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Liturgia y Espiritualidad: Textos Litúrgicos
Lunes 11 de marzo de 2024

TEXTOS

Libro de Isaías 65,17-21
Así dice el Señor: "Mirad: yo voy a crear un cielo nuevo y una tierra nueva: de lo pasado no habrá recuerdo ni vendrá pensamiento, sino que habrá gozo y alegría perpetua por lo que voy a crear. Mirad: voy a transformar a Jerusalén en alegría, y a su pueblo en gozo; me alegraré de Jerusalén y me gozaré de mi pueblo, y ya no se oirán en ella gemidos ni llantos; ya no habrá allí niños malogrados ni adultos que no colmen sus años, pues será joven el que muera a los cien años, y el que no los alcance se tendrá por maldito. Construirán casas y las habitarán, plantarán viñas y comerán sus frutos."

Salmo 29
"Te ensalzaré, Señor, porque me has librado."

Te ensalzaré, Señor, porque me has librado y no has dejado que mis enemigos se rían de mí. Señor, sacaste mi vida del abismo, me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa. R.
Tañed para el Señor, fieles suyos, dad gracias a su nombre santo; su cólera dura un instante; su bondad, de por vida; al atardecer nos visita el llanto; por la mañana, el júbilo. R.
Escucha, Señor, y ten piedad de mí; Señor, socórreme. Cambiaste mi luto en danzas. Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre. R.

Evangelio según San Juan 4,43-54
En aquel tiempo, salió Jesús de Samaría para Galilea. Jesús mismo había hecho esta afirmación: "Un profeta no es estimado en su propia patria." Cuando llegó a Galilea, los galileos lo recibieron bien, porque habían visto todo lo que había hecho en Jerusalén durante la fiesta, pues también ellos habían ido a la fiesta. Fue Jesús otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Había un funcionario real que tenía un hijo enfermo en Cafarnaún. Oyendo que Jesús había llegado de Judea a Galilea, fue a verle, y le pedía que bajase a curar a su hijo que estaba muriéndose. Jesús le dijo: "Como no veáis signos y prodigios, no creéis." El funcionario insiste: "Señor, baja antes de que se muera mi niño." Jesús le contesta: "Anda, tu hijo está curado." El hombre creyó en la palabra de Jesús y se puso en camino. Iba ya bajando, cuando sus criados vinieron a su encuentro diciéndole que su hijo estaba curado. Él les preguntó a qué hora había empezado la mejoría. Y le contestaron: "Hoy a la una lo dejó la fiebre." El padre cayó en la cuenta de que ésa era la hora cuando Jesús le había dicho: "Tu hijo está curado." Y creyó él con toda su familia. Este segundo signo lo hizo Jesús al llegar de Judea a Galilea.


COMENTARIO

Los que se han visto obligados a dejar atrás aquello que han amado, familia, amigos y su tierra, sueñan con retomar su vida, pero en plenitud: apacible, productiva y gozosa. Aquel día es el que revive el Tercer Isaías ante la decrépita Jerusalén de sus amores. El profeta es alguien casado con ese sueño que Dios le comparte.

¿Cuál es nuestro sueño? ¿Qué queremos transformar?

La Cuaresma nos da la oportunidad de renovar en las aguas bautismales nuestra fuerza profética. Y es que una transformación que no pase por el misterio pascual de Jesús, no es un ideal cristiano, pues Dios no lo comparte.

Pensemos, por ejemplo en lo que Jesús realiza al curar al hijo del administrador real, es decir, alguien que trabajaba para los herodianos, y que tendría un estatus social estable, odiado por alguno y envidiado por otros, pero que no garantiza vida plena; los padres con hijos difuntos, podrán decirlo mejor.

Démonos, pues, la oportunidad de soñar el sueño de Dios para la humanidad entera, y trabajemos con fe cristiana en él.