Martes 18 de junio de 2024
TEXTOS
Libro I de los Reyes 21,17-29
Después de la muerte de Nabot, el Señor dirigió la palabra a Elías, el tesbita: "Anda, baja al encuentro de Ajab, rey de Israel, que vive en Samaria. Mira, está en la viña de Nabot, adonde ha bajado para tomar posesión. Dile: «Así dice el Señor: '¿Has asesinado, y encima robas?, Por eso, así dice el Señor: En el mismo sitio donde los perros han lamido la sangre de Nabot, a ti también los perros te lamerán la sangre.'»". Ajab dijo a Elías: "¿Conque me has sorprendido, enemigo mío?" Y Elías repuso: "¡Te he sorprendido! Por haberte vendido, haciendo lo que el Señor reprueba, aquí estoy para castigarte; te dejaré sin descendencia, te exterminaré todo israelita varón, esclavo o libre. Haré con tu casa como con la de Jeroboán, hijo de Nabal, y la de Basá, hijo de Ajías, porque me has irritado y has hecho pecar a Israel. También ha hablado el Señor contra Jezabel: «Los perros la devorarán en el campo de Yezrael.» A los de Ajab que mueran en poblado los devorarán los perros, y a los que mueran en descampado los devorarán las aves del cielo." Y es que no hubo otro que se vendiera como Ajab para hacer lo que el Señor reprueba, empujado por su mujer Jezabel. Procedió de manera abominable, siguiendo a los ídolos, igual que hacían los amorreos, a quienes el Señor había expulsado ante los israelitas. En cuanto Ajab oyó aquellas palabras, se rasgó las vestiduras, se vistió un sayal y ayunó; se acostaba con el sayal puesto y andaba taciturno. El Señor dirigió la palabra a Elías, el tesbita: "¿Has visto cómo se ha humillado Ajab ante mí? Por haberse humillado ante mí, no lo castigaré mientras viva; castigaré a su familia en tiempo de su hijo."
Salmo 50
"Misericordia, Señor: hemos pecado."
Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa; lava del todo mi delito, limpia mi pecado. R.
Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado: contra ti, contra ti solo pequé, cometí la maldad que aborreces. R.
Aparta de mi pecado tu vista, borra en mí toda culpa. Líbrame de la sangre, oh Dios, Dios, Salvador mío, y cantará mi lengua tu justicia. R.
Evangelio según San Mateo 5,43-48
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: "Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo. Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os aborrecen y rezad por los que os persiguen y calumnian. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos. Porque, si amáis a los os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y si saludáis sólo a vuestro hermano, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los paganos? Por tanto, sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto".
COMENTARIO
Hoy más que nunca, las relaciones interpersonales, sociales, económicas y políticas, se miden por la capacidad de competir, rendir y producir. Con estas condiciones, el ser humano no sólo tiende a la depresión, al fracaso y al cansancio sistemático, sino a considerar al otro como una amenaza y un "terrorista" en potencia, justificando cualquier tipo de violencia.
Ante estas situaciones, las enseñanzas de Jesús que nos trasmite el texto de Mateo, nos proponen y comunican sentidos inéditos y radicales: practicar el amor y la justicia efectiva como camino de crecimiento que moviliza a la persona y a los grupos humanos por medio de la colaboración solidaria, la responsabilidad social y la capacidad de crear condiciones pacíficas y de justicia en las cuales nos realicemos plenamente.
Este camino exige transformar a los sujetos y las estructuras sociales en una nueva comunidad capaz de cumplir el derecho y el querer de Dios, que no es sino su proyecto de llevar hasta las últimas consecuencias las perfectibles posibilidades de humanización, de futuro «para todos» y para las generaciones venideras.
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