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Liturgia y Espiritualidad: Textos Litúrgicos
Domingo 5 de enero de 2025 - Segunda de Navidad

TEXTOS

Libro del Eclesiástico 24,1-2.8-12
La Sabiduría hace el elogio de sí misma y se gloría en medio de su pueblo, abre la boca en la asamblea del Altísimo y se gloría delante de su Poder: «El Creador de todas las cosas me dio una orden, el que me creó me hizo instalar mi carpa, Él me dijo: "Levanta tu carpa en Jacob y fija tu herencia en Israel". Él me creó antes de los siglos, desde el principio, y por todos los siglos no dejaré de existir. Ante Él, ejercí el ministerio en la Morada santa, y así me he establecido en Sión; Él me hizo reposar asimismo en la Ciudad predilecta, y en Jerusalén se ejerce mi autoridad. Yo eché raíces en un Pueblo glorioso, en la porción del Señor, en su herencia».

Salmo 147
"La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros."

¡Glorifica al Señor, Jerusalén, alaba a tu Dios, Sión! Él reforzó los cerrojos de tus puertas y bendijo a tus hijos dentro de ti. R.
Él asegura la paz en tus fronteras y te sacia con lo mejor del trigo. Envía su mensaje a la tierra, su palabra corre velozmente. R.
Revela su palabra a Jacob, sus preceptos y mandatos a Israel: a ningún otro pueblo trató así ni le dio a conocer sus mandamientos. R.

Carta de San Pablo a los Efesios 1,3-6.15-18
Bendito sea Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en Cristo con toda clase de bienes espirituales en el cielo, y nos ha elegido en Él, antes de la creación del mundo, para que fuéramos santos e irreprochables en su presencia, por el amor. Él nos predestinó a ser sus hijos adoptivos por medio de Jesucristo, conforme al beneplácito de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, que nos dio en su Hijo muy querido. Por eso, habiéndome enterado de la fe que ustedes tienen en el Señor Jesús y del amor que demuestran por todos los hermanos, doy gracias sin cesar por ustedes, recordándolos siempre en mis oraciones. Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, les conceda un espíritu de sabiduría y de revelación que les permita conocerlo verdaderamente. Que Él ilumine sus corazones, para que ustedes puedan valorar la esperanza a la que han sido llamados, los tesoros de gloria que encierra su herencia entre los santos.

Evangelio según San Juan 1,1-18
Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. Al principio estaba junto a Dios. Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe. En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la percibieron. Apareció un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan. Vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. Él no era la luz, sino el testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera que, al venir a este mundo, ilumina a todo hombre. Ella estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron, a los que creen en su Nombre, les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios. Ellos no nacieron de la sangre, ni por obra de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino que fueron engendrados por Dios. Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos visto su gloria, la gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de Él, al declarar: «Este es aquel del que yo dije: El que viene después de mí me ha precedido, porque existía antes que yo.» De su plenitud, todos nosotros hemos participado y hemos recibido gracia sobre gracia: porque la Ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo. Nadie ha visto jamás a Dios; el que lo ha revelado es el Dios Hijo único, que está en el seno del Padre.


COMENTARIO

Hoy se nos presenta el prólogo del Evangelio según San Juan. Este es un “himno cristiano†que Juan tomó y adaptó a su evangelio.

El himno presenta tres grandes y poderosas ideas: la primera, celebra al Verbo o Palabra de Dios (o Logos en griego) que existe desde siempre y que participó en la creación, la segunda, alaba a la Palabra de Dios (o Verbo o Logos) que guía a la humanidad, pero que a menudo es rechazada por los hombres y la tercera, celebra la encarnación de la Palabra (Verbo o Logos) de Dios, que le permite a la humanidad participar de la plenitud divina.

Por eso el himno celebra el hecho de que la Palabra de Dios se hace carne para permitir a los seres humanos participar de la plenitud de Dios. La frase "y la Palabra se hizo carne" (Jn 1,14a) va más allá de todas las imágenes que usó el Antiguo Testamento para describir a la Gloria y la Sabiduría de Dios habitando en medio de Israel, porque ahora el Nombre de Dios habitará para siempre en medio de su Pueblo (Ex 25, 8-9; Jl 4,17 Za 2,9; Ez 43,7; Eclo 24,4.8.10), mostrando el favor amoroso y misericordioso de Dios para con él.

Termina el himno afirmando que, con la Palabra de Dios que es Jesús, el pueblo ha recibido "gracia sobre gracia", es decir, la gracia de la Antigua Alianza ha sido reemplazada por la "plenitud" de la gracia en la Nueva Alianza, ya que por Moisés vino la Ley, pero por Cristo Jesús viene la gracia y la verdad, porque Él es el Hijo de Dios que ha visto a Dios y por eso puede revelarlo tal como Él es, y eso nadie lo puede superar.

San Juan nos presenta un movimiento, un fluir de Dios hacia nosotros. El trayecto es de arriba hacia abajo, de lo divino a lo humano y de las tinieblas a la luz. Con este obrar incesante, Dios nos busca. Con este llegar hasta nosotros, quiere levantarnos. Con esta presencia del Hijo en nuestro mundo, quiere que todos redescubramos nuestra condición de hijos e hijas muy amados.

Jesús es el Enviado de Dios, su Palabra por excelencia, que vino a este mundo para hacernos conocer al Padre. De este modo, este tiempo de Navidad es una oportunidad para dejarnos envolver por el Misterio de Dios; porque Él, siendo grande se hizo pequeño, rompiendo con nuestras pretensiones; porque Él, que siendo rico se hizo pobre, nos invita a ser agradecidos y a moderar nuestros deseos; porque Él, que siendo Dios se hizo hombre, ha proclamado la cercanía y la proximidad como características propias de la naturaleza divina... así ha decidido confiar y creer en nosotros, no por nuestros méritos sino por pura iniciativa suya.

Hoy nos podemos preguntar ¿tengo claro que Dios es, por, sobre todo, gracia, favor amoroso y misericordia? ¿Qué significa para mí que Dios se haya hecho carne (humano)? ¿Cómo puedo agradecer la inmensa misericordia de Dios para conmigo? ¿qué está produciendo en nosotros esta “carcanía de Diosâ€? ¿mis palabras y acciones dan cuenta hoy de la presencia de “Dios-con-nosotrosâ€?

¡Que Dios-con-nosotros nos bendiga siempre con su cercanía!