Viernes 10 de enero de 2025
TEXTOS
Carta I de San Juan 4,19-21.5,1-4
Hijos míos: Nosotros amamos porque Dios nos amó primero. El que dice: "Amo a Dios", y no ama a su hermano, es un mentiroso. ¿Cómo puede amar a Dios, a quien no ve, el que no ama a su hermano, a quien ve? Este es el mandamiento que hemos recibido de él: el que ama a Dios debe amar también a su hermano. El que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios; y el que ama al Padre ama también al que ha nacido de él, La señal de que amamos a los hijos de Dios es que amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos. El amor a Dios consiste en cumplir sus mandamientos, y sus mandamientos no son una carga, porque el que ha nacido de Dios, vence al mundo. Y la victoria que triunfa sobre el mundo es nuestra fe.
Salmo 71
"Se postrarán ante ti, Señor, todos los pueblos de la tierra."
Para que gobierne a tu pueblo con justicia y a tus pobres con rectitud. Los rescatará de la opresión y la violencia, y la sangre de ellos será preciosa ante sus ojos. R.
y le regalen oro de Arabia; que oren por él sin cesar Que perdure su nombre para siempre y su linaje permanezca como el sol; R.
que él sea la bendición de todos los pueblos y todas las naciones lo proclamen feliz. R.
Evangelio según San Lucas 4,14-22a
Jesús volvió a Galilea con el poder el Espíritu y su fama se extendió en toda la región. Enseñaba en las sinagogas y todos lo alababan. Jesús fue a Nazaret, donde se había criado; el sábado entró como de costumbre en la sinagoga y se levantó para hacer la lectura. Le presentaron el libro del profeta Isaías y, abriéndolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la unción. El me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor. Jesús cerró el Libro, lo devolvió al ayudante y se sentó. Todos en la sinagoga tenían los ojos fijos en él. Entonces comenzó a decirles: "Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír". Todos daban testimonio a favor de él y estaban llenos de admiración por las palabras de gracia que salían de su boca.
COMENTARIO
Nuestro amor es reactivo al amor de Dios. Concedemos por la fe que primero, Dios nos amó, y luego nosotros lo amamos. Él nos vio y nos amó; nos entregó a su Hijo. Nosotros amamos a Dios sin haberlo visto.
Surge aquí una inconsistencia: ¿Cómo es que amamos a Dios si no lo hemos visto? Nuestro amor se queda en el terreno de la especulación, puesto que lo verificable es que no lo obedecemos. De amarlo lo obedeceríamos amando lo que sí vemos.
De Dios hemos visto su amor desplegado en la entrega de Cristo. Esa entrega por nosotros significa un mandato de amor: amor al hermano. El amor es reactivo y verificable. Amar no es una carga. El amor cristiano es un amor a Dios que pasa necesariamente por el prójimo, que es la verificación de que el evangelio de Cristo ha encontrado asiento en el creyente.
Esta dimensión del amor no es opcional en el discipulado.
¿A quién profesamos el amor a Dios? Dios requiere nombre y apellidos.
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