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Liturgia y Espiritualidad: Textos Litúrgicos
Domingo 7 de enero de 2024 - Bautismo del Señor

TEXTOS

Libro de Isaías 55,1-11
Así dice el Señor: "Oíd, sedientos todos, acudid por agua, también los que no tenéis dinero: venid, comprad trigo, comed sin pagar vino y leche de balde. ¿Por qué gastáis dinero en lo que no alimenta, y el salario en lo que no da hartura? Escuchadme atentos, y comeréis bien, saborearéis platos sustanciosos. Inclinad el oído, venid a mí: escuchadme, y viviréis. Sellaré con vosotros alianza perpetua, la promesa que aseguré a David: a él lo hice mi testigo para los pueblos, caudillo y soberano de naciones; tú llamarás a un pueblo desconocido, un pueblo que no te conocía correrá hacia ti; por el Señor, tu Dios, por el Santo de Israel, que te honra. Buscad al Señor mientras se le encuentra, invocadlo mientras esté cerca; que el malvado abandone su camino, y el criminal sus planes; que regrese al Señor, y él tendrá piedad, a nuestro Dios, que es rico en perdón. Mis planes no son vuestros planes, vuestros caminos no son mis caminos -oráculo del Señor-. Como el cielo es más alto que la tierra, mis caminos son más altos que los vuestros, mis planes, que vuestros planes. Como bajan la lluvia y la nieve del cielo, y no vuelven allá sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, para que dé semilla al sembrador y pan al que come, así será mi palabra, que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que hará mi voluntad y cumplirá mi encargo."

Interleccional: Isaías 12,2-6
"Sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación."

El Señor es mi Dios y Salvador: confiaré y no temeré, porque mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación. Y sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación. R.
Dad gracias al Señor, invocad su nombre, contad a los pueblos sus hazañas, proclamad que su nombre es excelso. R.
Tañed para el Señor, que hizo proezas, anunciadlas a toda la tierra; gritad jubilosos, habitantes de Sión: "Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel." R.

Carta I de San Juan 5,1-9
Queridos hermanos: Todo el que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios; y todo el que ama a Dios que da el ser ama también al que ha nacido de él. En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios: si amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos. Pues en esto consiste el amor a Dios: en que guardamos sus mandamientos. Y sus mandamientos no son pesados, pues todo lo que ha nacido de Dios vence al mundo. Y lo que ha conseguido la victoria sobre el mundo es nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? Éste es el que vino con agua y con sangre: Jesucristo. No sólo con agua, sino con agua y con sangre; y el Espíritu es quien da testimonio, porque el Espíritu es la verdad. Porque tres son los testigos: el Espíritu, el agua y la sangre, y los tres están de acuerdo. Si aceptamos el testimonio humano, más fuerza tiene el testimonio de Dios. Éste es el testimonio de Dios, un testimonio acerca de su Hijo.

Evangelio según San Marcos 1,7-11
En aquel tiempo, proclamaba Juan: "Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo." Por entonces llegó Jesús desde Nazaret de Galilea a que Juan lo bautizara en el Jordán. Apenas salió del agua, vio rasgarse el cielo y al Espíritu bajar hacia él como una paloma. Se oyó una voz del cielo: "Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto."


COMENTARIO

Con la fiesta de hoy se cierra el ciclo de la Navidad.

Jesús ha crecido, se ha hecho grande y sale de su pueblo. Deja a su familia y orienta su vida en una nueva dirección. Lo primero de todo es dirigirse al desierto. Allí se encuentra con Juan el Bautista. Y decide bautizarse. El bautismo de Juan implicaba un real cambio de vida. El que se bautizaba no se obligaba a formar parte de ningún grupo, no se convertía en discípulo de Juan. Pero se comprometía a volver su corazón al Señor, a convertirse, a cambiar su vida para estar preparado ante la venida del Mesías, del enviado de Dios. Bautizarse era abrir el corazón a la presencia de Dios.

El bautismo de Juan tiene como finalidad, también, el arrepentimiento. Pero Pablo dice que en Jesús no había pecado. Entonces ¿cómo se debe entender el bautismo de Jesús? Es que allí en el desierto Jesús meditó, sin duda, la Palabra de Dios, y, por el Bautismo, asumió en todo nuestra condición humana. Se solidarizó con la tragedia humana para liberarla y comunicarle la vida en plenitud que viene del mismo Dios. El Bautismo es la manifestación del compromiso de Jesús con su pueblo. Al sumergirse en las aguas bautismales Jesús se compromete radicalmente con la historia del pueblo para luchar por su dignificación y su liberación integral.

En adelante ése sería el objeto de su vida. Sin gritar, sin destruir a nadie, respetando a todos, pero proclamando con firmeza la ley de Dios, el derecho de los hijos de Dios. Su palabra sería luz para las naciones, palabra liberadora para los oprimidos y sanadora para los enfermos. Jesús se sintió llamado por Dios para una misión. No sólo eso. Experimentó y sintió profundamente que Dios era su Padre. Desde entonces, esa experiencia profunda no le abandonó en ningún momento. Le dio la fuerza para cumplir su misión hasta la entrega final en la cruz. El Evangelio expresa esta realidad profunda diciendo que Jesús, al bautizarse oyó una voz de lo alto que decía: "Tú eres mi Hijo amado. En ti me complazco."

Lo que vino después de aquel bautizo, lo iremos viendo y reflexionando en los próximos domingos. Pero su resumen final está en un texto guardado en los Hechos de los Apóstoles: "pasó haciendo el bien y sanando a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él". ¿Qué más se podría decir de Jesús?

A Jesús el bautismo de Juan le hizo encontrarse con su propia llamada y vocación. A nosotros nos hace falta volver a recordar y revivir nuestro Bautismo para descubrir nuestra auténtica y más profunda llamada a ser hijos de Dios, a vivir en todo momento como tales hijos. Y lo mejor que se podría decir de nosotros al final de nuestra vida es que pasamos haciendo el bien a todos porque Dios estaba con nosotros.

¿Qué otra cosa son los santos?

Y todo porque nos sentimos hijos de Dios, porque no tenemos otro dueño más que el que quiere nuestra libertad y nuestra felicidad, el que nos quiere hijos y hermanos unos de otros.

Es la oportunidad, también, para revisar nuestro camino de conversión sincera y compromiso con la justicia y la paz para todos.

¿Cómo has vivido tu compromiso bautismal?

¿Qué aspectos piensas trabajar para vivir auténticamente el bautismo recibido?