Viernes 20 de septiembre de 2024
TEXTOS
Carta I de San Pablo a los Corintios 15,12-20
Hermanos: Si se anuncia que Cristo resucitó de entre los muertos, ¿cómo algunos de ustedes afirman que los muertos no resucitan? ¡Si no hay resurrección, Cristo no resucitó! Y si Cristo no resucitó, es vana nuestra predicación y vana también la fe de ustedes. Incluso, seríamos falsos testigos de Dios, porque atestiguamos que él resucitó a Jesucristo, lo que es imposible, si los muertos no resucitan. Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó. Y si Cristo no resucitó, la fe de ustedes es inútil y sus pecados no han sido perdonados. En consecuencia, los que murieron con la fe en Cristo han perecido para siempre. Si nosotros hemos puesto nuestra esperanza en Cristo solamente para esta vida, seríamos los hombres más dignos de lástima. Pero no, Cristo resucitó de entre los muertos, el primero de todos.
Salmo 16
"¡Me saciaré de tu presencia, Señor!"
Escucha, Señor, mi justa demanda, atiende a mi clamor; presta oído a mi plegaria, porque en mis labios no hay falsedad. R.
Yo te invoco, Dios mío, porque tú me respondes: inclina tu oído hacia mí y escucha mis palabras. Muestra las maravillas de tu gracia, Tú que salvas de los agresores a los que buscan refugio a tu derecha. R.
Escóndeme a la sombra de tus alas, y por tu justicia, contemplaré tu rostro, y al despertar, me saciaré de tu presencia. R.
Evangelio según San Lucas 8,1-3
Jesús recorría las ciudades y los pueblos, predicando y anunciando la Buena Noticia del Reino de Dios. Lo acompañaban los Doce y también algunas mujeres que habían sido curadas de malos espíritus y enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, esposa de Cusa, intendente de Herodes, Susana y muchas otras, que los ayudaban con sus bienes.
COMENTARIO
En el evangelio de hoy sorprende, en cierto sentido, que al lado de los hombres hay también mujeres "junto a Jesús". Lucas coloca a los discípulos y a las discípulas en pie de igualdad, pues ambos siguen a Jesús.
En una época en que el testimonio de las mujeres no era considerado como válido Jesús acepta a las mujeres como seguidoras y discípulas, esto nos habla de la fuerza libertadora de Dios, que supera prejuicios y hace que la mujer se levante y asuma su dignidad.
A la luz del Evangelio nos podemos preguntar ¿de qué manera estoy valorando hoy a la mujer en mi entorno y en mi comunidad? ¿Mi actitud es semejante a la de Jesús?
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