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Liturgia y Espiritualidad: Textos Litúrgicos
Sábado 31 de agosto de 2024

TEXTOS

Carta I de San Pablo a los Corintios 1,26-31
Hermanos, fijaos en vuestra asamblea, no hay en ella muchos sabios en lo humano, ni muchos poderosos, ni muchos aristócratas; todo lo contrario, lo necio del mundo lo ha escogido Dios para humillar a los sabios, y lo débil del mundo lo ha escogido Dios para humillar el poder. Aún más, ha escogido la gente baja del mundo, lo despreciable, lo que no cuenta para anular a lo que cuenta, de modo que nadie pueda gloriarse en presencia del Señor. Por él vosotros sois en Cristo Jesús, en este Cristo que Dios ha hecho para nosotros sabiduría, justicia, santificación y redención. Y así -como dice la Escritura- "el que se gloríe, que se gloríe en el Señor".

Salmo 32
"Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como herencia."

Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor, el pueblo que él se escogió como heredad. El Señor mira desde el cielo, se fija en todos los hombres. R.
Los ojos del Señor están puestos en sus fieles, en los que esperan en su misericordia, para librar sus vidas de la muerte y reanimarlos en tiempo de hambre. R.
Nosotros aguardamos al Señor: él es nuestro auxilio y escudo; con él se alegra nuestro corazón, en su santo nombre confiamos. R.

Evangelio según San Mateo 25,14-30
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: "Un hombre que se iba al extranjero llamó a sus empleados y los dejó encargados de sus bienes: a uno le dejó cinco talentos de plata, a otro dos, a otro uno, a cada cual según su capacidad; luego se marchó. El que recibió cinco talentos fue enseguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos. En cambio, el que recibió uno, hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor. Al cabo de mucho tiempo volvió el señor de aquellos empleados y se puso a ajustar cuentas con ellos. Se acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo: 'Señor, cinco talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco'. Su señor le dijo: 'Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor'. Se acercó luego el que había recibido dos talentos y dijo: 'Señor, dos talentos me dejaste; mira, he ganado otros dos'. Su señor le dijo: 'Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor'. Finalmente se acercó el que había recibido un talento y dijo: 'Señor, sabía que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces; tuve miedo y fui a esconder tu talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo'. El señor le respondió: 'Eres un empleado negligente y holgazán; ¿conque sabías que siego donde no siembro y recojo donde no esparzo? Pues debías haber puesto mi dinero en el banco, para que, al volver yo, pudiera recoger lo mío con los intereses. Quitadle el talento y dádselo al que tiene diez. Porque el que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Y a ese empleado inútil echadlo fuera, a las tinieblas, allí será el llanto y el rechinar de dientes'".


COMENTARIO

Hoy nos encontramos con una parábola de difícil interpretación. Pareciera que Jesús estuviera haciendo apología del capitalismo salvaje que tantas veces hemos denunciado. Pero no, el sentido de la parábola está relacionado con la cantidad de dones que Dios mismo ha puesto en el corazón del ser humano para hacerlos fructificar en función de la extensión del reino de Dios.

Todos los seres humanos estamos dotados de grandes cualidades, aptitudes, destrezas y habilidades. Estas nos han sido dadas para cualificarlas y perfeccionarlas y colocarlas al servicio de las personas más necesitadas y, con ellas, dejar que el Reinado de Dios acontezca en medio de nosotros. Pero a veces, muchas veces, acaparamos los dones recibidos para nuestro provecho egoísta y mezquino. De hecho vivimos un ambiente social basado en el individualismo y la competencia desleal.

El trabajo de la evangelización pasa necesariamente por la sensibilización de los corazones para que entendamos de una vez por todas que la vida del ser humano tiene sentido cuando se aprende a vivir la comunión y solidaridad universal.

¿Cómo entregas tus dones a los demás?