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Liturgia y Espiritualidad: Textos Litúrgicos
Viernes 8 de noviembre de 2024

TEXTOS

Carta de San Pablo a los Filipenses 3,17-4,1
Hermanos: Sigan mi ejemplo, hermanos, y observen atentamente a los que siguen el ejemplo que yo les he dado. Porque ya les advertí frecuentemente y ahora les repito llorando: hay muchos que se portan como enemigos de la cruz de Cristo. Su fin es la perdición, su dios es el vientre, su gloria está en aquello que los cubre de vergüenza, y no aprecian sino las cosas de la tierra. En cambio, nosotros somos ciudadanos del cielo, y esperamos ardientemente que venga de allí como Salvador el Señor Jesucristo. El transformará nuestro pobre cuerpo mortal, haciéndolo semejante a su cuerpo glorioso, con el poder que tiene para poner todas las cosas bajo su dominio. Por eso, hermanos míos muy queridos, a quienes tanto deseo ver, ustedes que son mi alegría y mi corona, amados míos, perseveren firmemente en el Señor.

Salmo 121
"Vamos con alegría a la Casa del Señor."

¡Qué alegría cuando me dijeron: «Vamos a la Casa del Señor»! Nuestros pies ya están pisando tus umbrales, Jerusalén. R.
Jerusalén, que fuiste construida como ciudad bien compacta y armoniosa. Allí suben las tribus, las tribus del Señor. R.
-Según es norma en Israel- para celebrar el nombre del Señor. Porque allí está el trono de la justicia, el trono de la casa de David. R.

Evangelio según San Lucas 16,1-8
«Había un hombre rico que tenía un administrador, al cual acusaron de malgastar sus bienes. Lo llamó y le dijo: "¿Qué es lo que me han contado de ti? Dame cuenta de tu administración, porque ya no ocuparás más ese puesto." El administrador pensó entonces: "¿Qué voy a hacer ahora que mi señor me quita el cargo? ¿Cavar? No tengo fuerzas. ¿Pedir limosna? Me da vergüenza. ¡Ya sé lo que voy a hacer para que, al dejar el puesto, haya quienes me reciban en su casa!." Llamó uno por uno a los deudores de su señor y preguntó al primero: "¿Cuánto debes a mi señor?" "Veinte barriles de aceite", le respondió. El administrador le dijo: "Toma tu recibo, siéntate en seguida, y anota diez." Después preguntó a otro: "Y tú, ¿cuánto debes?" "Cuatrocientos quintales de trigo", le respondió. El administrador le dijo: "Toma tu recibo y anota trescientos." Y el señor alabó a este administrador deshonesto, por haber obrado tan hábilmente. Porque los hijos de este mundo son más astutos en su trato con los demás que los hijos de la luz.»


COMENTARIO

En el Evangelio de hoy se nos presenta una parábola que trata de la administración de los bienes. Se la conoce como la parábola del administrador deshonesto; una parábola desconcertante, pues el administrador emplea contactos, conocidos y habilidades comerciales para lograr su objetivo con audacia y astucia, aunque eso signifique robar.

En la parábola, Jesús no está alabando el robo, sino la presencia de espíritu del administrador, que sabe calcular bien las cosas y encontrar una salida en una situación extrema. Así, como los hijos de este mundo saben ser expertos en sus cosas, los hijos de la luz deben aprender de ellos a ser expertos en la solución de sus problemas, usando los criterios del Reino y no los criterios de este mundo. Jesús continuamente insiste que nos arriesguemos y dejemos todo por el Reino de Dios.

Hoy, en el contexto de nuestro tiempo, nos podemos preguntar: ¿tendremos la audacia para lograrlo?