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Liturgia y Espiritualidad: Textos Litúrgicos
Jueves 14 de agosto de 2025

TEXTOS

Libro de Josué 3,7-10a.11.13-17
El Señor dijo a Josué: «Hoy empezaré a engrandecerte a los ojos de todo Israel, para que sepan que Yo estoy contigo como estuve con Moisés. Ahora ordena a los sacerdotes que llevan el Arca de la Alianza: "Cuando lleguen al borde del Jordán, deténganse junto al río"». Josué dijo a los israelitas: «Acérquense y escuchen las palabras del Señor, su Dios.» Y añadió: «En esto conocerán que el Dios viviente está en medio de ustedes, y que él expulsará delante de ustedes a los cananeos el Arca de la Alianza del Señor de toda la tierra va a cruzar el Jordán delante de ustedes. Y apenas los sacerdotes que llevan el Arca del Señor de toda la tierra apoyen sus pies sobre las aguas del Jordán, estas se abrirán, y las aguas que vienen de arriba se detendrán como contenidas por un dique.» Cuando el pueblo levantó sus carpas para cruzar el Jordán, los sacerdotes que llevaban el Arca de la Alianza iban al frente de él. Apenas llegaron al Jordán y sus pies tocaron el borde de las aguas -el Jordán se desborda por sus dos orillas durante todo el tiempo de la cosecha- las aguas detuvieron su curso: las que venían de arriba se amontonaron a una gran distancia, cerca de Adam, la ciudad que está junto a Sartán; y las que bajaban hacia el mar de la Arabá -el mar de la Sal- quedaron completamente cortadas. Así el pueblo cruzó a la altura de Jericó. Los sacerdotes que llevaban el Arca de la Alianza del Señor permanecían inmóviles en medio del Jordán, sobre el suelo seco, mientras todo Israel iba pasando por el cauce seco, hasta que todo el pueblo terminó de cruzar el Jordán.

Salmo 113a
"¡Aleluia, Aleluia, Aleluia!"

Cuando Israel salió de Egipto, la familia de Jacob, de un pueblo extranjero, Judá se convirtió en su Santuario, la tierra de Israel fue su dominio. R.
El Mar, al verlos, huyó, el Jordán se volvió atrás; los montes saltaron como carneros y las colinas, como corderos. R.
¿Qué tienes, Mar? ¿Por qué huyes? Y tú, Jordán, ¿por qué te vuelves atrás? Montes, ¿ por qué saltan como carneros, y ustedes, colinas, como corderos? R.

Evangelio según San Mateo 18,21-19,1
Se acercó Pedro y le dijo: «Señor, ¿cuántas veces tendré que perdonar a mi hermano las ofensas que me haga? ¿Hasta siete veces?» Jesús le respondió: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Por eso, el Reino de los Cielos se parece a un rey que quiso arreglar las cuentas con sus servidores. Comenzada la tarea, le presentaron a uno que debía diez mil talentos. Como no podía pagar, el rey mandó que fuera vendido junto con su mujer, sus hijos y todo lo que tenía, para saldar la deuda. El servidor se arrojó a sus pies, diciéndole: "Señor, dame un plazo y te pagaré todo." El rey se compadeció, lo dejó ir y, además, le perdonó la deuda. Al salir, este servidor encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, tomándolo del cuello hasta ahogarlo, le dijo: "Págame lo que me debes." El otro se arrojó a sus pies y le suplicó: "Dame un plazo y te pagaré la deuda." Pero él no quiso, sino que lo hizo poner en la cárcel hasta que pagara lo que debía. Los demás servidores, al ver lo que había sucedido, se apenaron mucho y fueron a contarlo a su señor. Este lo mandó llamar y le dijo: "¡Miserable! Me suplicaste, y te perdoné la deuda. ¿No debías también tú tener compasión de tu compañero, como yo me compadecí de tí?" E indignado, el rey lo entregó en manos de los verdugos hasta que pagara todo lo que debía. Lo mismo hará también mi Padre celestial con ustedes, si no perdonan de corazón a sus hermanos.» Cuando Jesús terminó de decir estas palabras, dejó la Galilea y fue al territorio de Judea, más allá del Jordán.


COMENTARIO

El evangelio de hoy nos presenta la pregunta de Pedro sobre el perdón y la parábola de los dos deudores.

En un versículo tomado de la Fuente Q, Pedro pregunta hasta qué límite hay que perdonar a los ofensores y el Señor responde de forma sorprendente: no hay límite; así da vuelta la malvada venganza de Lamec el tataranieto de Caín en el AT (Gn 4,15.24).

Luego, Jesús presenta la parábola de los dos deudores, para reforzar su exhortación a perdonar siempre, sin límites; esta es como un comentario a la enseñanza impartida en Mt 6,12.14.15. El primer deudor debe a su señor la increíble cantidad de diez mil talentos, esta es una suma exorbitante de dinero (unos tres mil ochocientos millones de dólares o tres billones de pesos), pero como el siervo le suplica al Rey que le dé más plazo para pagar (una deuda imposible de pagar) entonces el Rey se compadece e, increíblemente, le perdona la deuda, mostrando la misericordia de Dios a quien el Rey representa.

Al salir de la sala del trono el siervo se encuentra a uno de sus compañeros que le debía la cantidad de cien denarios (unos quinientos mil pesos) y le cobra sin compasión ni misericordia y eso que su colega le debía 1/600.000 (un seiscientosmilésimo) de lo que él debía al Rey; entonces, su compañero le suplica que le dé más tiempo, pero él lo manda a la cárcel.

Al enterarse el rey se enfureció, porque el siervo debió haber perdonado a su compañero tal como él había sido perdonado. El rey se lo hace ver claramente y lo manda a la cárcel.

Está claro que en el evangelio de hoy el asunto central es el perdón y la reconciliación.

Jesús enseña a sus discípulos que hay que perdonar. Y habla de perdonar al hermano, no de perdonar una falta u otra. El perdón se dirige al ofensor. Por eso no depende del tipo de falta, ni existe una graduación según la gravedad. No se puede perdonar más o menos: o sí, o no.

Muchas veces es difícil perdonar. Por eso, la parábola nos hace volver la mirada hacia la misericordia de Dios. Él, que es pura santidad, perdona infinitamente, y nos da la oportunidad de volver a empezar.

Al abandonarnos en su gracia, seremos capaces entonces de perdonar las ofensas que nos haga el prójimo.

Ahora bien, perdonar es cuestión de toda la vida, especialmente perdonar como Jesús nos enseña, perdonar por amor. Pero "de toda la vida" no significa que haya que conformarse con lo que somos ahora porque "ya iremos mejorando"; no es cuestión de vivir tranquilos pensando que "ya llegará el momento". De toda la vida significa también desde el comienzo de la vida; es decir, que el mandato es que perdonemos ya desde ahora, desde hoy mismo, a todos y para siempre. Por supuesto, sólo lo conseguiremos contando con la ayuda de Dios.

Jesús nos dice que debemos perdonar de corazón a los hermanos tal como Dios nos perdona a nosotros, pero hay gente que dice: "¡Perdono, pero no olvido!" ¿Y yo? ¿Soy capaz de imitar a Dios? ¿He perdonado como Dios perdona? ¿Me cuesta perdonar? ¿Hay alguien a quien todavía no he perdonado?