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Liturgia y Espiritualidad: Textos Litúrgicos
Sábado 23 de noviembre de 2024

TEXTOS

Libro del Apocalipsis 11,4-12
Me fue dicho a mí, Juan: "Éstos son mis dos testigos, los dos olivos y los dos candelabros que están en la presencia del Señor de la tierra. Si alguno quiere hacerles daño, echarán fuego por la boca y devorarán a sus enemigos; así, el que intente hacerles daño morirá sin remedio. Tienen poder para cerrar el cielo, de modo que no llueva mientras dura su profecía; tienen también poder para transformar el agua en sangre y herir la tierra a voluntad con plagas de toda especie. Pero, cuando terminen su testimonio, la bestia que sube del abismo les hará la guerra, los derrotará y los matará. Sus cadáveres yacerán en la calle de la gran ciudad, simbólicamente llamada Sodoma y Egipto, donde también su Señor fue crucificado. Durante tres días y medio, gente de todo pueblo y raza, de toda lengua y nación, contemplarán sus cadáveres, y no permitirán que les den sepultura. Todos los habitantes de la tierra se felicitarán por su muerte, harán fiesta y se cambiarán regalos; porque estos dos profetas eran un tormento para los habitantes de la tierra." Al cabo de los tres días y medio, un aliento de vida mandado por Dios entró en ellos y se pusieron de pie, en medio del terror de todos los que lo veían. Oyeron entonces una voz fuerte que les decía desde el cielo: "Subid aquí." Y subieron al cielo en una nube, a la vista de sus enemigos.

Salmo 143
"Bendito el Señor, mi Roca."

Bendito el Señor, mi Roca, que adiestra mis manos para el combate, mis dedos para la pelea. R.
Mi bienhechor, mi alcázar, baluarte donde me pongo a salvo, mi escudo y mi refugio, que me somete los pueblos. R.
Dios mío, te cantaré un cántico nuevo, tocaré para ti el arpa de diez cuerdas: para ti que das la victoria a los reyes, y salvas a David, tu siervo. R.

Evangelio según San Lucas 20,27-40
En aquel tiempo se acercaron a Jesús unos saduceos, que niegan la resurrección, y le preguntaron: "Maestro, Moisés nos dejó escrito: 'Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer, pero sin hijos, cásese con la viuda y dé descendencia a su hermano'. Pues bien, había siete hermanos: el primero se casó y murió sin hijos. Y el segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete murieron sin dejar hijos. Por último murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete han estado casados con ella". Jesús les contestó: "En esta vida, hombres y mujeres se casan; pero los que sean juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos no se casarán. Pues ya no pueden morir, son como ángeles; son hijos de Dios, porque participan en la resurrección. Y que resucitan los muertos, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor 'Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob'. No es Dios de muertos, sino de vivos, porque para él todos están vivos". Intervinieron unos letrados: "Bien dicho, Maestro". Y no se atrevían a hacerle más preguntas.


COMENTARIO

La experiencia de la fe cristiana tiene su fundamento en la resurrección del Señor, como atestiguan los Evangelios y el Nuevo Testamento. Es en Jesús, muerto por el egoísmo del mundo y resucitado por el amor infinito del Padre, donde el bautizado encuentra sentido pleno de su vida y su quehacer en la historia.

Es del gozo de la Resurrección donde el hombre y la mujer de fe reciben las fuerzas necesarias para abrazar la Cruz como itinerario de seguimiento y de adhesión a la persona de Jesús y a su causa. Solo quien asume la realidad de la Cruz experimenta la Resurrección. Resucitar significa entrar bajo el amor total de Dios Padre.

El Cristianismo proclama la Resurrección de los muertos, realidad que Jesús experimentó en su propia vida. Si toda la Escritura tenía claro que Dios es un Dios de vivos y no de muertos, con la experiencia de resurrección experimentada en Jesús quedó clarificado de manera definitiva.

¿Cómo asumimos al Crucificado? ¿Cuáles son la señales de vida nueva en mi Comunidad?