Lunes 8 de enero de 2024 - 1ª del Tiempo Ordinario
TEXTOS
Libro I de Samuel 1,1-8
Había un hombre sufita, oriundo de Ramá, en la serranía de Efraín, llamado Elcaná, hijo de Yeroján, hijo de Elihú, hijo de Toju, hijo de Suf, efraimita. Tenía dos mujeres: una se llamaba Ana y la otra Fenina; Fenina tenía hijos, y Ana no los tenía. Aquel hombre solía subir todos los años desde su pueblo, para adorar y ofrecer sacrificios al Señor de los ejércitos en Siló, donde estaban de sacerdotes del Señor los dos hijos de Elí, Jofní y Fineés. Llegado el día de ofrecer el sacrificio, repartía raciones a su mujer Fenina para sus hijos e hijas, mientras que a Ana le daba sólo una ración; y eso que la quería, pero el Señor la había hecho estéril. Su rival la insultaba, ensañándose con ella para mortificarla, porque el Señor la había hecho estéril. Así hacía año tras año; siempre que subían al templo del Señor, solía insultarla así. Una vez Ana lloraba y no comía. Y Elcaná, su marido, le dijo: «Ana, ¿por qué lloras y no comes? ¿Por qué te afliges? ¿No te valgo yo más que diez hijos?»
Salmo 115
"Te ofreceré, Señor, un sacrificio de alabanza."
¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Alzaré la copa de la salvación, invocando su nombre. R.
Cumpliré al Señor mis votos en presencia de todo el pueblo. Te ofreceré un sacrificio de alabanza, invocando tu nombre, Señor. R.
Cumpliré al Señor mis votos en presencia de todo el pueblo, en el atrio de la casa del Señor, en medio de ti, Jerusalén. R.
Evangelio según San Marcos 1,14-20
Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Decía: «Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio.» Pasando junto al lago de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que eran pescadores y estaban echando el copo en el lago. Jesús les dijo: «Venid conmigo y os haré pescadores de hombres.» Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Un poco más adelante vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca repasando las redes. Los llamó, dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon con él.
COMENTARIO
Terminó el ciclo de Adviento-Navidad. Comienza otra cosa: el Tiempo Ordinario. Como su nombre indica, en él no hay nada "especial": no es el tiempo de las grandes fiestas, no es el momento de las grandes celebraciones... es el tiempo de "la hora que no brilla" en la que se construye la vida. Así, calladamente. Por eso el Tiempo Ordinario es también un tiempo importante, desde su discreción. Si la Navidad es el tiempo de Belén y la Pascua es el momento de Jerusalén, el Tiempo Ordinario es el tiempo de Nazaret...
Para comenzar este tiempo, el Evangelio nos presenta un pasaje precioso. Es aquél en el que Jesús, saliendo de su pueblo, comienza su tarea: anunciar la Buena Noticia del Reino."Se ha cumplido el plazo, está cerca el Reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio".
Y para comenzar esta empresa, Jesús empieza "contratando obreros". Parecería más prudente quizá haber madurado más el proyecto, o las estrategias... o haber hecho una selección de personal más cuidada... Y sin embargo, Jesús se lanza a llamar personalmente a los que ve: a Pedro, a Andrés, a Santiago, a Juan... Ya habrá tiempo de madurar, ha habrá ocasión de ir orientando la tarea. Ahora es tiempo de comenzar. Y para ello asocia a algunos para que, con Él, puedan llevar adelante el querer de Dios.
Hoy en nuestra Iglesia, Jesús sigue llamando. Porque la obra que Él comenzó aún no se ha completado. Ya está la semilla sembrada, pero aún no ha llegado su efecto a todo ni a todos. Por eso Jesús hoy sigue llamando. A unos, para que vivan como Él, en pobreza, castidad y obediencia, en comunidad de vida, sirviendo a otros. A otros para que presidan la eucaristía y la comunidad, con la palabra y con la vida. A otros más para que salgan a todos los rincones del mundo y evangelicen con su presencia, con su trabajo, desde la familia y desde la presencia en la sociedad.
La pastoral vocacional es una urgencia en nuestra Iglesia de hoy. Porque Jesús sigue necesitando corazones y manos para que el Reino de Dios llegue a más corazones y a más rincones de nuestro mundo. A cada uno nos llamará a un camino propio, según nuestras cualidades, nuestra historia... y según su voluntad. Y esa llamada continúa a lo largo de la vida en un diálogo continuo, para ir respondiendo a lo que la vida va planteando. El Sínodo de los Obispos de este año sobre "Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional" puede ayudar a buscar su vocación a los más jóvenes, y a todos a recordar la nuestra.
Y tú, ¿ya sabes lo que Jesús quiere de ti? Y si lo sabes, ¿cómo lo vives?
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