Miércoles 14 de mayo de 2025
TEXTOS
Libro de los Hechos de los Apóstoles 1,15-17.20-26
Uno de aquellos días, Pedro se puso en pie en medio de los hermanos y dijo (había reunidas unas ciento veinte personas): "Hermanos, tenía que cumplirse lo que el Espíritu Santo, por boca de David, había predicho, en la Escritura, acerca de Judas, que hizo de guía a los que arrestaron a Jesús. Era uno de nuestro grupo y compartía el mismo ministerio. En el libro de los Salmos está escrito: 'Que su morada quede desierta, y que nadie habite en ella', y también: 'Que su cargo lo ocupe otro'. Hace falta, por tanto, que uno se asocie a nosotros como testigo de la resurrección de Jesús, uno de los que nos acompañaron mientras convivió con nosotros el Señor Jesús, desde que Juan bautizaba, hasta el día de su ascensión."
Propusieron dos nombres: José, apellidado Barsabá, de sobrenombre Justo, y Matías. Y rezaron así: "Señor, tú penetras en el corazón de todos; muéstranos a cuál de los dos has elegido para que, en este ministerio apostólico, ocupe el puesto que dejó Judas para marcharse al suyo propio." Echaron suertes, le tocó a Matías, y lo asociaron a los once apóstoles.
Salmo 112
"El Señor lo sentará con los príncipes de su pueblo."
Alabad, siervos del Señor, alabad el nombre del Señor. Bendito sea el nombre del Señor, ahora y por siempre. R.
De la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor. El Señor se eleva sobre todos los pueblos, su gloria sobre el cielo. R.
¿Quién como el Señor, Dios nuestro, que se eleva en su trono y se abaja para mirar al cielo y a la tierra? R.
Levanta del polvo al desvalido, alza de la basura al pobre, para sentarlo con los príncipes, los príncipes de su pueblo. R.
Evangelio según San Juan 15,9-17
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud. Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure. De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé.. Esto os mando: que os améis unos a otros."
COMENTARIO
La comunidad de Juan pone en boca de Jesús un discurso de despedida en dos partes vinculantes. En una, la exigencia para la comunidad es dar fruto y permanecer (15,1-8), y en la que leemos hoy, es una invitación a permanecer en el amor (15,9-17).
El amor de Jesús hacia sus discípulos, procede del Padre y es paradigma y causa de amor discipular. Con lo cual, la misión de Jesús, la de sus enviados, la nuestra y la de las próximas generaciones, se define por la «acción amorosa» de Dios que renueva la totalidad de la existencia individual, social y cósmica del ser humano, «junto con» la tarea histórica que tenemos de construir relaciones «trascendentes» sostenidas por vínculos de «amor afectivo», que cultiva lazos fraternos; de «amor efectivo», que dona potencialidades y condiciones para que el otro realice plenamente la vida; y «amor oblativo», que transforma las relaciones humanas desplegándolas como práctica del servicio y cuidado mutuo.
Es este el don y la vocación que nos hace y nos define como «amigos de Dios y de Jesús»
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