APUNTES SOBRE EL EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO
Por Andrés Cerne (sobre la Conferencia realizada por el biblista Luis Heriberto Rivas)
El año 2011 corresponde al ciclo litúrgico "A", motivo por el cual, durante el tiempo denominado "ordinario" o "tiempo durante el año" (que transcurre entre la fiesta de Pentecostés y el comienzo del Adviento), las lecturas evangélicas nos remiten al Evangelio según San Mateo.
La finalidad de este trabajo es, en primer lugar, contextualizar al evangelista para saber cual era su propósito al redactar el Evangelio de Jesús, y, en segundo lugar, hacer un breve análisis de algunas lecturas que tendremos los domingos integrantes de este tiempo.
Primera Parte
Mateo escribe su obra en las últimas décadas del siglo primero. Dispone del evangelio de Marcos, escrito alrededor del año 65, al cual lo integra prácticamente todo. Toma también ciertos rasgos de Pablo.
Escribe para una comunidad pro-judía y judía. Posiblemente haya que ubicarlo en el norte de Israel, en la zona de Siria y Antioquía.
El centro de su obra es el tema del Reino de los Cielos, y dar en Jesús pleno cumplimiento a todo el Antiguo Testamento. Tengamos presente que permanentemente aparecen referencias a distintos textos con la frase: “Esto se cumple para que…”o “Tal como estaba escrito…” Veamos cómo es esto:
Tanto en el comienzo con Juan El Bautista, luego el mismo Jesús y más adelante cuando envía a los discípulos a predicar, todos anuncian: “conviértanse porque el Reino de los Cielos está cerca”. Ese Reino cumple todo aquello que estaba anunciado en el Antiguo Testamento.
Debemos saber entonces qué es el Reino y porqué se acerca, viene, ya que las prédicas tradicionales siempre han tomado al Reino como algo que será en un futuro después de esta vida. La Biblia nunca dice que vamos al Reino sino que, contrariamente, el Reino VIENE. La idea es que se instala acá, no que nosotros vamos a ir allá. Los límites se amplían y ese reino de Dios, que será la consumación final, nos incluye a nosotros ahora y aquí. Esa es la existencia y por eso ya hay que empezar a vivir de otra manera. Esa es la preocupación de Mateo.
En el AT hay una convicción: Los demás pueblos tenían sus reyes, estos eran considerados personas divinas o cuasi-divinas; al rey se le edificaban templos, estos comunicaban ciertas prerrogativas divinas con lo cual había todo un protocolo que cumplir para poder entrar a verlo, a veces llegando al absurdo, como en los egipcios donde para entrar al templo del faraón se hacían una cantidad de postraciones y reverencias, y este emitía su palabra desde arriba sin dejarse ver. En Israel no podía haber nada de eso; el único rey era Dios. Para la Biblia los reyes que existieron eran como una especie de vicarios de Dios. Por lo tanto el reino tenía que ser el de Dios, y para ello estaba la Ley de Dios.
La experiencia del AT es que ninguno de los reyes llegó a realizarlo, fuera de David cuya figura fue engrandecida. Por eso en los salmos se reza que el pueblo espera a que Yavé gobierne con justicia. Todo lo que se espera del reino, es que Yavé venga aquí y lo realice. Hay textos que denuncian al mal proceder de los reyes, de estos malos pastores. Israel espera que venga su Dios para reinar, para que cambie toda la sociedad.
Por eso cuando Jesús anuncia que el Reino de los Cielos se acerca, produce toda una conmoción en el pueblo. La gente empieza a seguirlo y al mismo tiempo a hacerse preguntas.
Ante todo lo que estaba pasando a finales del siglo I con la destrucción del reino de Israel, del reino de Judá, la invasión total de los romanos, la corrupción de los gobiernos, particularmente de la dinastía de Herodes, se empieza a proponer una sociedad diferente, un modelo de sociedad que no se parezca en nada a todo lo conocido.
Y eso es el evangelio: Mateo pone en boca de Jesús toda ésta novedad, todas las características que debe reunir el Reino y cómo se debe ir gestando.
“El Reino de los Cielos se parece a…”, y así mediante parábolas va dando a conocer distintos aspectos de lo que será este Reino.
El único rey es Dios, el único padre es Dios y en ese Reino se comparte Su Vida.
¿Cómo hay que leer la ley? No como los escribas y los fariseos que interpretan “la letra” sino como la voluntad de Dios. “Antes se dijo…pero yo ahora les digo…” La clave está en perdonar siempre, vivir siempre como hermanos.
¿Cómo se vive la ley en ese momento?
La ley de Dios es todo el pentateuco. Los rabinos en la época de Jesús sabían que los preceptos no son diez, como los conocidos mandamientos, sino 603. Los diez es una de las tantas listas. Y todos tienen la misma autoridad. Dentro del AT encontramos muchos intentos de reducirlos, concentrarlos. Y esa es la pregunta que al fin de cuentas vienen a hacerle a Jesús.
Marcos la pone así: “Cual es el primero de los mandamientos”, a lo que responde “Amaras al Señor tu Dios con toda tu fuerza, todo tu corazón, y al prójimo como a ti mismo”. En definitiva está diciendo que amar a Dios y al prójimo es más importante que todos los sacrificios y holocaustos, de manera que detrás de la iglesia de Marcos esta el planteo si es es más importante el culto o el amor al prójimo.
En cambio en Mateo no pregunta por el primero, sino por el
mayor. Y con su respuesta termina diciendo que de estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas. Mateo nos da entonces un criterio hermenéutico: cómo interpretar la escritura. Toda la ley y los profetas se tienen que entender como una nueva traducción del mandamiento del amor a Dios y al prójimo. Y eso es lo que propone Jesús a través de Mateo. Ustedes deben tener una justicia mayor que la de los escribas y fariseos. ¿Y que es lo
“mayor”?: Interpretar cada versículo, cada letra de la Ley y los profetas como una expresión del amor a Dios y al prójimo. Esa es la forma de vivir la Ley.
Y esa es la forma de vivir en esta nueva sociedad donde el único padre es Dios. Una nueva manera de armonizar una sociedad. Nadie tiene títulos, nadie está por encima de otro, todos somos hermanos, todos somos discípulos. Y para ello el evangelio de Mateo utiliza el término discípulos para referirse solo a los doce. O sea, están los discípulos y la gente, ellos y el pueblo. Jesús los va formando. Ellos serán el germen de la nueva sociedad. Al resucitar, en la única aparición que narra Mateo, Jesús les dice: ”Vayan y hagan mis discípulos a TODAS las naciones”. De manera que ese sería el modelo a imitar. Esto era un escándalo para la comunidad judeo-cristiana. Abrirse a todos era impensado. Los judíos eran una raza muy selecta; con muchos pueblos no se trataban.
Los discípulos son llamados desde el principio y en primer lugar para que sean pescadores de hombres. El discípulo tiene entonces una elección que se orienta a la apertura. Tiene que ser “pescador”. Los discípulos de los escribas y fariseos son convocados para estudiar, profundizar la ley. Los de Jesús, para una misión hacia afuera.
Mateo conserva dos comparaciones: los discípulos son luz del mundo y sal de la tierra. El discípulo, entonces, se define por dos metáforas: la luz y la sal. Ambas tienen su razón de ser en la medida que se difunden. La luz si no iluminara no sería luz. La sal si no diera sabor, no sería sal. El discípulo tiene que ser entonces misionero, sino de otra manera no se entiende. Mateo tiene una frase muy dura al respecto: la sal si no transmite su sabor, sirve solo para tirar a la calle y ser pisoteada. Un discípulo que no transmite, que no irradia lo que es, no sirve.
Luego el evangelio, siguiendo la línea de Marcos, va proponiendo ciertas pautas para el discípulo: cuál es la actitud frente al divorcio, cual frente a las riquezas (el joven rico), cual frente a los puestos honoríficos (Juan y Santiago). Son distintas instancias donde va mostrando cómo debe ser el discípulo. La principal para Mateo es la de ser pequeño. Y aquí no lo ve tanto desde el lado de la humildad, sino como la de aquel que es dejado de lado. Par ello pone como ejemplo a un niño. Hoy nosotros tenemos una concepción del niño basada en los derechos humanos, y que hasta nos emociona hablar de ello. Pero en nada se parece a la que tenían en aquella sociedad. En la concepción judía el criterio para valorar a las personas partía de su teocracia, o sea que a las personas se las valora por el conocimiento de la ley. Por ejemplo, si hay un incendio y hay que salvar a un rabino y a un padre de familia, primero se salva al rabino y luego al otro. ¿Por qué? Porque el rabino conoce la ley y el padre puede ser un ignorante. Ese era el criterio de la época. Entonces estaba en la cúpula el rabino, el maestro de la ley, luego los hombres según sus condiciones de conocimiento, después los campesinos, las mujeres y a lo ultimo venían los niños que todavía no conocían la ley, entonces podían hacer cualquier cosa, incluso tocar cosas impuras. El niño era lo último, el grado inferior de la categoría de valores en la sociedad.
Y Jesús invierte todo esto. ¿Quién es el mayor en el Reino?, y entonces tomó un niño y lo presentó. “si no se hacen como niños…” Renunciar a todo, a las jerarquías y ponerse al servicio de todos los demás. Justamente cuando Santiago y Juan le piden los tronos, de ponerse a su derecha y a su izquierda, Él les pone el ejemplo del servicio. Hoy el servicio y ponerse al servicio de los demás lo podríamos tomar como una frase de cortesía pero para esa época el servir era una tarea denigrante. En la sociedad se había difundido ciertos valores de la filosofía griega, donde los derechos de las personas estaban asociados a la libertad, por lo tanto una persona que no era libre, como ser un esclavo, no disponía de ningún derecho. Se les podía hacer cualquier cosa sin importar nada. El esclavo, el condenado, no es considerado persona, no tiene libertad.
Jesús plantea todo lo contrario. ¿Quién es el mayor en el Reino? El que se hace pequeño, el que se pone al servicio de los demás, el que sirve. Muchos textos de Platón, de Aristóteles, dicen cosas terribles de los servidores, propio de los que no tienen libertad. Jesús invierte todo: en la vida del Reino, importante es el que sirve, con lo cual da una nueva formulación de que el tener autoridad, el tener gobierno, es servir. El gobierno es servicio. “El que quiera ser primero entre ustedes que se ponga al servicio de los demás” Esa es otra norma del Reino. El reino que viene no contará con seres cuasi divinos encima que arrastran a los otros, y los que gobiernen las naciones no harán sentir su autoridad. Lo que propone Mateo como una sociedad alternativa es que el que gobierna es el que está al servicio de los otros. Este modelo no toma ningún compromiso con lo existente sino que viene a cambiar todo de raíz. El modelo de los discípulos tiene que ser algo chocante en la sociedad. Por eso los previene. Lo que en Marcos o en Lucas figura como signo del fin del mundo, Mateo lo hace como anuncio de las persecuciones, concretamente cuando manda a los discípulos. En ese envío, allí ya está el anuncio del choque.
Este tema está también cuando se proponen las bienaventuranzas. El primer discurso de Jesús comienza con esa felicitación a los que tienen las condiciones para ser miembros del Reino. ¿De quién es el Reino de los Cielos? Y empieza tomando todas esas frases. Lo hace distinto que Lucas. Éste se refiere más bien a toda la situación social, porque encuentra otro clima allí donde escribe en el imperio de la diáspora. Mateo en cambio las relata de tal manera que hace como una especie de galería de cuadros donde va proponiendo distintas figuras desglosando el AT. Cada una de las bienaventuranzas de Mateo contiene implícita un texto. Así podemos encontrar quienes son los pobres de espíritu, no los pobres materialmente sino los que son pobres desde adentro; los que son mansos, tomado de un salmo, donde poseerán la tierra; los que perdonan siempre, como es el título que el AT le confiere sólo a Dios y que Mateo tiene la audacia de dárselo a los discípulos, siendo un titulo divino; los que son puros en el corazón, tomado del Levítico que habla de las leyes de pureza; y finalmente los que son perseguidos por practicar la justicia, por hacer lo que es justo, pero entendido como la justicia de Dios que habla el Deuteronomio y no la justicia como la entendían los griegos.
Y en esta sociedad en que somos todos hermanos, Mateo es el único que tiene el texto de Pedro. Misteriosamente cuando va hablando de los discípulos, pone siempre en un lugar especial a Pedro. Es el que camina sobre el agua con Jesús, es el que paga sus impuestos con una única moneda por sí mismo y por Jesús,… Todos esos textos que van dejando sorprendido al lector y que al final llegamos al nudo de la cuestión cuando le dice que sobre esta piedra edificaré mi iglesia. Sorprende aquí en primer lugar el uso de la palabra Iglesia. En los cuatro evangelios, la única vez que aparece es en este libro. Ningún otro evangelista la menciona. Esta palabra viene del griego “Eclesía” y a su vez del hebreo “Kajal”. En el AT esta palabra indica a la comunidad de Israel cuando es convocada por Dios para alguna acción solemne. Su traducción al griego significa los convocados, los que son llamados. También la usa Pablo. Él nunca usa la palabra pueblo, ya que esta tiene más bien un sentido social, político. En cambio Eclesía le da un carácter de pueblo pero cuando es convocado por Dios.
Entonces, ¿qué nos quiere decir Mateo cuando pone estas palabras? Pedro es llamado para ser el fundamento de la Iglesia. Si todo va en orden a ese Reino que se manifiesta, en ese momento inicial que se da en la tierra, lleva un nombre: la Iglesia. Pero no es lo mismo que el Reino. El Reino será cuando todo esté manifestado, el Reino se acerca, pero mientras tanto se va formando una nueva sociedad apoyado sobre Pedro. Y él cumple aquí la función de la piedra, no aquella que se arroja con la mano, sino que es la roca que está debajo de la tierra sobre la cual se puede edificar.
Habla entonces de la Iglesia con una metáfora, la de construir un edificio, lo cual implica un proceso, y tiene un fundamente que es la persona de Pedro. El tiene dos cualidades: por un lado es el que tiene las llaves, o sea toma el carácter de mayordomo, es el que puede abrir o cerrar cualquier habitación, basado en un texto de Isaías, metáfora esta comprensible por el mundo pagano, y por el otro es el que ata y desata, metáfora judía aplicada al rabino mayor. Él tiene la autoridad de admitir o de negar la entrada a la comunidad.
Tenemos entonces a un Pedro que es servidor, que duda permanentemente pero cuando el Señor llama, él es capaz de caminar sobre el agua, y que finalmente queda iluminada su figura por estas tres metáforas: la piedra, las llaves y el atar y desatar.
Mateo tiene una cierta particularidad que no se encuentra en los otros evangelios y es el hecho de mostrar cómo el final de los tiempos ya ha llegado. Lo repite varias veces en distintas situaciones: “De ahora en adelante verás al Hijo del Hombre venir sobre las nubes del cielo…”, “Ustedes no terminaran de recorrer las ciudades de Israel antes que venga el Hijo del Hombre…” ¿Por qué Mateo presenta las cosas de esta manera? Veamos:
Cuando Jesús muere, Mateo indica algo que le es propio: se producen todos los cataclismos del Apocalipsis, se inicia un terremoto, la tierra se abre, resucitan los muertos, …llegamos al final de los tiempos. Para Mateo existe una sola aparición de Jesús resucitado: se presenta a los discípulos y les dice que ahora está con ellos todos los días hasta el fin del mundo. La segunda venida de Jesús es la resurrección. Ya con eso estamos en este Reino que se acerca. Mientras que los otros habían propuesto una espera, (el mismo Lucas dice que primero hay que evangelizar a todas las naciones y después vendrá el hijo del hombre), Mateo lo anuncia como ahora, ya, ahora mismo hay que salir y empezar a elaborar ese Reino porque ha cambiado todo, no hay que esperar otra cosa.
Segunda Parte
En esta parte, veremos algunos conceptos de las lecturas dominicales de este tiempo.
14° domingo.- (Mt 11, 25-30)
“Padre, yo te alabo porque habiendo ocultado estas cosas a los sabios y prudentes, se las has revelado a los pequeños”.
“Nadie conoce al Padre sino el Hijo…”
“Carguen con mi yugo…”
Son tres frases que la tradición a puesto juntas:
La primera es que el Padre ha revelado estas cosas a los pequeños, o sea a los marginados, los olvidados, y que los fariseos, escribas, filósofos, maestros de la ley no han podido captar.
La segunda es que aquello revelado es la figura del Padre. Aquí Mateo deja de lado todo lo que pudieron haber enseñado la filosofía y las religiones sobre Dios. Hay que olvidarlo y mirar solamente la revelación de Dios que nos hace Jesús, que no dice ningún discurso sobre el Padre; solamente muestra su actuación, su persona. De ahí que lo característico del cristianismo es que mientras muchos hablan sobre Dios sin saber de qué hablan, nosotros lo conocemos así como está revelado en Cristo.
La tercera frase es “vengan a mí los que están afligidos y agobiados…” ¿Quiénes son? Aquí se habla de ellos diciendo que “carguen con mi yugo”. Yugo es una metáfora que se usaba y se usa entre los judíos para hablar sobre el aprendizaje de la ley. Según el A.T. ese yugo es de oro y de piedras preciosas y ennoblece al que lo lleva. La religión concebida como el cumplimiento de preceptos y mandamientos produce ese yugo que los vuelve “cansados y agobiados”. Ese es el pueblo judío bajo la enseñanza de los escribas y fariseos, todo centrado en la ley. Jesús nos propone ponerlo a Él en el centro. Su yugo es ser manso y humilde de corazón
Vivir a Jesús, hacer de Él la propia vida, aprenderlo y especialmente con esas dos características, que son las dos primeras bienaventuranzas: ser humildes y mansos. Esa es la nueva ley.
La concepción de Mateo es entonces dejar de lado toda aquella religiosidad montada sobre la ley y poner en el centro el aprendizaje del mismo Jesús.
Esa es una revelación que ha dado Jesús y que el Padre ha querido revelarla a los pequeños, aun cuando no habían llegado a conocerlo ni los sabios ni los prudentes.
15° domingo.- (Mt 13, 1-23)
Jesús comienza a explicar qué es el Reino, en forma de parábolas.
Primero coloca la del sembrador, que la pone dos veces; la segunda es con la explicación. La primera es optimista porque si bien se pierden muchos granos por haber caído en distintos lugares, los que cayeron bien dieron fruto abundante. La segunda vez que aparece es muy probable que se trate de una lectura que hace Mateo sobre esa parábola y la lleva a la Iglesia primitiva, a su comunidad. Ya no habla de la semilla que da fruto, sino que se detiene en las distintas posibilidades donde se pierde la semilla. Es una aplicación pastoral. Va viendo donde fracasa la semilla y porqué. Tengamos presente que las parábolas son un lenguaje simbólico que usaba Jesús y que admite distintas interpretaciones según se vea y según desde el contexto que se vea. De allí su riqueza. Podemos ver entonces porqué el Reino no se produce en ciertas personas, los que temen a las persecuciones, los que son muy superficiales y escuchan pero al rato se les olvida, los que lo aprenden pero después los atrae otras cosas como las riquezas y terminan abandonando todo,…
16° domingo.- (Mt 13, 24-43)
Nos trae otra parábola sobre el Reino, la de la cizaña.
Muchos preguntarían: ¿cómo es que si está el Reino, todavía subsiste el mal? La concepción judía es que cuando venga el mesías todo cambiaría, pero sin embargo… Entonces viene ésta parábola para dar una respuesta. ¿Por qué es que subsiste el mal? Dios dice que si sacan la cizaña, van a pisotear el trigo. El tiempo es la medida de la paciencia de Dios. Él nos da tiempo para que nos convirtamos. Y por eso, en bien del trigo, permite que siga estando la cizaña. ¿Por qué entonces hay una cosa y la otra? El trigo lo sembró el Señor, la cizaña la sembró el enemigo, y ésta está en todas partes, y frente a esto no hay que asustarse. Dios nos da tiempo para que nos convirtamos.
17° domingo.- (Mt 13, 44-52)
Aquí nos presenta tres parábolas paralelas: el tesoro, la perla y la red.
Cuando alguien llega a comprender lo que es el Reino, esa situación se compara con el que encuentra un tesoro y compra ese campo o con el que encontró la perla. El primero es un caso fortuito. Uno de pronto descubre lo que es el Reino, vende todo lo que tiene, por la alegría, y compra el campo. Se da cuenta que es superior a todo lo que uno tiene. Y no se refiere solo a lo material (es una parábola, no una alegoría), sino que es un cambio total. Todo lo que son valores para nosotros, ideologías, riquezas, bienestar,…todo pasa a ser secundario. Lo único absoluto será el Reino.
La otra es la del negociante. Es un entendido que anda buscando. No se trata de un caso fortuito, sino que después de una búsqueda se encuentra la perla tan preciada que hace que por la alegría de haberla encontrado venda todo lo que tiene, abandona todo para comprarla. Es largarse al Reino.
El saber lo que es el Reino hace que todo pase a un segundo plano, que todo sea relativo.
Finalmente la parábola de la red. “El Reino se parece a una red que recoge toda clase de peces"
La red trae de todo, no se puede elegir de anticipado lo que uno quiera. Los fariseos y maestros de la ley recogían en el reino solamente a los cumplidores de la ley y entonces se formaba esa comunidad, esa elite. El Reino que anuncia Jesús no es así, recoge a todos, y después, al final, se hará la separación. Pero no nos corresponde a nosotros, igual que en el caso de la cizaña, separar los buenos de los malos, sino que hay que anunciar el Reino a todos y traer a todos a la comunidad. Es la imagen que pone Mateo en el centro. En los capítulos 8 y 9 va describiendo los milagros de Jesús y en el centro de ellos coloca la comida que tiene “con los pecadores”. Es una cuestión que todavía hoy cuestiona nuestra Iglesia. Porque el comer juntos en una misma mesa puede significar para nosotros hoy un gesto de amistad, de cortesía, pero para la cultura oriental el comer en la misma mesa crea lazos de parentesco. Los que lo hacen, ya se consideran parientes. Está detrás de esto la imagen de los hijos que maman de la misma madre. Entre los orientales eso es muy fuerte, y en el fondo ese es el concepto que está en nuestra celebración eucarística. La eucaristía hace de todos nosotros, al decir de Pablo, un solo cuerpo, porque comemos todos de un mismo pan. Por eso entre los maestros judíos estaba estrictamente prohibido comer con paganos, con pecadores. Más aun, entre las condiciones que se ponen para ser un buen fariseo es no comer con “ignorantes”. Por eso Mateo pone ese gesto de Jesús en el centro, es el gesto mesiánico por excelencia. Jesús recibe a todos, en especial a los pequeños y pecadores. Esa es la red que recoge toda clase de peces.
18° domingo.- (Mt 14, 13-21)
La multiplicación de los panes. Mateo la pone dos veces, una en territorio judío con doce canastos que sobran y otra en territorio pagano, con siete. Aquí el pan simboliza toda la obra que Jesús nos deja. En ésta versión del relato queda muy marcada la misión de los discípulos. Hay una obra que hace Jesús pero los discípulos participan trayendo y llevando el pan. Son los intermediarios entre su actuar y la gente. Ese gesto ha quedado marcado en nuestra liturgia al ser también el celebrante quien reparte la comunión. Los discípulos deben ser los servidores, y en la misa está representado gráficamente. Dentro de la mentalidad de Mateo, el que preside es el que sirve. Pero no se agota con el gesto litúrgico, sino que se extiende a toda la actividad pastoral. Tienen que alimentar a la gente con el “pan”, con todo lo que ello significa.
19° domingo.- (Mt 14, 22-33)
Luego de la multiplicación de los panes, Jesús despide a la gente y los discípulos se van en la barca. Ellos están solos cuando se desata la tormenta, y entonces Jesús camina hacia ellos, por el agua. Podemos destacar dos cosas: por un lado los discípulos están solos frente a una situación difícil y sin embargo Jesús va hacia ellos. Lo segundo es lo de Pedro, quien le dice que mande a que pueda ir él también caminando sobre el mar. Pedro que es inconstante, débil,…pero sin embargo cuando Jesús lo llama puede caminar sobre el agua. Esto no solo se puede aplicar a la figura de Pedro, sino a la vocación de cualquiera: si el Señor llama, entonces nos dará la capacidad para hacer lo que sea. No medir las dificultades de la tarea con nuestras propias fuerzas, sino con la fuerza del que llamó.
20° domingo.- (Mt 15, 21-28)
Éste texto coloca a una mujer pagana, que no era judía. Mateo usa el término cananeo para marcar claramente que no era de Israel. Ella le pide a Jesús un milagro para su hija. Él le responde que fue enviado a las ovejas perdidas de Israel. En efecto, Mateo deja muy en claro que Jesús vino a realizar su obra para los judíos y luego los discípulos serían los encargados de llevarla a todos. Cuando la mujer se postra ante él, Jesús dice aquello de que “no está bien tomar el pan de los hijos para tirarlo a los cachorros”. Frente a la respuesta de la mujer: “sin embargo los cachorros comen también de las migas que caen de la mesa de sus dueños”, Jesús la felicita por su gran Fe, y cumple su deseo.
Aquí hay alguien que no pertenece al pueblo de Israel, pero sin embargo hay un elemento que se introduce y que hace la diferencia: la Fe. Al manifestarla comienza a recibir los beneficios de la salvación. Se describe como en una parábola en acción lo que pasará después: ¿Cómo es posible que los que no somos judíos entremos en el pueblo de la alianza? No entramos por la sangre, pero entramos por la fe. La fe es el elemento que nos introduce a ese pueblo que no tenemos derecho a entrar porque no pertenecemos a la misma familia. A la mujer se la trata primero con desprecio porque no pertenece al pueblo de Israel, pero sin embargo cuando manifiesta la fe todo cambia, y recibe los beneficios.
Todos aquellos que se consideran indignos, pecadores, en definitiva excluidos, sin embargo tienen en sus manos algo que les permite entrar en la comunidad, y que es la fe. A través de la fe se puede participar de esta Eclesía, de este pueblo de Dios convocado que de otra manera no se podría entrar, ni por la sangre ni por los meritos propios.
21° domingo.- (Mt 16, 13-20)
Aquí Jesús pregunta acerca de qué dice la gente sobre quién es él. Luego le confiará a Pedro la misión de fundar la Iglesia.
Las respuestas que dan los discípulos es lo que recogen de lo que dice la gente: algunos dicen que eres Juan Bautista, otros que Elías, otros, Jeremías, otros, alguno de los profetas… Todas respuestas equivocadas, tal vez lo mismo que sucediera si la pregunta la hiciéramos hoy. Es entonces Pedro quien da la respuesta acertada: Tu eres el mesías, el hijo del Dios vivo. En Marcos dice solamente que es el mesías, a lo que Jesús le ordena que no lo diga a nadie. Claro, para el A.T. y para los judíos la figura del mesías era y es una figura política, aquel que vendría, descendiendo de David, para restaurar el reino de Israel y sentarse en el trono de Jerusalén, al estilo que lo pedían Santiago y Juan. Por eso Jesús nunca usa el término “mesías”. En Marcos la gente creía que Jesús venía a restaurar el reino de su padre David, y eso era erróneo. Jesús vino e instaurar el Reino de Dios. Por eso el comienzo del evangelio de Marcos comienza diciendo: “Comienzo del evangelio de Jesucristo, hijo de Dios”. En Mateo Pedro dice que es el mesías, pero inmediatamente aclara que es el hijo del Dios viviente. Así es otra cosa. Este mesías es el ungido que se sienta en el trono pero no de Jerusalén sino del cielo. Por eso en este texto Jesús felicita a Pedro en vez de reprenderlo, y le dice que le dará las llaves y el poder de atar y desatar en la Iglesia. Y le ordena a los discípulos que no dijeran a nadie que él era el mesías, para no ser confundido por algún caudillo militar o político que viene a instaurar un reino terrenal.
De las figuras que menciona la gente sobre Jesús aparece Juan el Bautista. Este estaba formado en una línea totalmente distinta a la de Jesús, por eso su prédica era muy severa: “ya viene el hacha a cortar de raíz…”. Cuando oyó hablar de las obras de Jesús mandó a preguntar si era él el que habría de venir, o había que esperar a otro. El bautista esperaba un mesías que venga con el hacha y con el fuego, y se encuentra con un Jesús que comía con los pecadores. Al principio le habrá costado mucho entender la figura de Jesús.
También dice la gente que es Elías. En esa época, ya hacía más de 1000 años que Elías había muerto. Él era un profeta que se había metido en política y degolló a todos los profetas de Baal. Pero también él se dio cuenta que Dios no estaba en el terremoto ni en la tempestad, sino en la brisa suave. No representaba la figura de lo que Dios quería, él era violento.
También decían Jeremías. Este al contrario de Elías, sufría mucho, lloraba todo el tiempo y era un mensajero de la palabra de Dios.
O alguno de los profetas, uno de los tantos que vienen a enseñarnos cosas de parte de Dios. Todas estas son figuras que usa Mateo para decir que Jesús no es nada de eso. El único que nos da la enseñanza correcta es Pedro. Y esto en virtud de que se lo reveló el Padre. Por eso es él quien será la piedra fundamental para construir la Iglesia.
22° domingo.- (Mt 16, 21-27)
Inmediatamente después de pedirles a los discípulos que no dijeran nada acerca de que es el mesías, Jesús anuncia por primera vez su pasión. Él tenía que ir a Jerusalén, sufrir mucho, ser condenado, morir y resucitar al tercer día. El texto dice que Pedro se lo llevó aparte y empezó a reprenderlo. Una cosa absurda,…se coloca en un lugar desubicado como para ir a retar a Jesús. Le dice que eso no va a suceder. Es entonces cuando se dan vuelta las cosas y es Jesús quien reprende ahora a Pedro: “retírate, vete detrás de mí, Satanás…” Ese ponerse detrás es ubicar a Pedro en su lugar, o sea de discípulo; siempre va detrás de su maestro. Pedro se había colocado adelante, como maestro, y Jesús lo pone en su lugar. Jesús dice entonces: “el que quiera seguirme que renuncie a sí mismo, que cargue su cruz y me siga” Jesús para hablar del discipulado lo hace con estas imágenes. La condición para ser discípulo es aceptar las consecuencias de tomarse en serio el tema del Reino. Y esta expresión de cargar la cruz puede interpretarse como esa consecuencia, ya que la cruz era el castigo que tenían los romanos solamente para aquellos condenados que se oponían al imperio Romano. Jesús es crucificado con la sentencia “el rey de los judíos”. Por lo tanto ser seguidores de Jesús, para los romanos, era un acto totalmente subversivo.
23° domingo.- (Mt 18, 15-20)
“Si tu hermano peca, ve y corrígelo en privado”.
Este texto se conoce que ya era propio de la comunidad primitiva. En Jesús estaba siempre la palabra “perdonar”, y sin embargo en este texto dice que primero se lo corrija en privado, después con un testigo, después con la comunidad y si no escucha a la comunidad, se lo debía considerar como pagano o publicano. Resulta un poco contradictorio si pensamos que en otro lugar Jesús dice que no se debe perdonar siete veces, sino setenta veces siete. Frente a estas tres solamente, resulta extraño. También esto de tratarlo como publicano o pagano, no era propio del comportamiento de Jesús. Es probable que sea esta una norma de la Iglesia primitiva y la colocan aquí como para ver qué es lo que hay que atar y qué lo que hay que desatar. De todas maneras marca la gran diferencia frente al comportamiento de los fariseos, que frente al que peca directamente se lo destituye. En cambio aquí marca distintas instancias para que el que pecó pueda quedarse en la comunidad.
Y concluye con el texto de que “donde haya dos o tres reunidos en mi nombre…” y “todo lo que pidan en mi nombre, mi Padre que está en el cielo se los concederá”. Esto nos da la pauta de la presencia de Cristo en esta comunidad primitiva. Cristo está presente y las decisiones que toma la comunidad son compartidas también por Él. Es un texto muy tardío y que viene a confirmar la autoridad que tiene esta comunidad. La misma frase que le había dicho a Pedro, ahora se le dice a toda la comunidad: “lo que ates en la tierra será atado en el cielo, y lo que desates en la tierra, será desatado en el cielo”. La comunidad tiene el poder de recibir o rechazar dentro de ella.
Datos del conferencista
Luis Heriberto Rivas es sacerdote de la Arquidiócesis de Buenos Aires. Licenciado en Teología por la U.C.A. y Licenciado en Exégesis Bíblica por la Pontificia Comissio de Re Biblica del Vaticano. Fue Secretario Adjunto para las Relaciones Judeo-Católicas del Departamento de Ecumenismo del CELAM y presidente de la Sociedad Argentina de Teología durante varios períodos. Es profesor titular de Sagradas Escrituras en la Facultad de Teología de la U.C.A. y también ha sido docente en muchos centros teológicos del país y el extranjero. Ha publicado numerosos artículos y libros, entre los cuales se destacan: "¿Qué es un evangelio?" (Claretiana), "El Espíritu Santo en las Sagradas Escrituras" (Paulinas), "Dios Padre en las Sagradas Escrituras" (Paulinas), "Introducción a las Sagradas Escrituras" (San Benito) y "Los libros y la historia de la Biblia" (San Benito).