Sábado 8 de noviembre de 2025
TEXTOS
Carta de San Pablo a los Romanos 16,3-9.16.22-27
Hermanos: Saluden a Prisca y a Aquila, mis colaboradores en Cristo Jesús. Ellos arriesgaron su vida para salvarme, y no sólo yo, sino también todas las Iglesias de origen pagano, tienen con ellos una deuda de gratitud. Saluden, igualmente, a la Iglesia que se reúne en su casa. No se olviden de saludar a mi amigo Epéneto, el primero que se convirtió a Cristo en Asia Menor. Saluden a María, que tanto ha trabajado por ustedes; a Andrónico y a Junia, mis parientes y compañeros de cárcel, que son apóstoles insignes y creyeron en Cristo antes que yo. Saluden a Ampliato, mi amigo querido en el Señor; a Urbano, nuestro colaborador en Cristo, y también a Estaquis, mi querido amigo. Salúdense mutuamente con el beso de paz. Todas las Iglesias de Cristo les envían saludos. Yo, Tercio, que he servido de amanuense, los saludo en el Señor. También los saluda Gayo, que me brinda hospedaje a mí y a toda la Iglesia. Finalmente, les envían saludos Erasto, el tesorero de la ciudad y nuestro hermano Cuarto. ¡Gloria a Dios, que tiene el poder de afianzarlos, según la Buena Noticia que yo anuncio, proclamando a Jesucristo, y revelando un misterio que fue guardado en secreto desde la eternidad y que ahora se ha manifestado! Este es el misterio que, por medio de los escritos proféticos y según el designio del Dios eterno, fue dado a conocer a todas las naciones para llevarlas a la obediencia de la fe. ¡A Dios, el único sabio, por Jesucristo, sea la gloria eternamente! Amén.
Salmo 144
"¡Bendeciré al Señor eternamente!"
Señor día tras día te bendeciré, y alabaré tu Nombre sin cesar. ¡Grande es el Señor y muy digno de alabanza: su grandeza es insondable! R.
Cada generación celebra tus acciones y le anuncia a las otras tus portentos: Ellas publican sus tremendos prodigios y narran tus grandes proezas. R.
Que todas tus obras te den gracias, Señor, y tus fieles te bendigan; que anuncien la gloria de tu reino y proclamen tu poder. R.
Evangelio según San Lucas 16,9-15
Jesús decía a sus discípulos: «Gánense amigos con el dinero de la injusticia, para que el día en que este les falte, ellos los reciban en las moradas eternas. El que es fiel en lo poco, también es fiel en lo mucho, y el que es deshonesto en lo poco, también es deshonesto en lo mucho. Si ustedes no son fieles en el uso del dinero injusto, ¿quién les confiará el verdadero bien? Y si no son fieles con lo ajeno, ¿quién les confiará lo que les pertenece a ustedes?. Ningún servidor puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se interesará por el primero y menospreciará al segundo. No se puede servir a Dios y al Dinero». Los fariseos, que eran amigos del dinero, escuchaban todo esto y se burlaban de Jesús. El les dijo: «Ustedes aparentan rectitud ante los hombres, pero Dios conoce sus corazones. Porque lo que es estimable a los ojos de los hombres, resulta despreciable para Dios.»
COMENTARIO
El Evangelio de hoy nos presenta unas palabras de Jesús alrededor del uso del dinero y de los bienes de esta tierra. El Señor Jesús nos pone en guardia sobre dicho uso con pequeñas frases que invitan a tomar la opción que supone una decisión radical, una tensión interior constante. Son palabras y frases sueltas, de las que no conocemos el contexto exacto en el que fueron pronunciadas, pero que Lucas las coloca aquí para formar una pequeña unidad acerca del uso correcto de los bienes y para ayudar a entender mejor el sentido de la parábola del administrador deshonesto.
Porque la vida es siempre una constante opción entre fidelidad e infidelidad, entre egoísmo y solidaridad, entre bien y mal, es necesario que tomemos una decisión fundamental, para elegir entre Dios y el dinero. Es decir nos vemos obligados elegir entre la lógica del lucro, como criterio último de nuestro quehacer, y la lógica del compartir, viviendo solidariamente.
Si optamos por esta última lógica orientaremos nuestra vida hacia la fraternidad, estableciendo con ello en nuestra sociedad la lógica de la caridad, del compartir el desarrollo equitativo de todos los bienes entre todos los hombres.
En nuestro país, varias veces al año, se viven versiones nuevas del Cyber Monday, mientras en paralelo las autoridades muestran cómo ha aumentado la cifra de pobres y deudores morosos.
En este contexto resulta muy interesante cómo hoy el Señor nos sigue llamando a una vida recta y a un seguimiento coherente. Nos advierte que las cosas de la tierra son pasajeras y apegarnos a ellas, podría alejarnos de lo que realmente importa. Es por eso que la rectitud y la coherencia en su seguimiento o mejor aún, la manifestación clara, en nuestra vida, en nuestras opciones, en nuestro día a día, deben señalar en definitiva a quién estamos sirviendo. Con este relato se nos cuestiona que una opción sea el querer acumular riquezas cuando se convive al lado de los pobres (cuando ellos están ahí, al lado nuestro).
Jesús presenta una serie de antítesis entre: hijos de la luz e hijos de este mundo, eternas moradas y dinero injusto, fiel e infiel, mucho y poco, propio y ajeno, amar y aborrecer, Dios y dinero.
Se pone mucho énfasis en saber administrar las cosas que son pequeñas, secundarias, sin importancia, para poder heredar lo que realmente es grande primario e importante; todo se reduce a la antítesis principal entre Dios y el Dinero Injusto (visto como el ídolo Mammonas Adikós).
El cristiano debe aprender a tener una relación adecuada con el dinero, no viéndolo como un ídolo a quien servir o por el cual y para el cual vivir, sino como un medio, sobre todo para hace el bien. Jesús dice: "Gánense amigos con el dinero de la injusticia, para que el día en que este les falte, ellos los reciban en las moradas eternas." O sea, lo que el Señor está diciendo es que tenemos usar nuestras posesiones y dinero para hacer el bien y no para acumular vanamente; así seremos recibidos en las moradas eternas, que es lo que realmente vale, por el Señor, nuestro único y verdadero Dios.
Que en este tiempo María, la Madre de Dios y Madre nuestra, nos ayude a usar con sabiduría evangélica, es decir, con generosa solidaridad, los bienes terrenos.
¿Cómo es mi relación con el dinero? ¿Cómo es mi relación con mis bienes materiales? ¿Es Dios mi única riqueza? ¿Soy generoso/a con los pobres o soy también presa de un consumismo que excluye al otro? ¿A qué señor sirvo? ¿A quién, qué pongo en el primer lugar en mi vida a Dios o al dinero?
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