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Liturgia y Espiritualidad: Textos Litúrgicos
Martes 11 de abril de 2023 - Martes de la octava de Pascua

TEXTOS

Libro de los Hechos de los Apóstoles 2,36-41
El día de Pentecostés, decía Pedro a los judíos: "Todo Israel esté cierto de que al mismo Jesús, a quien vosotros crucificasteis, Dios lo ha constituido Señor y Mesías." Estas palabras les traspasaron el corazón, y preguntaron a Pedro y a los demás apóstoles: "¿Qué tenemos que hacer, hermanos?" Pedro les contestó: "Convertíos y bautizaos todos en nombre de Jesucristo para que se os perdonen los pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque la promesa vale para vosotros y para vuestros hijos y, además, para todos los que llame el Señor, Dios nuestro, aunque estén lejos." Con estas y otras muchas razones les urgía, y los exhortaba diciendo: "Escapad de esta generación perversa." Los que aceptaron sus palabras se bautizaron, y aquel día se les agregaron unos tres mil.

Salmo 32
"La misericordia del Señor llena la tierra."

La palabra del Señor es sincera, y todas sus acciones son leales; él ama la justicia y el derecho, y su misericordia llena la tierra. R.
Los ojos del Señor están puestos en sus fieles, en los que esperan en su misericordia, para librar sus vidas de la muerte y reanimarlos en tiempo de hambre. R.
Nosotros aguardamos al Señor: él es nuestro auxilio y escudo. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti. R.

Evangelio según San Juan 20,11-18
En aquel tiempo, fuera, junto al sepulcro, estaba María, llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús. Ellos le preguntan: "Mujer, ¿por qué lloras?" Ella les contesta: "Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto." Dicho esto, da media vuelta y ve a Jesús, de pie, pero no sabia que era Jesús. Jesús le dice: "Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?" Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta: "Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré." Jesús le dice: "¡María!" Ella se vuelve y le dice: "¡Rabboni!", que significa: "¡Maestro!" Jesús le dice: "Suéltame, que todavía no he subido al Padre. Anda, ve a mis hermanos y diles: 'Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro.'" María Magdalena fue y anunció a los discípulos: "He visto al Señor y ha dicho esto."


COMENTARIO

La Comunidad discipular ha de abandonar la idea de que la muerte es el destino último, abriéndose a la fe en la vida resucitada.

María Magdalena en el evangelio de hoy nos da testimonio. Sólo después de que Jesús la llama por su nombre, se gira y da espaldas al sepulcro, es decir a la muerte, iniciando la búsqueda de esa presencia viva y actuante. María debe dar otro paso, pues Jesús la invita a no encerrarse en los afectos rotos, porque la misión la necesita valiente y dispuesta: anunciar la buena noticia a sus hermanos. Jesús se refiere primero al Padre para recordar esa presencia providente del Dios que los impulsó a ser comunidad de iguales.

Como evangelizadores, perdemos nuestras fuerzas si pretendemos explicar o convencer a otros de la resurrección. Lo que debemos procurar es el encuentro con experiencias donde la vida se resignifica, se recupera, se dignifica, nutriéndonos de la Eucaristía, banquete de comunión por excelencia en el que cualificamos nuestro testimonio y renovamos nuestra misión.