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Liturgia y Espiritualidad: Textos Litúrgicos
Lunes 4 de noviembre de 2024

TEXTOS

Carta de San Pablo a los Filipenses 2,1-4
Hermanos: Si queréis darme el consuelo de Cristo y aliviarme con vuestro amor, si nos une el mismo Espíritu y tenéis entrañas compasivas, dadme esta gran alegría: manteneos unánimes y concordes con un mismo amor y un mismo sentir. No obréis por rivalidad ni por ostentación, dejaos guiar por la humildad y considerad siempre superiores a los demás. No os encerréis en vuestros intereses, sino buscad todos el interés de los demás.

Salmo 130
"Guarda mi alma en la paz, junto a ti Señor."

Señor, mi corazón no es ambicioso, ni mis ojos altaneros; no pretendo grandezas que superan mi capacidad. R.
Sino que acallo y modero mis deseos, como un niño en brazos de su madre. R.
Espera Israel en el Señor ahora y por siempre. R.

Evangelio según San Lucas 14,12-14
En aquel tiempo, dijo Jesús a uno de los principales fariseos que lo había invitado: "Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado. Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; dichoso tú, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos."


COMENTARIO

Lo que Pablo recomienda a los cristianos sigue teniendo vigencia, y resulta revolucionario en muchos ambientes.

La sociedad que alentamos, consumista y regida por el mercado, empuja a lo contrario, imponerse a los demás, y "dividir para vencer", como susurra la estrategia del poder. Los medios eclesiales no están exentos de ese afán de dominio que se ha infiltrado en algunos de ellos, donde la frivolidad y la vanagloria sofocan al Evangelio.

Jesús enseña algo contrario a la reciprocidad en el honor social que mantiene el equilibrio o el estatus quo entre iguales. En el banquete se expresaba la solidaridad y la comunión sociales. Jesús critica ese modo de solidaridad social porque deja fuera a los más necesitados de integración social, y de comida. Pobres, mancos, cojos y ciegos estaban excluidos de las liturgias del templo, que era la expresión mejor de la salud y santidad.

La santidad promovida por Jesús va en sentido contrario a la convencional. El punto de quiebre está en la deuda que aquellos excluidos contraen con su benefactor, cuando éste los transforma en comensales suyos, en sus prójimos.