Jueves 31 de julio de 2025
TEXTOS
Libro del Éxodo 25,8-9;40,16-21.34-38
En aquellos días, el Señor dijo a Moisés: "Con todo esto se harán un santuario y Yo habitaen medio de ellos. En la construcción de la morada y de todo su mobiliario te ajustarás exactamente a los modelos que Yo de mostraré." Moisés hizo todo ajustándose a lo que el Señor le había mandado. El día uno del mes primero del segundo año fue construido el santuario. Moisés construyó el santuario, colocó las basas, puso los tablones con sus trancas y plantó las columnas; montó la tienda sobre el santuario y puso la cubierta sobre la tienda; como el Señor se lo había ordenado a Moisés. Colocó el documento de la alianza en el arca, sujetó al arca los varales y la cubrió con la placa. Después la metió en el santuario y colocó la cortina de modo que tapase el arca de la alianza; como el Señor se lo había ordenado a Moisés.
Entonces la nube cubrió la tienda del encuentro, y la gloria del Señor llenó el santuario. Moisés no pudo entrar en la tienda del encuentro, porque la nube se había posado sobre ella, y la gloria del Señor llenaba el santuario. Cuando la nube se alzaba del santuario, los israelitas levantaban el campamento, en todas las etapas. Pero, cuando la nube no se alzaba, los israelitas esperaban hasta que se alzase. De día la nube del Señor se posaba sobre el santuario, y de noche el fuego, en todas sus etapas, a la vista de toda la casa de Israel.
Salmo 83
"¡Qué deseables son tus moradas, Señor de los ejércitos!"
Mi alma se consume y anhela los atrios del Señor, mi corazón y mi carne retozan por el Dios vivo. R.
Hasta el gorrión ha encontrado una casa; la golondrina, un nido donde colocar sus polluelos: tus altares, Señor de los ejércitos, Rey mío y Dios mío. R.
Dichosos los que viven en tu casa, alabándote siempre. Dichosos los que encuentran en ti su fuerza; caminan de baluarte en baluarte. R.
Vale más un día en tus atrios que mil en mi casa, y prefiero el umbral de la casa de Dios a vivir con los malvados. R.
Evangelio según San Mateo 13,47-53
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: "El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran. Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. ¿Entendéis bien todo esto?" Ellos le contestaron: "Sí." Él les dijo: "Ya veis, un escriba que entiende del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo." Cuando Jesús acabó estas parábolas, partió de allí.
COMENTARIO
Esta parábola es semejante a la de ayer sobre el trigo y la cizaña que crecen juntos.
Aquí se trata de peces y en ambos casos es la invitación a todos, buenos y malos, a participar del reino, aunque la clave está en cómo se vive. A Dios, el día del juicio, corresponde hacer la separación entre unos y otros.
Jesús nos ofrece la posibilidad de participar de una vida plena. El reino de los cielos es un regalo valioso que se nos ha ofrecido y merece por lo mismo una respuesta de acogida. Por esta razón el evangelio termina recordando la importancia de fomentar la virtud del discernimiento para saber lo que hay de valor y lo que hay de inútil en nuestra vida.
También podríamos aplicarlo a la misma Palabra donde el Antiguo como el Nuevo Testamento nos ofrecen su sabiduría y es importante primero entenderlo y segundo aplicarlo.
¿Eres de los que dice: ¡Señor, Señor! pero no cumples la voluntad de tu Padre que está en los cielos?
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