Home Contáctenos Instagram Facebook








Liturgia y Espiritualidad: Textos Litúrgicos
Miércoles 2 de julio de 2025

TEXTOS

Libro del Génesis 21,3.5.8-20
En el tiempo anunciado por Dios, Sara concibió y dio un hijo a Abraham, que ya era anciano. El niño creció y fue destetado, y el día en que lo destetaron, Abraham ofreció un gran banquete. Sara vio que el hijo de Agar, la egipcia, jugaba con su hijo Isaac. Entonces dijo a Abraham: «Echa a esa esclava y a su hijo, porque el hijo de esa esclava no va a compartir la herencia con mi hijo Isaac.» Esto afligió profundamente a Abraham, ya que el otro también era hijo suyo. Pero Dios le dijo: «No te aflijas por el niño y por tu esclava. Concédele a Sara lo que ella te pide, porque de Isaac nacerá la descendencia que llevará tu nombre. Y en cuanto al hijo de la esclava, Yo haré de él una gran nación, porque también es descendiente tuyo.» A la madrugada del día siguiente, Abraham tomó un poco de pan y un odre con agua y se los dio a Agar; se los puso sobre las espaldas, y la despidió junto con el niño. Ella partió y anduvo errante por el desierto de Berseba. Cuando se acabó el agua que llevaba en el odre, puso al niño debajo de unos arbustos, y fue a sentarse aparte, a la distancia de un tiro de flecha, pensando: «Al menos no veré morir al niño.» Y cuando estuvo sentada aparte, prorrumpió en sollozos. Dios escuchó la voz del niño, y el Angel de Dios llamó a Agar desde el cielo: «¿Qué te pasa, Agar?», le dijo. «No temas, porque Dios ha oído la voz del niño que está ahí. Levántate, alza al niño y estréchalo bien en tus brazos, porque Yo haré de él una gran nación.» En seguida Dios le abrió los ojos, y ella divisó un pozo de agua. Fue entonces a llenar el odre con agua y dio de beber al niño. Dios acompañaba al niño y este fue creciendo. Su morada era el desierto, y se convirtió en un arquero experimentado.

Salmo 33
"El Señor escucha al pobre que lo invoca."

Este pobre hombre invocó al Señor: Él lo escuchó y los salvó de sus angustias. El Angel del Señor acampa en torno de sus fieles, y los libra. R.
Teman al Señor, todos sus santos, porque nada faltará a los que lo temen. Los ricos se empobrecen y sufren hambre, pero los que buscan al Señor no carecen de nada. R.
Vengan, hijos, escuchen: voy a enseñarles el temor del Señor. ¿Quién es el hombre que ama la vida y desea gozar de días felices? R.

Evangelio según San Mateo 8,28-34
Cuando Jesús llegó a la otra orilla, a la región de los gadarenos, fueron a su encuentro dos endemoniados que salían de los sepulcros. Eran tan feroces, que nadie podía pasar por ese camino. Y comenzaron a gritar: «¿Que quieres de nosotros, Hijo de Dios? ¿Has venido aquí para atormentarnos antes de tiempo?» A cierta distancia había una gran piara de cerdos paciendo. Los demonios suplicaron a Jesús: «Si vas a expulsarnos, envíanos a esa piara.» Él les dijo: «Vayan.» Ellos salieron y entraron en los cerdos: estos se precipitaron al mar desde lo alto del acantilado, y se ahogaron. Los cuidadores huyeron y fueron a la ciudad para llevar la noticia de todo lo que había sucedido con los endemoniados. Toda la ciudad salió al encuentro de Jesús y, al verlo, le rogaron que se fuera de su territorio.


COMENTARIO

Realmente no es fácil desentrañar todos los sentidos de este texto de San Mateo. Lo que sí parece claro es que se plantea un enfrentamiento entre Cristo, el Hijo de Dios, la Encarnación del Bien y el Amor contra el Mal en toda su oscura y profunda oscuridad.

En la escena que se nos presenta, Jesús exorciza a dos personas que quedan liberadas de su mal. Pero este milagro provoca un efecto inesperado en el entorno: la muchedumbre le pide a Jesús que se vaya de ese lugar.

Así, aunque Cristo ha venido para salvarnos del mal y la muerte definitiva, y sale constantemente a nuestro encuentro "mirándonos con cariño", esperando siempre, invitándonos a romper con la inercia del pecado y brindándonos la verdadera opción de una vida con sentido de plenitud y eternidad, hay frenos, temores y de algún modo rechazo en diversas personas.

Jesús realiza los llamados signos del Reino, los que no siempre encuentran lugar en el corazón de las personas porque el pecado está bien presente, eso nos transmite el texto: los endemoniados viven en un escenario de muerte sin norte ni horizonte de esperanza, la piara de animales representa la resistencia organizada al Dios de la Vida, del Sentido... y finalmente termina en el abismo y el mar, es decir, la Nada, el Caos...

Ante el Evangelio de hoy mirando a los "endemoniados" podemos preguntarnos: ¿cuáles son mis "demonios" -los que me hacen ir por la vida sin vida, con ira, asustando a los demás-? Pero también, mirando a la gente, podemos preguntarnos: ¿cómo reacciono ante los "demonios" de otros y ante sus posibles cambios?