Jueves 21 de noviembre de 2024 - Presentación de la Virgen María
TEXTOS
Libro de Zacarías 2,14-17
Grita de júbilo y alégrate, hija de Sión: porque yo vengo a habitar en medio de ti -oráculo del Señor-. Aquel día, muchas naciones se unirán al Señor: ellas serán un pueblo para él y habitarán en medio de ti. ¡Así sabrás que me ha enviado a ti el Señor de los ejércitos! El Señor tendrá a Judá como herencia, como su parte en la Tierra santa, y elegirá de nuevo a Jerusalén. ¡Que callen todos los hombres delante del Señor, porque él surge de su santa Morada!
[O bien (Feria):
Libro del Apocalipsis 5,1-10
Yo, Juan, a la derecha del que estaba sentado en el trono vi un rollo escrito por dentro y por fuera, y sellado con siete sellos. Y vi a un ángel poderoso, gritando a grandes voces: "¿Quién es digno de abrir el rollo y soltar sus sellos?" Y nadie, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el rollo y ver su contenido. Yo lloraba mucho, porque no se encontró a nadie digno de abrir el rollo y de ver su contenido. Pero uno de los ancianos me dijo: "No llores más. Sábete que ha vencido el león de la tribu de Judá, el vástago de David, y que puede abrir el rollo y sus siete sellos. " Entonces vi delante del trono, rodeado por los seres vivientes y los ancianos, a un Cordero en pie; se notaba que lo habían degollado, y tenía siete cuernos y siete ojos-son los siete espíritus que Dios ha enviado a toda la tierra-. El Cordero se acercó, y el que estaba sentado en el trono le dio el libro con la mano derecha. Cuando tomó el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron ante él; tenían cítaras y copas de oro llenas de perfume-son las oraciones de los santos-. Y entonaron un cántico nuevo: "Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos, porque fuiste degollado y con tu sangre compraste para Dios hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación; y has hecho de ellos para nuestro Dios un reino de sacerdotes, y reinan sobre la tierra."]
Interleccional: Lucas 1,46-55
"El Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas."
Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador. R.
Porque Él miró con bondad la pequeñez de su servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz, porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas: ¡su Nombre es santo! R.
Su misericordia se extiende de generación en generación sobre aquellos que lo temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón. R.
Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los humildes. Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías. R.
Socorrió a Israel, su servidor, acordándose de su misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abraham y de su descendencia para siempre. R.
[O bien Feria:
Salmo 149
"Has hecho de nosotros para nuestro Dios un reino de sacerdotes."
Cantad al Señor un cántico nuevo, resuene su alabanza en la asamblea de los fieles; que se alegre Israel por su Creador, los hijos de Sión por su Rey. R.
Alabad su nombre con danzas, cantadle con tambores y cítaras; porque el Señor ama a su pueblo y adorna con la victoria a los humildes. R.
Que los fieles festejen su gloria y canten jubilosos en filas: con vítores a Dios en la boca; es un honor para todos sus fieles. R.]
Evangelio según San Mateo 12,46-50
Jesús estaba hablando a la multitud, cuando su madre y sus hermanos, que estaban afuera, trataban de hablar con Él. Alguien le dijo: «Tu madre y tus hermanos están ahí afuera y quieren hablarte». Jesús le respondió: «¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?» Y señalando con la mano a sus discípulos, agregó: «Estos son mi madre y mis hermanos. Porque todo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre».
[O bien (Feria):
Evangelio según San Lucas 19,41-44
En aquel tiempo, al acercarse Jesús a Jerusalén y ver la ciudad, le dijo llorando: "¡Si al menos tú comprendieras en este día lo que conduce a la paz! Pero no: está escondido a tus ojos. Llegará un día en que tus enemigos te rodearán de trincheras, te sitiarán, apretarán el cerco, te arrasarán con tus hijos dentro, y no dejarán piedra sobre piedra. Porque no reconociste el momento de mi venida".]
COMENTARIO
El evangelio de hoy nos relata un episodio que en cierto sentido nos cuesta comprender... La misma idea aparece en otros párrafos de los evangelios sinópticos, donde Jesús dice haber venido a traer enfrentamientos entre hijo y padre, hija y madre, nuera y suegra, etc., etc.
A simple vista, pareciera el acabóse de las relaciones familiares tal como las entiende nuestra cultura. Sin embargo, Jesús no reniega de su familia; al contrario, amplía el concepto de madre y hermanos porque implica el amor a muchos bajo una sola forma de comprender la maternidad y la fraternidad: cumpliendo la voluntad del Padre del cielo.
Jesús sitúa la maternidad y la fraternidad en el modo de ser de Dios. Dios es quien nos da la vida, y la vida que tenemos está inserta en el modo de ser de Dios. La voluntad de Dios, es comprender su compasión y misericordia como lenguaje también humano.
Hoy Jesús, en el Evangelio, nos incluye en una nueva familia. Hoy él nos llama hermanos y hermanas. Y así nos impulsa a que nosotros también llamemos del mismo modo a quienes están con nosotros. Y, al verlos sufrir, estar en soledad o ser excluidos, también podamos abrazarlos y decir con el Señor: "Estos son mis hermanos y hermanas".
Con nuestro actuar úsomos hoy parte de la familia de Dios?
[O bien (Feria:
Hoy, San Lucas nos permite reflexionar en el amor que Dios nos manifiesta en Jesús de Nazaret, que llora por Jerusalén. Jesús experimenta dolor por el pueblo de Dios, por su actitud arrogante, por su visión estrecha y mezquina desde donde construyen las relaciones y la vida.
Jerusalén no comprendió que Dios les visitaba a través del Mesías Jesús. El pueblo de Dios perdió la capacidad de mirar con hondura y de discernir los signos de los tiempos y de los lugares. Y esa cerrazón es la que Jesús mira con tristeza y con profundo dolor.
Estamos invitados, como Jerusalén, a reconocer en Jesús al enviado de Dios. la palabra definitiva de Dios. Él presenta el plan de la voluntad del Padre. Acoger a Jesús y abrazar su causa es comprender que Dios nos ha visitado de manera definitiva en la persona del Hijo. Acojámoslo y seamos fieles a él y a su palabra.
¿Descubres algunos signos de arrogancia o cerrazón en tu comunidad cristiana? ¿Has perdido la capacidad de discernimiento?
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