Viernes 21 de febrero de 2025
TEXTOS
Libro del Génesis 11,1-9
Después del diluvio, todo el mundo hablaba una misma lengua y empleaba las mismas palabras. Y cuando los hombres emigraron desde Oriente, encontraron una llanura en la región de Senaar y se establecieron allí. Entonces se dijeron unos a otros: «¡Vamos! Fabriquemos ladrillos y pongámolos a cocer al fuego.» Y usaron ladrillos en lugar de piedra, y el asfalto les sirvió de mezcla. Después dijeron: «Edifiquemos una ciudad, y también una torre cuya cúspide llegue hasta el cielo, para perpetuar nuestro nombre y no dispersarnos por toda la tierra.» Pero el Señor bajó a ver la ciudad y la torre que los hombres estaban construyendo, y dijo: «Si esta es la primera obra que realizan, nada de lo que se propongan hacer les resultará imposible, mientras formen un solo pueblo y todos hablen la misma lengua. Bajemos entonces, y una vez allí, confundamos su lengua, para que ya no se entiendan unos a otros.» Así el Señor los dispersó de aquel lugar, diseminándolos por toda la tierra, y ellos dejaron de construir la ciudad. Por eso se llamó Babel: allí, en efecto, el Señor confundió la lengua de los hombres y los dispersó por toda la tierra.
Salmo 32
"¡Feliz el pueblo cuyo Dios es el Señor!"
El Señor frustra el designio de las naciones y deshace los planes de los pueblos, pero el designio del Señor permanece para siempre, y sus planes, a lo largo de las generaciones. R.
¡Feliz la nación cuyo Dios es el Señor, el pueblo que él se eligió como herencia! El Señor observa desde el cielo y contempla a todos los hombres. R.
El mira desde su trono a todos los habitantes de la tierra; modela el corazón de cada uno y conoce a fondo todas sus acciones. R.
Evangelio según San Marcos 8,34-9,1
Jesús, llamando a la multitud, junto con sus discípulos, les dijo: «El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí y por la Buena Noticia, la salvará. ¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar el hombre a cambio de su vida? Porque si alguien se avergüenza de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre con sus santos ángeles.» Y les decía: «Les aseguro que algunos de los que están aquí presentes no morirán antes de haber visto que el Reino de Dios ha llegado con poder.»
COMENTARIO
Una y otra vez hemos escuchado este llamado de Jesús, no sólo a ser sus discípulos, sino abierto a todo a quien le llegue su llamado.
Estamos en este mundo por algo. No estamos de más. Nuestro Padre nos ha dado la vida y a ella, un sentido. Nos ha dado los talentos para construirla. Debemos descubrir ese sentido y los talentos que se nos han dado.
Lo que Dios quiere, a lo cual Él nos llama, es a estar a su lado para ser parte de la construcción de su Reino. Pero, ¿Qué Reino es ese? ¿El de la riqueza y el disfrute sin medida ni trabajo? ¡No!... Es un nuevo mundo. Un mundo de hermanos en que el amor fraterno esté sobre todo lo demás. En palabras de hoy, es una sociedad humanizada que busca vivir en comunidad como hermanos unidos en la paz que nace de la verdad, la justicia y la solidaridad.
Hoy se nos insiste: "El que quiera seguirme, que renuncie a sí mismo, tome su cruz y me siga." Y ¿cuál es nuestra cruz? Nuestra cruz, no es la del sacrificio y calvario que padeció Jesús. Es tener predispuesta nuestra razón y sentimientos para cambiar el estilo de vida y rumbo equivocados que lleva nuestra sociedad actual, en los llamados "tiempos modernos".
No se puede seguir a Jesús con el mismo estilo de vida que se llevaba hasta antes de tomar esa decisión. Hay que dejar atrás modos de pensar, de sentir y de comportarse que pueden parecer normales, pero que no llevan a ninguna parte. Sólo gastando la vida en la línea que marca el Evangelio se podrá salvar la vida.
En el hogar, familia, amistades, trabajo y en todo el entablado de la vida social, se ha dejado a un lado al hombre y se ha puesto en primer lugar el mercantilismo, el egoísmo, la hipocresía, la injusticia social, el utilitarismo, transformando nuestro mundo en un vivir sin Dios. Adorando a cientos de "dioses" que despriorizan el amor fraterno.
Hoy, el Evangelio nos habla. No dejemos pasar la oportunidad. ¡Aceptemos el llamado! Pidamos al Señor la gracia de no avergonzarnos de Jesús y de los regalos que nos ha hecho con su gracia, con su amor, con su ternura.
En la realidad actual, ¿soy claro seguidor de Jesús? ¿cómo estoy cargando mi propia cruz en el contexto actual? ¿de verdad quiero salvarme?
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