Home Contáctenos Instagram Facebook
Jueves 1 de Mayo de 2025








Liturgia y Espiritualidad: Textos Litúrgicos
Viernes 24 de enero de 2025

TEXTOS

Carta a los Hebreos 8,6-13
Hermanos: Cristo ha recibido un ministerio muy superior, porque es el mediador de una Alianza más excelente, fundada sobre promesas mejores. Porque si esta primera Alianza hubiera sido perfecta, no habría sido necesario sustituirla por otra. En cambio, Dios hizo al pueblo este reproche: «Llegarán los días en que haré una Nueva Alianza con la casa de Israel y la casa de Judá, no como aquella que hice con sus padres el día en que los tomé de la mano para sacarlos de Egipto. Ya que ellos no permanecieron fieles a mi Alianza, yo me despreocupé de ellos», -dice el Señor- Y ésta es la Alianza que estableceré con la casa de Israel después de aquellos días -dice el Señor- : «Pondré mis leyes en su conciencia, las grabaré en su corazón; yo seré su Dios y ellos serán mi Pueblo. Entonces nadie tendrá que instruir a su compatriota ni a su hermano, diciendo: "Conoce al Señor"; porque todos me conocerán, desde el más pequeño al más grande. Porque yo perdonaré sus iniquidades y no me acordaré más de sus pecados». Al hablar de una Nueva Alianza, Dios declara anticuada la primera, y lo que es viejo y anticuado está a punto de desaparecer.

Salmo 84
"El Amor y la Verdad se encontrarán."

¡Manifiéstanos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación! Su salvación está muy cerca de sus fieles, y la Gloria habitará en nuestra tierra. R.
El Amor y la Verdad se encontrarán, la Justicia y la Paz se abrazarán; la Verdad brotará de la tierra y la Justicia mirará desde el cielo. R.
El mismo Señor nos dará sus bienes y nuestra tierra producirá sus frutos. La Justicia irá delante de él, y la Paz, sobre la huella de sus pasos. R.

Evangelio según San Marcos 3,13-19
Jesús subió a la montaña y llamó a su lado a los que quiso. Ellos fueron hacia él, y Jesús instituyó a doce para que estuvieran con él, y para enviarlos a predicar con el poder de expulsar a los demonios. Así instituyó a los Doce: Simón, al que puso el sobrenombre de Pedro; Santiago, hijo de Zebedeo, y Juan, hermano de Santiago, a los que dio el nombre de Boanerges, es decir, hijos del trueno; luego, Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago, hijo de Alfeo, Tadeo, Simón, el Cananeo, y Judas Iscariote, el mismo que lo entregó.


COMENTARIO

Seguimos en la segunda semana del Tiempo durante el año. Antes de narrar el rechazo a Jesús en Galilea, San Marcos nos ha presentado, como primera respuesta positiva, en este caso del pueblo en general, la intensa actividad de Jesús en Galilea y la creciente demanda de la multitud que lo sigue; en el texto de hoy San Marcos nos presenta la consecuente elección de los Doce, como una segunda respuesta positiva.

Esta elección no es hecha al azar ni a lo rápido, sino que en una forma muy solemne; el Maestro va a una montaña que es un lugar que expresa la cercanía con Dios y también el escenario de las revelaciones divinas más importantes, narradas en la Sagrada Escritura.

En la elección no hay ningún mérito de los elegidos, la elección responde sólo a la Voluntad del Señor: "llamó a su lado a los que quiso".

El número Doce naturalmente está relacionado con las doce tribus de Israel, y muestra la intención de Jesús de convocar y reunir las 12 tribus para la era mesiánica que está llegando y conformar así el nuevo pueblo escatológico (=final, definitivo) de Dios.

El motivo de la elección es doble: "para que estuvieran con Él, y para enviarlos a predicar"; esto indica que para el discípulo y la discípula hay dos dimensiones complementarias y necesarias en el seguimiento del Maestro: formación y misión, contemplación y actividad, escucha y proclamación. Estas dos dimensiones se condicionan mutuamente: hay que estar con Él actuando y hay que actuar estando con Él. Como es tradicional en todas las listas (Mt 10,2-4; Lc 6,14-16; Hch 1,13) destaca en el primer lugar Simón a quien el Señor llamó Pedro (ver Mt 16,18; Jn 1,42).

¿En qué momento de mi vida he sentido el llamado del Señor? ¿Soy consciente de que no tengo ningún mérito para discípulo/a de Jesús? ¿Cómo equilibro la contemplación y la acción en mi vida cristiana?