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Liturgia y Espiritualidad: Textos Litúrgicos
Martes 16 de enero de 2024

TEXTOS

Libro I de Samuel 16,1-13
En aquellos días, el Señor dijo a Samuel: "¿Hasta cuándo vas a estar lamentándote por Saúl, si yo lo he rechazado como rey de Israel? Llena tu cuerno de aceite y vete. Voy a enviarte a Jesé, de Belén, porque he visto entre sus hijos un rey para mí". Samuel contestó: "¿Cómo voy a ir? Si se entera Saúl, me mata". El Señor le dijo: "Llevas una novilla y dices que vas a hacer un sacrificio al Señor. Convidas a Jesé al sacrificio, y yo te indicaré lo que tienes que hacer; me ungirás al que yo te diga". Samuel hizo lo que le mandó el Señor. Cuando llegó a Belén, los ancianos del pueblo fueron ansiosos a su encuentro: "¿Vienes en son de paz?" Respondió: "Sí, vengo a hacer un sacrificio al Señor. Purificaos y venid conmigo al sacrificio". Purificó a Jesé y a sus hijos y los convidó al sacrificio. Cuando llegaron, vio a Eliab y se dijo: "Sin duda está ante el Señor su ungido". Pero el Señor dijo a Samuel: "No mires su apariencia ni su gran estatura, pues yo le he descartado. La mirada de Dios no es como la mirada del hombre, pues el hombre mira las apariencias, pero el Señor mira el corazón". Jesé llamó a Abinadab y lo hizo pasar ante Samuel; y Samuel dijo: "Tampoco a éste lo ha elegido el Señor". Jesé hizo pasar a Sama; y Samuel dijo: "Tampoco a éste lo ha elegido el Señor". Hizo pasar Jesé sus siete hijos ante Samuel, pero Samuel dijo: "A ninguno de éstos ha elegido el Señor". Preguntó entonces Samuel a Jesé: "¿No quedan ya más muchachos?" El respondió: "Todavía falta el más pequeño, que está guardando el rebaño". Dijo entonces Samuel a Jesé: "Manda que lo traigan, porque no comeremos hasta que haya venido". Mandó, pues, que lo trajeran; era rubio, de bellos ojos y hermosa presencia. Dijo el Señor: "Levántate y úngelo, porque éste es". Tomó Samuel el cuerno de aceite y lo ungió en medio de sus hermanos. En aquel momento invadió a David el espíritu del Señor, y estuvo con él en adelante. Samuel emprendió la vuelta a Ramá.

Salmo 88
"Encontré a David mi siervo."

Un día hablaste en visión a tus amigos: He ceñido la corona a un héroe, he levantado a un soldado sobre el pueblo. R.
Encontré a David mi siervo y lo he ungido con óleo sagrado; para que mi mano esté siempre con él y mi brazo lo haga valeroso. R.
El me invocará: Tú eres mi padre, mi Dios, mi Roca salvadora, y yo lo nombraré mi primogénito, excelso entre los reyes de la tierra. R.

Evangelio según San Marcos 2,23-28
Un sábado atravesaba el Señor un sembrado; mientras andaban, los discípulos iban arrancando espigas. Los fariseos le dijeron: "Oye, ¿por qué hacen en sábado lo que no está permitido?" El les respondió: "¿No habéis leído nunca lo que hizo David cuando él y sus hombres se vieron faltos y con hambre? Entró en la casa de Dios, en tiempo del sumo sacerdote Abiatar, comió de los panes presentados, que sólo pueden comer los sacerdotes, y les dio también a sus compañeros". Y añadió: "El sábado se hizo para el hombre, y no el hombre para el sábado; así que el Hijo del hombre es señor también del sábado".


COMENTARIO

Del ayuno que hablábamos ayer pasamos al hambre que padecen los discípulos.

Los fariseos, expertos en la interpretación de la Ley, entran en polémica con el Señor del sábado al permitir a sus discípulos más de lo que la tradición concedía. Apelando a la misma Escritura a la que aducían los fariseos, Jesús muestra su sabiduría y defiende a sus seguidores haciendo notar que la Ley es para ofrecer vida, no para fomentar la muerte; la convierte al proyecto original de Dios en favor del ser humano. La Ley no debe ser un yugo asfixiante sino un medio liberador pues es don y no imposición.

Jesús actúa en su calidad de "Hijo del Hombre" por lo tanto superior al Rey David; Jesús es el Señor del tiempo y de la historia y es libertad absoluta de Dios que muestra su amor y predilección por los necesitados, los pobres de este mundo, los que tienen hambre.

Pidamos que el Espíritu Santo nos ilumine y fortalezca para no quedar prisioneros de nuestras concepciones legalistas que nos impiden encontrarnos con Dios y los hermanos.