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Liturgia y Espiritualidad: Textos Litúrgicos
Miércoles 3 de mayo de 2023

TEXTOS

Libro de los Hechos de los Apóstoles 12,24-13,5
En aquellos días, la palabra de Dios cundía y se propagaba. Cuando cumplieron su misión, Bernabé y Saulo se volvieron de Jerusalén, llevándose con ellos a Juan Marcos. En la Iglesia de Antioquía había profetas y maestros: Bernabé, Simeón, apodado el Moreno, Lucio el Cireneo, Manahén, hermano de leche del virrey Herodes, y Saulo. Un día que ayunaban y daban culto al Señor, dijo el Espíritu Santo: "Apartadme a Bernabé y a Saulo para la misión a que los he llamado." Volvieron a ayunar y a orar, les impusieron las manos y los despidieron. Con esta misión del Espíritu Santo, bajaron a Seleucia y de allí zarparon para Chipre. Llegados a Salamina, anunciaron la palabra de Dios en las sinagogas de los judíos, llevando como asistente a Juan.

Salmo 66
"Oh Dios, que todos los pueblos te alaben."

El Señor tenga piedad y nos bendiga, ilumine su rostro sobre nosotros; conozca la tierra tus caminos, todos los pueblos tu salvación. R.
Que canten de alegría las naciones, porque riges el mundo con justicia, riges los pueblos con rectitud y gobiernas las naciones de la tierra. R.
Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben. Que Dios nos bendiga; que le teman hasta los confines del orbe. R.

Evangelio según San Juan 12,44-50
En aquel tiempo, Jesús dijo, gritando: "El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me ha enviado. Y el que me ve a mí ve al que me ha enviado. Yo he venido al mundo como luz, y así, el que cree en mí no quedará en tinieblas. Al que oiga mis palabras y no las cumpla yo no lo juzgo, porque no he venido para juzgar al mundo, sino para salvar al mundo. El que me rechaza y no acepta mis palabras tiene quien lo juzgue: la palabra que yo he pronunciado, ésa lo juzgará en el último día. Porque yo no he hablado por cuenta mía; el Padre que me envió es quien me ha ordenado lo que he de decir y cómo he de hablar. Y sé que su mandato es vida eterna. Por tanto, lo que yo hablo lo hablo como me ha encargado el Padre."


COMENTARIO

“¿Cómo te llevaste el árbol por delante? –preguntó la madre poniendo un vendaje en la frente del niño– ¿Acaso no había luz?” “Luz había –dijo el niño– pero yo cerré los ojos”.

Esta parábola refleja lo que pasó con los judíos del tiempo de Jesús y pasa con muchos de nosotros. En Jesús se estaba haciendo presente el Reino de Dios que es vida y vida en abundancia para todos, y ellos, los jefes judíos, cerraron los ojos.

Era una situación como la nuestra: una gran desigualdad hablaba a las claras que la Alianza con Dios estaba quebrada en mil pedazos. En medio de esa situación, aparece Jesús y comienza una práctica liberadora en medio del pueblo empobrecido. Pero los jefes cerraron los ojos. Eran ciegos guiando a otros ciegos. Ciegos voluntarios, que no quisieron ver. Y al cerrar los ojos a la realidad de los hermanos y hermanas que recuperaban vida y dignidad en contacto con Jesús, los cerraron no sólo al Enviado de Dios, sino al Padre que lo había enviado.