Martes 9 de julio de 2024
TEXTOS
Libro de Isaías 7,10-14;8,10c
El Señor habló a Ajaz en estos términos: «Pide para ti un signo de parte del Señor, en lo profundo del Abismo, o arriba, en las alturas.» Pero Ajaz respondió: «No lo pediré ni tentaré al Señor.» Isaías dijo: «Escuchen, entonces, casa de David: ¿Acaso no les basta cansar a los hombres, que cansan también a mi Dios? Por eso el Señor mismo les dará un signo. Miren, la joven está embarazada y dará a luz un hijo, y lo llamará con el nombre de Emanuel, que significa Dios está con nosotros.»
[O bien:
Carta de San Pablo a los Gálatas 4,4-7
Hermanos: Cuando se cumplió el tiempo establecido, Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer y sujeto a la Ley, para redimir a los que estaban sometidos a la Ley y hacernos hijos adoptivos. Y la prueba de que ustedes son hijos, es que Dios infundió en nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama a Dios llamándolo ¡Abba!, es decir, ¡Padre! Así, ya no eres más esclavo, sino hijo, y por lo tanto, heredero por la gracia de Dios.]
Interleccional: Lucas 1,46-55
"El Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas."
Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador. R.
Porque el miró con bondad la pequeñez de su servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz, porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas: ¡su Nombre es santo! R.
Su misericordia se extiende de generación en generación sobre aquellos que lo temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón. R.
Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los humildes. Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías. R.
Socorrió a Israel, su servidor, acordándose de su misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abraham y de su descendencia para siempre. R.
Evangelio según San Lucas 1,39-47
María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: «¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor.» María dijo entonces: «Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador.»
COMENTARIO
Hoy se nos propone a María, Nuestra Señora, Madre de Dios y Madre de los hijos de Dios, como figura de la Madre del Redentor, cuyo nombre con cariño debemos invocar.
En nuestra tradición el nombre tiene gran importancia y se vincula, en muchos casos a una misión y vocación particular en la vida. El nombre de María, hace referencia a "la elegida por Dios" y el texto que san Lucas nos ofrece hoy, nos ayuda a contemplar parte de lo es la vocación y misión que la virgen María fue llamada a desarrollar y que en síntesis el texto lo expresa con los siguientes elementos: es "la Madre del Señor", que "sale al encuentro" (anuncio) y que "glorifica a Dios".
De este modo, se nos insiste como Iglesia a acoger en nuestra vida al Señor y sobretodo a creerle, a crecer en fe, a seguir en la dinámica y misión de una Iglesia en salida, para que allí, en el servicio o dónde nos encontremos "glorifiquemos a Dios".
Es bueno dejarnos interpelar por la misión que la Virgen María desarrolló.
¿Cómo he acogido al Señor? ¿En mi vida lo estoy anunciando? ¿cómo estoy reconociendo a Dios en mi vida y en la historia? Y en definitiva ¿a qué me siento llamado en mi vida?
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