y le obedece temblando; a los astros que velan gozosos en sus puestos de guardia, los llama, y responden: "Presentes", y brillan gozosos para su Creador. Él es nuestro Dios, y no hay otro frente a él; investigó el camino de la inteligencia y se lo enseñó a su hijo, Jacob, a su amado, Israel. Después apareció en el mundo y vivió entre los hombres.Es el libro de los mandatos de Dios, la ley de validez eterna: los que la guarden vivirán; los que la abandonen morirán.
Vuélvete, Jacob, a recibirla, camina a la claridad de su resplandor; no entregues a otros tu gloria, ni tu dignidad a un pueblo extranjero. ¡Dichosos nosotros, Israel, que conocemos lo que agrada al Señor!
Salmo 18,8.9.10,11
"Señor, tú tienes palabras de vida eterna."
La ley del Señor es perfecta y es descanso del alma; el precepto del Señor es fiel e instruye al ignorante. R.
Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón; la norma del Señor es límpida y da luz a los ojos. R.
La voluntad del Señor es pura y eternamente estable; los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos. R.
Más preciosos que el oro, más que el oro fino; más dulces que la miel de un panal que destila. R.
Libro de Ezequiel 36,16-28
Me vino esta palabra del Señor: "Hijo de Adán, cuando la casa de Israel habitaba en su tierra, la profanó con su conducta, con sus acciones; como sangre inmunda fue su proceder ante mí. Entonces derramé mi cólera sobre ellos, por la sangre que habían derramado en el país, por haberlo profanado con sus idolatrías. Los esparcí entre las naciones, anduvieron dispersos por los países; según su proceder, según sus acciones los sentencié.
Cuando llegaron a las naciones donde se fueron, profanaron mi santo nombre; decían de ellos: "Éstos son el pueblo del Señor, de su tierra han salido." Sentí lástima de mi santo nombre, profanado por la casa de Israel en las naciones a las que se fue. Por eso, di a la casa de Israel: Esto dice el Señor: "No lo hago por vosotros, casa de Israel, sino por mi santo nombre, profanado por vosotros, en las naciones a las que habéis ido. Mostraré la santidad de mi nombre grande, profanado entre los gentiles, que vosotros habéis profanado en medio de ellos; y conocerán los gentiles que yo soy el Señor -oráculo del Señor-, cuando les haga ver mi santidad al castigaros. Os recogeré de entre las naciones, os reuniré de todos los países, y os llevaré a vuestra tierra. Derramaré sobre vosotros un agua pura que os purificará: de todas vuestras inmundicias e idolatrías os he de purificar. Y os daré un corazón nuevo, y os infundiré un espíritu nuevo; arrancaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Os infundiré mi espíritu, y haré que caminéis según mis preceptos, que guardéis y cumpláis mis mandatos. Y habitaréis en la tierra que di a vuestros padres. Vosotros seréis mi pueblo, y yo seré vuestro Dios.""
Salmo 41,3.5bcd;42,3.4
"Estoy sediento del Dios que da la vida."
Tiene sed de Dios, del Dios vivo: ¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios? R.
Cómo marchaba a la cabeza del grupo, hacia la casa de Dios, entre cantos de jubilo y alabanza, en el bullicio de la fiesta. R.
Envía tu luz y tu verdad; que ellas me guíen y me conduzcan hasta tu monte santo, hasta tu morada. R.
Que yo me acerque al altar de Dios, al Dios de mi alegría; que te dé gracias al son de la cítara, Dios, Dios mío. R.
[O bien:
Salmo 50
"Oh Dios, crea en mí un corazón puro."
Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme; no me arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu santo espíritu. R.
Devuélveme la alegría de tu salvación, afiánzame con espíritu generoso; enseñaré a los malvados tus caminos, los pecadores volverán a ti. R.
Los sacrificios no te satisfacen; si te ofreciera un holocausto, no lo querrías. Mi sacrificio es un espíritu quebrantado; un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias. R.]
Carta de San Pablo a los Romanos 6,3-11
Hermanos: Los que por el bautismo nos incorporamos a Cristo fuimos incorporados a su muerte. Por el bautismo fuimos sepultados con él en la muerte, para que, así como Cristo fue resucitado de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en una vida nueva. Porque, si nuestra existencia está unida a él en una muerte como la suya, lo estará también en una resurrección como la suya. Comprendamos que nuestra vieja condición ha sido crucificada con Cristo, quedando destruida nuestra personalidad de pecadores, y nosotros libres de la esclavitud al pecado; porque el que muere ha quedado absuelto del pecado. Por tanto, si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él; pues sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más; la muerte ya no tiene dominio sobre él. Porque su morir fue un morir al pecado de una vez para siempre; y su vivir es un vivir para Dios. Lo mismo vosotros, consideraos muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús.
Salmo 117
"Aleluya, aleluya, aleluya.."
Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Diga la casa de Israel: eterna es su misericordia. R.
La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es excelsa. No he de morir, viviré para contar las hazañas del Señor. R.
La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente. R.
Evangelio según San Mateo 28,1-10
En la madrugada del sábado, al alborear el primer día de la semana, fueron María Magdalena y la otra María a ver el sepulcro. Y de pronto tembló fuertemente la tierra, pues un ángel del Señor, bajando del cielo y acercándose, corrió la piedra y se sentó encima. Su aspecto era de relámpago y su vestido blanco como la nieve; los centinelas temblaron de miedo y quedaron como muertos. El ángel habló a las mujeres: "Vosotras no temáis, yo sé que buscáis a Jesús el crucificado. No está aquí: ha resucitado, como había dicho. Venid a ver el sitio donde yacía e id aprisa a decir a sus discípulos: 'Ha resucitado de entre los muertos y va por delante de vosotros a Galilea. Allí lo veréis'. Esto es lo que tenía que deciros." Ellas se marcharon a toda prisa del sepulcro: impresionadas y llenas de alegría corrieron a anunciarlo a sus discípulos. De pronto, Jesús les salió al encuentro y les dijo: "Alegraos". Ellas se acercaron, se postraron ante él y le abrazaron los pies. Jesús les dijo: "No tengáis miedo: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán".
COMENTARIO
La razón de esta noche santa es Jesús y las esperanzas de futuro que anidan en nuestro corazón. Jesús ha decidido realizar el plan de redención entregando su vida; para liberarnos del egoísmo el único camino es el de la entrega y la donación.
Es por esta razón que estamos de fiesta, herederos de la vida que se sobrepone a todo, incluso a la muerte. Los signos son muchos: «el sepulcro» abierto y vacío; “el cirio” como luz que vence la noche; “los pobres” cantando y bailando con esperanza... Un proyecto a favor de la vida muy antiguo que se va realizando paulatinamente: las aguas generando vida a su paso; no más esclavitud; voces proféticas que anuncian y denuncian el mal.
El Mesías nos da su Espíritu y nos devuelve la esperanza. Hoy el plan, se ha realizado. Todo se ha cumplido: Dios ha rescatado a Jesús de la muerte eterna y, en él, a todos los crucificados de la historia. ¡Vive la Pascua!
La Vigilia Pascual
La vigilia pascual se inicia con la experiencia del fuego nuevo, y la luz que con este fuego va iluminando poco a poco el recinto sagrado. Nuestra historia ha sido una historia de tinieblas y de muerte, una historia que parece no poder ver un camino de salida. Pero de la tumba vacía surge la luz, de la muerte surge el fuego-luz que anuncia que podemos creer en la vida, que podemos encontrar el camino en medio de la oscuridad, que la muerte no es la última palabra para el hombre. Por el fuego nuevo, por la luz del Cirio Pascual, por la luna llena que ilumina el firmamento en esta noche pascual, empezamos a experimentar en nuestra vida las consecuencias de la Resurrección de Jesús.
Las lecturas nos conducen desde la experiencia de la creación hasta la tumba vacía, porque Resurrección es agradecer los hermosos dones gratuitos de Dios que rodean nuestra existencia. Es vivir como el pueblo de Israel, la experiencia de la salida de la esclavitud a la libertad, una experiencia que pasa por el contacto con el agua del Mar Rojo y para nosotros por la de las aguas bautismales; un camino guiado por la columna de fuego y por la nube que conduce a Israel de la experiencia de muerte a la de la vida.
La Bendición del fuego nuevo
En medio de las tinieblas del pecado y de la muerte, la bendición del fuego nuevo tiene como finalidad proporcionar la llama para encender el cirio pascual, que representa a Cristo Resucitado. A medida que el cirio avanza se va iluminando el templo, y de la llama del cirio se van encendiendo las velas de los presentes en el templo; se disipan las tinieblas cuando se propaga la salvación a partir del Resucitado. El Cirio Pascual permanecerá todo el año en el templo, como símbolo memorial de la celebración pascual.
La proclamación de la Resurrección
El canto del Pregón pascual (Exultet), es el punto culminante de la liturgia de la luz. En él se proclama la propagación de la luz en el mundo que disipa las tinieblas del pecado, guía a los hebreos en la salida de Egipto, vuelve a los hombres a la gracia, devuelve la inocencia a los caídos y a los tristes la alegría, destierra los odios, prepara la concordia y doblega el orgullo.
La Liturgia de la Palabra
Las diferentes lecturas del Antiguo Testamento permiten contemplar a través de la historia de Israel cómo se ha propagado la luz salvífica desde la creación. Estas lecturas nos recuerdan también que la historia de la salvación es nuestra propia historia y exhortan al compromiso de todos y cada uno con esta historia.
Génesis 1,1-2,2a: La Creación
Toda la creación es la obra del amor de Dios Padre que quiso preparar para el hombre un lugar hermoso y adaptado a su dignidad de imagen de Dios. Al ser humano le corresponde el compromiso de continuar y conservar esta creación.
Desde nuestra sensibilidad ecológica actual, esta lectura debería asumir de alguna manera toda la inabarcable visión que la ciencia nos ha dado sobre la naturaleza.
Génesis 22,1-18: La Salvación de Isaac
La lectura de la salvación de Isaac nos coloca frente a las exigencias de la experiencia de fe de Abraham: aceptar que sólo Dios sabe cómo dirige la historia de salvación. De la misma manera que para el pueblo de Israel, para nosotros nuestra historia se funda única y exclusivamente en la voluntad de aquél que libremente dispone de la historia, y en virtud de esa libertad dejó vivir a Isaac.
Éxodo 14,15-15,1: El Paso del Mar Rojo
Los israelitas eran esclavos en Egipto, eran un pueblo sometido a otro pueblo. Pero Dios vio la miseria y las penalidades del pueblo, escuchó sus clamores y le abre un camino de salvación al pueblo esclavo y salva a Israel del poder del faraón.
Isaías 54,5-14: Con misericordia eterna te quiere el Señor
El Profeta Isaías nos describe con bellas figuras una vida nueva, esa nueva creación que Dios Padre llevó a su plenitud en su Hijo Jesús Resucitado.
El canto del Gloria
La alegría de la comunidad por la resurrección del Señor se expresa con el himno del Gloria, himno de acción de gracias que el pueblo entona al mismo tiempo que resuenan las campanas del templo y vuelve a escucharse la música. Con el canto de los ángeles estamos confesando que Jesús, el Mesías que fue crucificado, sigue viviendo porque fue resucitado por Dios quien lo ha glorificado por siempre.
Romanos 6,3-11: Cristo, una vez resucitado ya no muere más
En la carta a los Romanos el apóstol Pablo nos enseña que por el bautismo también el cristiano pasa de la muerte a la vida. Ese misterio pascual de Jesús, misterio de muerte y resurrección es nuestro propio misterio, porque el cristiano, mediante el bautismo, está muerto al pecado y vivo para Dios. En Cristo Jesús el cristiano vive el misterio de Cristo muerto y resucitado cada día en los momentos de tristeza y gozo, de enfermedad y salud, cuando pecamos y sentimos que Dios Padre nos acoge con misericordia. Lo vivimos especialmente en los sacramentos. Cada sacramento que recibimos es una reactualización del misterio Pascual, y esto lo vemos muy clara en el texto de Romanos que acabamos de escuchar.
Salmo 117
Sólo sentimientos de gratitud a Dios se experimentan al considerar su obra en Jesucristo. La piedra angular del templo de Jerusalén reconstruido, fue piedra de escándalo. Ahora un universo nuevo construido sobre la piedra angular, Cristo, se ha establecido el día en que Jesús resucitó.
Mateo 28,1-10: Ha resucitado y va por delante de vosotros a Galilea
La narración de Mateo contiene dos relatos: uno es el de la tumba vacía (vv. 1-7), el otro es el de la aparición de Jesús resucitado (vv. 8-10).
Las dos mujeres que aparecen en el primero, visitando el sepulcro, María Magdalena y la otra María -que es la madre de Jacobo y de José-, son dos de las mismas mujeres que según el evangelio de Mateo fueron testigos de la muerte (27,56) y del entierro de Jesús (27,61).
Al amanecer del primer día de la semana, es decir, a la madrugada del domingo posterior a la Pascua judía, estas dos mujeres fueron al sepulcro, que según Mateo había sido asegurado por medio de un sello sobre la piedra que lo tapaba y estaba protegido por una guardia (27,62-66).
Siguiendo el relato de Mateo, las mujeres no podrían haber ido para ungir el cuerpo de Jesús (como en Mc 16,1) porque Jesús ya había sido ungido (Mt 26,6-13) y porque el acceso al cuerpo era imposible debido a la piedra sellada y la guardia. Solamente fueron “a ver el sepulcro” (v. 1). El intento apologético de Mateo es claro: su narrativa defiende a los discípulos contra los cargos de que fueron ellos quienes robaron el cuerpo de Jesús e inventaron la historia de la resurrección (véase 28,11-15). Lo único que estas mujeres podían hacer frente a la tumba era verla.
De repente, un ángel desciende del cielo y quita la piedra que bloqueaba la tumba y se sienta sobre ella, provocando un terremoto en el proceso. La combinación de la presencia angélica y un terremoto significa la ocurrencia de un evento escatológico grandioso (p.ej. Is 29,6; Hab 3,6; Hag 2,21; Zac 14,4-5; 1Ts 4,16; Ap 6,12, 8,5; cf. Mt 13,41 y 49; 16,27; 24,7 y 31; 25,31; 27,54).
El ángel les anuncia a las mujeres el gran evento que ha ocurrido: Jesús “ha resucitado” (v. 6). La creencia de que Dios resucitaría a los justos de la muerte a la vida eterna existía entre ciertas ramas de la religión judía del primer siglo. Los primeros cristianos sostuvieron esta creencia, pero afirmaron que este gran acontecimiento escatológico proyectado para el final de los tiempos en realidad comenzó con el acto de Dios de resucitar a Jesús.
Además de contarles a las mujeres que Jesús ha resucitado, el ángel les muestra que el sepulcro está vacío y las manda a decirles a los discípulos que Jesús ha resucitado (vv. 6-7). También menciona que Jesús se reuniría con ellos en Galilea (v. 7), tal como Jesús les había prometido a sus discípulos (26,32).
Los integrantes de la guardia también vieron al ángel y sintieron el terremoto. Pero mientras que el mensaje del ángel le da “temor y gran gozo” a las mujeres (v. 8), a los guardas les da tanto miedo que casi se mueren. Mateo narra la reacción de los guardas un poco juguetonamente, diciendo que ellos “temblaron y se quedaron como muertos” (v. 4). El verbo usado para decir que “temblaron” (eseisthêsan) viene de la misma raíz que la palabra “terremoto” (seismos) en v. 2, y al quedarse “como muertos,” la reacción de los guardas contrasta con el contenido de la noticia que trae el ángel. El ángel proclama la transformación de Jesús, que estaba muerto pero ahora está vivo de nuevo, y sin embargo, estos guardas se quedan como muertos.
El relato de la aparición de Jesús resucitado (vv. 8-10) comienza con la salida de las mujeres del sepulcro para darles a los discípulos la noticia de que Jesús ha resucitado (v. 8). Jesús se les aparece a las mujeres (v. 9) y les da instrucciones parecidas a las del ángel. Les dice que no tengan miedo, que les den la noticia de la resurrección a los discípulos y que vayan a Galilea para reunirse con él (v. 10).
Se registra una diferencia importante entre la reacción de las mujeres frente a Jesús y su reacción frente al ángel. En el caso de Jesús, “acercándose, abrazaron sus pies y lo adoraron” (v. 9). La palabra usada en el original griego para su acto de adoración a Jesús es prosekynesan, que es una forma del verbo proskyneô. Connota una reverencia basada en una admiración profunda y Mateo la utiliza en varios puntos importantes para expresar la disposición apropiada de adoración hacia Jesús (p.ej. 2,11, 14,33, 28,17).
La diferencia en la reacción de las mujeres ante la aparición del ángel y la aparición de Jesús nos dice algo acerca de cómo los primeros cristianos llegaron a conocer al Jesús resucitado. La fe de los primeros cristianos en la resurrección de Jesús es una consecuencia de su experiencia directa de la presencia de Jesús como Señor resucitado.
Dado que el evento escatológico de la resurrección está acompañado en este pasaje por un terremoto, quizás convenga reflexionar un poco acerca de cómo nos posicionamos frente a los grandes fenómenos meteorológicos y geológicos. La ciencia moderna nos ha dado maneras sofisticadas de comprender los grandes eventos meteorológicos y geológicos como terremotos, tornados, huracanes, tormentas de nieve y tsunamis, por nombrar algunos pocos. Podemos medir la velocidad del viento del huracán y anticipar su trayectoria, sabemos que los terremotos son causados por el movimiento de las placas tectónicas, podemos anticipar las condiciones que causan tormentas de nieve y advertir a la gente para que se prepare, y así sucesivamente.
Sin embargo, tener conocimiento sobre estos fenómenos no es lo mismo que experimentar un huracán, o un terremoto, o un tornado, o lo que sea. La experiencia directa de un evento como estos es otro modo de conocer lo que significa un terremoto, un huracán o cualquier otra gran tormenta. Realmente no hay nada que pueda sustituir el conocimiento de estos fenómenos que nos da la experiencia directa.
En Mateo 28,1-10, el relato del sepulcro vacío en los vv. 1-7 representa el “tener conocimiento” sobre la resurrección de Jesús, mientras que el relato de su aparición en los vv. 8-10 representa la experiencia directa de la resurrección por parte de las dos mujeres. Fundamentalmente, es la experiencia directa lo que tiene el efecto transformativo para ellas y lo que las lleva a adorar a Jesús como Señor resucitado.
Nosotros y nosotras hoy podemos actuar como el ángel, anunciando el poder vivificante que tiene Dios de dar vida a los muertos. De hecho, el pasaje nos desafía a difundir la buena nueva de la resurrección (vv. 7,10). Pero al incluir la aparición de Jesús a las mujeres, el pasaje también nos recuerda que nuestras palabras sólo pueden aproximarse a la magnitud de las acciones de Dios en el mundo, en nuestra vida y en las vidas de los demás. Quizás el detalle de que Jesús se les aparece a las dos primeras testigos de la resurrección mientras están yendo a darles la noticia a los discípulos nos sugiera también que nuestras acciones valen más que nuestras palabras en la difusión de la buena nueva.
El significado de la Resurrección de Jesús para las mujeres que fueron al sepulcro al amanecer del primer día de la semana, y para todos nosotros: es que no podemos buscar a Jesús entre los muertos, porque está vivo, en medio de nosotros. Sólo nos corresponde descubrir el rostro de Jesús en los miles de personas que pasan por la calle, en los niños tristes y desnutridos, en las mujeres que necesitan un trozo de pan para ellas y sus hijos; en el hombre maloliente que está a nuestro lado en el templo, en todos los hombres y mujeres que por diferentes caminos buscan a Jesús.
La tumba vacía no es una prueba de la resurrección de Jesús, sino la pregunta que sólo tendrá respuesta cuando se logre vivir la experiencia de Jesús resucitado.
La liturgia bautismal
¿Qué mejor ocasión para ser incorporados a Cristo y para hacer memoria de nuestra incorporación a él, que la vigilia pascual? La Vigilia Pascual es también celebración bautismal: celebramos los bautismos, renovamos las promesas bautismales.
En este momento tenemos que tener en la mente la mejor explicación del bautismo, que se pueda dar, la. que nos ofrece el apóstol Pablo en la epístola a los romanos que se ha leído en la liturgia de la Palabra en la vigilia. San Pablo nos enseña que ser bautizados significa pasar con Cristo de la muerte a la vida y señala las consecuencias éticas de esta conformación con el destino histórico de Cristo: si hemos muerto con Cristo, ya no debemos pecar más, porque hemos entrado en una nueva vida.
La liturgia eucarística
Con los sentimientos de alegría que nos embargan, compartimos la Eucaristía, por medio de la cual realizamos el mandamiento que recibimos del Señor de hacer memoria de él: Haced esto para recordarme.
El recuerdo que ahora hacemos de Jesús, el Señor, no consiste en la pura evocación de una historia perdida en el pasado. Recordar ahora significa para nosotros hacer la experiencia de la vida nueva: Jesús, aunque ha muerto, vive para siempre. Jesús, así resucitado, está vivo desde Dios, el Padre, en medio de todo el cosmos. Cada vez que compartimos este pan y esta copa, como hermanos, queremos comulgar con la vida que Él vive y que Él quiere también para todos para siempre.
En el hemisferio norte, al que pertenece el escenario de la vida histórica de Jesús, la primavera llega ahora a su plenitud: estamos en lo que se llama el equinoccio de la primavera. La celebración de la resurrección de Jesús tiene por eso sabor a primavera; a agua fresca; a retoños que revientan por todas partes en las plantas; y olor a flores de todos los colores. La naturaleza nos quiere regalar también ella la impresión de un mundo en el que comienza a germinar la vida nueva. La celebración de la resurrección de Jesús tiene lugar también en el día de la luna llena: es la fiesta de la luz.
Con los cristianos de todos los tiempos queremos ver amanecer en esta fecha un mundo nuevo, que podrá hacerse realidad, si nosotros asumimos el proyecto de Jesús de Nazaret, que es el evangelio. Dios es capaz de hacer surgir la vida nueva aún desde la muerte. Tenemos muchas ilusiones. Por eso hablamos de una nueva evangelización, en un tiempo de esperanza.
Proclamemos, pues, llenos de alegría, con el corazón repleto de esperanza, que Jesús, el vencedor de la muerte, nos invita también a nosotros a pasar de la esclavitud a la libertad, de las tinieblas a la luz, de la muerte a la vida, como cantaban siempre los israelitas, al celebrar la Pascua.
Reflexión para hoy
Durante toda la semana nos hemos venido preparando de una manera especial para la celebración de la Pascua del Señor en esta noche pascual.
La ceremonia en que hemos participado por medio de los símbolos del fuego, la luz y el agua, nos introduce en el significado que para el cristiano tiene en su vida la Resurrección de Jesús. El fuego nuevo invade la tierra para que se purifique y renazca la nueva creación, de la misma manera que en el agua bautismal todos renacemos para el Señor, la luz que ilumina nuestras tinieblas y nos permite ver mejor los caminos que él ha trazado para nosotros.
Las lecturas que hemos escuchado nos han introducido dentro de la historia de salvación para que la asumamos como nuestra propia historia. Las acciones salvíficas del Dios del Antiguo Testamento llegan a su plenitud con la presencia de Jesús de Nazaret entre los hombres, pero los hombres no lo recibieron y debió padecer la muerte de cruz. Y lo que a los ojos humanos pudo parecer un completo fracaso, se convierte en la victoria definitiva porque la muerte de Jesús por amor a Dios y a los seres humanos, es el principio de la vida nueva. Con su muerte nos liberó del pecado y de la muerte, y nos trajo la salvación.
Pero el Padre no abandonó a su Hijo en la muerte, sino que lo resucitó a la nueva vida y lo recibió en su gloria. El anuncio que reciben las mujeres al ver la tumba vacía de que el Crucificado ha sido resucitado por Dios es el mismo que recibimos los cristianos de todos los tiempos. Jesús oculto a los ojos de los hombres, vive gloriosamente con Dios su Padre, y está cerca de quienes creemos en él.
El proyecto que tenían las mujeres de embalsamar a Jesús, ha sido desbordado por el acontecimiento. Han pensado en todo, menos en lo que ha ocurrido. Se han quedado paradas en la hora de la muerte de Jesús; pero él ha resucitado. Ya no tienen que hacer allí y como aún no tienen fe no comprenden la acción de Dios y se han asustado. Pero el mensaje de los hombres vestidos de blanco les orienta en otra dirección: no es posible buscar a Jesús entre los muertos porque está vivo. La presencia de las mujeres en el Calvario y durante la sepultura pone de relieve la ausencia de los discípulos. Estos han huido ante el peligro, mientras que las mujeres estaban allí.
Pero ante todo, el misterio Pascual de Cristo nos invita a hacer realidad la vida nueva que Jesús de Nazaret nos propuso con su propia vida, para que todos los hombres pasemos de la esclavitud a la libertad, del temor a la seguridad, de las tinieblas a la luz, con la seguridad de que quien venció definitivamente la muerte, nos acompaña en el trabajo por hacer cada día un mundo más humano, un mundo mejor.
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