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Liturgia y Espiritualidad: Textos Litúrgicos
Viernes 23 de mayo de 2025

TEXTOS

Libro de los Hechos de los Apóstoles 15,22-31
En aquellos días, los apóstoles y los presbíteros con toda la Iglesia acordaron elegir algunos de ellos y mandarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé. Eligieron a Judas Barsabá y a Silas, miembros eminentes entre los hermanos, y les entregaron esta carta: "Los apóstoles y los presbíteros hermanos saludan a los hermanos de Antioquía, Siria y Cilicia convertidos del paganismo. Nos hemos enterado de que algunos de aquí, sin encargo nuestro, os han alarmado e inquietado con sus palabras. Hemos decidido, por unanimidad, elegir algunos y enviároslos con nuestros queridos Bernabé y Pablo, que han dedicado su vida a la causa de nuestro Señor Jesucristo. En vista de esto, mandamos a Silas y a Judas, que os referirán de palabra lo que sigue: Hemos decidido, el Espíritu Santo y nosotros, no imponeros más cargas que las indispensables: que os abstengáis de carne sacrificada a los ídolos, de sangre, de animales estrangulados y de la fornicación. Haréis bien en apartaros de todo esto. Salud." Los despidieron, y ellos bajaron a Antioquía, donde reunieron a la Iglesia y entregaron la carta. Al leer aquellas palabras alentadoras, se alegraron mucho.

Salmo 56
"Te daré gracias ante los pueblos, Señor."

Mi corazón está firme, Dios mío, mi corazón está firme. Voy a cantar y a tocar: despierta, gloria mía; despertad, cítara y arpa; despertaré a la aurora. R.
Te daré gracias ante los pueblos, Señor; tocaré para ti ante las naciones: por tu bondad, que es más grande que los cielos; por tu fidelidad, que alcanza a las nubes. Elévate sobre el cielo, Dios mío, y llene la tierra tu gloria. R.

Evangelio según San Juan 15,12-17
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure. De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros."


COMENTARIO

La continuidad del evangelio reafirma el mandamiento del amor.

El maestro de Nazaret sigue explicando en qué consiste la pertenencia de la comunidad discipular a lo esencial de la Alianza con Dios: concretar la liberación de toda opresión, practicar la justicia y vivir según el derecho y querer divinos.

Las metáforas y comparaciones del relato pasan a un segundo plano, para colocar al lector ante la realidad más profunda del mensaje evangélico: el amor. Siendo este don, proceso y realidad que nos hace trascender la condición que nos constituye, humanizándonos.

El amor de Dios es una realidad concreta con la cual Él revela su relación visceral y enteramente existencial con toda persona: brota de las profundidades humanas, lleno de ternura, cuidado, compasión y misericordia (Cf. Misericordiae Vultus). El Dios de Jesús está enteramente "desquiciado" de amor por la humanidad. De hecho, ahí donde Dios se mostró amoroso, se mostró vulnerable.

¿Estamos dispuestos, personal y eclesialmente, a aceptar este Dios?

¿Nuestra conciencia egoíca nos permite transformar la vida desde las entrañas de Dios?