Sábado 5 de octubre de 2024
TEXTOS
Libro de Job 42,1-3.5-6.12-16
Job respondió al Señor: "Reconozco que lo puedes todo, y ningún plan es irrealizable para ti, yo, el que te empaño tus designios con palabras sin sentido; hablé de grandezas que no entendía, de maravillas que superan mi comprensión. Te conocía sólo de oídas, ahora te han visto mis ojos; por eso, me retracto y me arrepiento, echándome polvo y ceniza." El Señor bendijo a Job al final de su vida más aún que al principio; sus posesiones fueron catorce mil ovejas, seis mil camellos, mil yuntas de bueyes y mil borricas. Tuvo siete hijos y tres hijas: la primera se llamaba Paloma, la segunda Acacia, la tercera Azabache. No había en todo el país mujeres más bellas que las hijas de Job. Su padre les repartió heredades como a sus hermanos. Después Job vivió cuarenta años, y conoció a sus hijos y a sus nietos y a sus biznietos. Y Job murió anciano y satisfecho.
Salmo 118
"Haz brillar, Señor, tu rostro sobre tu siervo."
Enséñame a gustar y a comprender, porque me fío de tus mandatos. R.
Me estuvo bien el sufrir, así aprendí tus mandamientos. R.
Reconozco, Señor, que tus mandamientos son justos, que con razón me hiciste sufrir. R.
Por tu mandamiento subsisten hasta hoy, porque todo está a tu servicio. R.
Yo soy tu siervo: dame inteligencia, y conoceré tus preceptos. R.
La explicación de tus palabras ilumina, da inteligencia a los ignorantes. R.
Evangelio según San Lucas 10,17-24
En aquel tiempo, los setenta y dos volvieron muy contentos y dijeron a Jesús: "Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre." Él les contestó: "Veía a Satanás caer del cielo como un rato. Mirad: os he dado potestad para pisotear serpientes y escorpiones y todo el ejército del enemigo. Y no os hará daño alguno. Sin embargo, no estéis alegres porque se os someten los espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo." En aquel momento, lleno de la alegría del Espíritu Santo, exclamó: "Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, porque así te ha parecido bien. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo, sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiere revelar." Y volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte: "¡Dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que veis vosotros, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron."
COMENTARIO
La comunidad que camina en nombre de Jesús lleva consigo un proyecto tan bello que hasta los poderes instalados en este mundo se rinden ante el testimonio de sus anunciadores. Las fuerzas del mal retrocederán gradualmente. Pero su alegría más grande es porque sus nombres ya están en la lista de Dios.
Éste es, para Jesús, el método del actuar de Dios desde la pequeñez y la gratuidad. Y resulta tan hermoso experimentar este actuar de Dios que provoca en labios de Jesús, y unidos a Él en nuestros propios labios, un himno de la alegría, una alabanza, un método de oración para copiarlo y expresarlo en nuestras reuniones, en nuestras lecturas orantes de la palabra.
Alabamos a Dios porque ha revelado a la gente sencilla, a esa gente de los barrios marginados, a esas mujeres luchadoras incansables en su trabajo evangelizador, a esas comunidades eclesiales de base insertas en la vida del pueblo. A tanta gente sencilla que no aparece en las portadas de los periódicos pero que van tejiendo la vida digna con los valores del evangelio.
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