Lunes 27 de mayo de 2024 - 8ª del Tiempo Ordinario
TEXTOS
Carta I de San Pedro 1,3-9
Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que en su gran misericordia, por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, nos ha hecho nacer de nuevo para una esperanza viva, para una herencia incorruptible, pura, imperecedera, que os está reservada en el cielo. La fuerza de Dios os custodia en la fe para la salvación que aguarda a manifestarse en el momento final. Alegraos de ello, aunque de momento tengáis que sufrir un poco, en pruebas diversas: así la comprobación de vuestra fe -de más precio que el oro, que, aunque perecedero, lo aquilatan al fuego- llegará a ser alabanza y gloria y honor cuando se manifieste Jesucristo. No habéis visto a Jesucristo, y lo amáis; no lo veis, y creéis en él; y os alegráis con un gozo inefable y transfigurado, alcanzando así la meta de vuestra fe: vuestra propia salvación.
Salmo 110
"El Señor recuerda siempre su alianza."
Doy gracias al Señor de todo corazón, en compañía de los rectos, en la asamblea. Grandes son las obras del Señor, dignas de estudio para los que las aman. R.
Él da alimento a sus fieles, recordando siempre su alianza; mostró a su pueblo la fuerza de su obrar, dándoles la heredad de los gentiles. R.
Envió la redención a su pueblo, ratificó para siempre su alianza; la alabanza del Señor dura por siempre. R.
Evangelio según San Marcos 10,17-27
En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló y le preguntó: "Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?" Jesús le contestó: "¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios. Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre." Él replicó: "Maestro, todo eso lo he cumplido desde pequeño." Jesús se le quedó mirando con cariño y le dijo: "Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dales el dinero a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, luego sígueme." A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó pesaroso, porque era muy rico. Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: "¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el reino de Dios!" Los discípulos se extrañaron de estas palabras. Jesús añadió: "Hijos, ¡qué difícil les es entrar en el reino de Dios a los que ponen su confianza en el dinero! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios." Ellos se espantaron y comentaban: "Entonces, ¿quién podrá salvarse?" Jesús se les quedó mirando y les dijo: "Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo."
COMENTARIO
Este joven tiene todos los bienes que le aseguran una vida de satisfacciones en el mundo, cumple con los mandamientos y sin embargo siente que algo le falta. Busca en Jesús una plenitud que sus tesoros no le dan. Pero tiene el corazón atado a sus riquezas y no puede entender que la vida que busca comienza por hacer espacio dentro suyo para que pueda ser llenado de hermandad, igualdad y solidaridad con los pobres, es decir de otros bienes que el dinero no compra. El Señor lo invita a aligerar el equipaje para entrar en la comunidad de hermanos que lo han dejado todo para seguirlo. Vender los bienes acumulados y darlos a los pobres era la condición para iniciar una vida de igualdad.
La salvación viene de Dios que la da gratuitamente, pero hay que despojar el corazón de ese apego a la riqueza que hace pensar que la vida está asegurada por los bienes que se poseen.
Aprendamos a poner nuestra confianza en Dios y a abandonarnos con serenidad en sus manos llenas de ternura.
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