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Liturgia y Espiritualidad: Textos Litúrgicos
Martes 13 de mayo de 2025

TEXTOS

Libro de los Hechos de los Apóstoles 11,19-26
Los que se habían dispersado durante la persecución que se desató a causa de Esteban, llegaron hasta Fenicia, Chipre y Antioquía, y anunciaban la Palabra únicamente a los judíos. Sin embargo, había entre ellos algunos hombres originarios de Chipre y de Cirene que, al llegar a Antioquía, también anunciaron a los paganos la Buena Noticia del Señor Jesús. La mano del Señor los acompañaba y muchos creyeron y se convirtieron. Al enterarse de esto, la Iglesia de Jerusalén envió a Bernabé a Antioquía. Cuando llegó y vio la gracia que Dios les había concedido, él se alegró mucho y exhortaba a todos a permanecer fieles al Señor con un corazón firme. Bernabé era un hombre bondadoso, lleno del Espíritu Santo y de mucha fe. Y una multitud adhirió al Señor. Entonces partió hacia Tarso en busca de Saulo, y cuando lo encontró, lo llevó a Antioquía. Ambos vivieron todo un año en esa Iglesia y enseñaron a mucha gente. Y fue en Antioquía, donde por primera vez los discípulos recibieron el nombre de «cristianos».

Salmo 86
"Alaben al Señor, todas las naciones."

¡Esta es la ciudad que fundó el Señor sobre las santas Montañas! Él ama las puertas de Sión más que a todas las moradas de Jacob. Cosas admirables se dicen de ti, Ciudad de Dios. R.
«Contaré a Egipto y a Babilonia entre aquellos que me conocen; filisteos, tirios y etíopes han nacido en ella.» Así se hablará de Sión: «Este, y también aquél, han nacido en ella, y el Altísimo en persona la ha fundado.» R.
Al registrar a los pueblos, el Señor escribirá: «Este ha nacido en ella.» Y todos cantarán, mientras danzan: «Todas mis fuentes de vida están en ti.» R.

Evangelio según San Juan 10,22-30
Se celebraba entonces en Jerusalén la fiesta de la Dedicación. Era invierno, y Jesús se paseaba por el Templo, en el Pórtico de Salomón. Los judíos lo rodearon y le preguntaron: «¿Hasta cuándo nos tendrás en suspenso? Si eres el Mesías, dilo abiertamente.» Jesús les respondió: «Ya se los dije, pero ustedes no lo creen. Las obras que hago en nombre de mi Padre dan testimonio de mí, pero ustedes no creen, porque no son de mis ovejas. Mis ovejas escuchan mi voz, Yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy Vida eterna: ellas no perecerán jamás y nadie las arrebatará de mis manos. Mi Padre, que me las ha dado, es superior a todos y nadie puede arrebatar nada de las manos de mi Padre. El Padre y Yo somos una sola cosa.»


COMENTARIO

Hoy en el Evangelio de Juan, se nos muestra cómo, en aquel tiempo, todos esperaban la llegada del Mesías y tenían sus criterios para poderle reconocer. Querían que fuera como ellos se lo imaginaban.

Sin embargo, Jesús no se somete a esta exigencia. Revela al Padre como es el Padre y no como les gustaría a los oyentes que fuera... a los judíos les cuesta creer que Jesús es el Hijo de Dios, por lo tanto Jesús les recuerda y les pone la imagen de aquellas ovejas que escuchan la voz del pastor.

Jesús buen pastor, aquel que da la vida por las ovejas, dice: "...mis ovejas escuchan mis voz, yo las conozco y ellas me siguen, ellas no perecerán jamás, nadie las arrebatará..."

El Señor pide que nos convirtamos en nuestra manera de pensar y actuar. Hoy también, cada uno de nosotros tiene sus gustos y preferencias. A veces, leemos el evangelio para ver si allí encontramos la confirmación de nuestros deseos. El evangelio de hoy arroja luz al respecto. Jesús no se sometió a las exigencias de los que querían comprobar si él era el mesías anunciado. ¿Hay en mí algo de esta actitud dominadora e inquisidora típica de los adversarios de Jesús?

Si Jesús hubiese sido argentino, habría respondido: "A buen entendedor, pocas palabras. Si no creen lo que digo, al menos ¿qué creen que dicen mis acciones?". Nosotros no deberíamos meternos en este tipo de discusiones: sabemos que es inútil convencer a quien está tercamente cerrado en sus puntos de vista. Si eso ya lo vivió Jesús, ¿qué le queda a uno? Solamente hacer el bien durante el día y descansar en las manos del Señor, sabiendo que de sus manos nada ni nadie, ni siquiera la muerte, nos puede arrancar.

¿Vives así?