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Liturgia y Espiritualidad: Textos Litúrgicos
Miércoles 11 de octubre de 2023

TEXTOS

Libro de Jonás 3,10;4,1-11
Vió Dios lo que hicieron, convirtiéndose de su mal camino, y arrepintiéndose del mal que les dijo había de hacerles, no lo hizo. Jonás sintió un disgusto enorme y estaba irritado. Oró al Señor en estos términos: "Señor, ¿no es esto lo que me temía yo en mi tierra? Por eso me adelanté a huir a Tarsis, porque sé que eres compasivo y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad, que te arrepientes de las amenazas. Ahora, Señor, quítame la vida; más vale morir que vivir." Respondióle el Señor: "¿Y tienes tú derecho a irritarte?" Jonás había salido de la ciudad, y estaba sentado al oriente. Allí se había hecho una choza y se sentaba a la sombra, esperando el destino de la ciudad. Entonces hizo crecer el Señor un ricino, alzándose por encima de Jonás para darle sombra y resguardarle del ardor del sol. Jonás se alegró mucho de aquel ricino. Pero el Señor envió un gusano, cuando el sol salía al día siguiente, el cual dañó al ricino, que se secó. Y, cuando el sol apretaba, envió el Señor un viento solano bochornoso; el sol hería la cabeza de Jonás, haciéndole desfallecer. Deseó Jonás morir, y dijo: "Más me vale morir que vivir." Respondió el Señor a Jonás: "¿Crees que tienes derecho a irritarte por el ricino?" Contestó él: "Con razón siento un disgusto mortal?" Respondióle el Señor: "Tú te lamentas por el ricino, que no cultivaste con tu trabajo, y que brota una noche y perece la otra. Y yo, ¿no voy ha sentir la suerte de Nínive, la gran ciudad, que habitan más de ciento veinte mil hombres, que no distinguen la derecha de la izquierda, y gran cantidad de ganado?"

Salmo 85
"Tú, Señor, eres bueno y clemente."

Tú eres mi Dios, piedad de mí, Señor, que a ti estoy llamando todo el día; alegra el alma de tu siervo, pues levanto mi alma hacia ti. R.
Porque tú, Señor, eres bueno y clemente, rico en misericordia con los que te invocan. Señor, escucha mi oración, atiende la voz de mi súplica. R.
Todos los pueblos vendrán a postrarse en tu presencia, Señor; bendecirán tu nombre: "Grande eres tú, y haces maravillas; tú eres el único Dios." R.

Evangelio según San Lucas 11,1-4
Una vez que estaba Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: "Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos," él les dijo: "Cuando oréis decid: 'Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino, danos cada día nuestro pan del mañana, perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe algo, y no nos dejes caer en la tentación.'"


COMENTARIO

¡Cuántas veces hemos rezado el Padre Nuestro en nuestra historia personal de vida!

Recuerdo de niño en la finca de los abuelos maternos, cuando al caer de la tarde y a la luz de una lámpara de petróleo la abuela entonaba el Santo Rosario. Todo iba bien aunque a velocidades gigantes. No desconozco las bondades de este tipo de oración. Pero ha sido de mucho crecimiento espiritual y misionero cuando con las comunidades de base aprendimos a meditar y reflexionar el Padre Nuestro.

Esta oración pedagógica que nos propone el evangelio se convirtió en un verdadero programa de vida, en una utopía que anima el caminar del creyente constantemente. Reconocer la paternidad divina para fortalecer la fraternidad humana, buscar en todo la voluntad de Dios para que el Reino siga floreciendo en medio de nosotros, pedir el pan de la vida, el mismo Jesús hecho pan, buscar la experiencia de la reconciliación y del perdón y pedir la protección contra toda seducción y maldad.

¡Todo un proyecto de vida humana!