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Espiritualidad Bíblica: Espiritualidad del Reino
4) Espiritualidad del Reino
4.1) La Buena Nueva del Reino


El mensaje de Jesús tenía la misma estructura triple del mensaje de todos los profetas. Hacía una llamada al cambio o METANOIA, prevenía al pueblo sobre el JUICIO de Dios sino cambiaban, y prometía la SALVACION de Dios si cambiaban. La diferencia estaba en que Jesús daba más énfasis a la salvación que al juicio (y es por eso que su mensaje es llamado Evangelio de la Buena Nueva). Y, más importante que esto, mientras que los profetas hablaban sobre la salvación parcial o temporal, Jesús hablaba de la salvación TOTAL Y ETERNA. El símbolo que Jesús usó para hablar de esa salvación total y perenne fue el Reino de Dios.

Hoy día los estudiosos de la Biblia, casi sin excepción, concuerdan en que el tema central de la predicación de Jesús era el Reino de Dios. Directa o indirectamente siempre estaba hablando sobre el Reino, y los propios evangelistas resumen toda la predicación de Jesús en estas palabras: “Conviértanse”. “El Reino de Dios está próximo”. La esencia del mensaje de Jesús era la proximidad del Reino de Dios. Para Él, el Reino estaba realmente muy próximo y era muy querido. El juzgaba todo en base a la venida del Reino; lo pregonaba, luchaba por él, rezaba por él, lo esperaba, vivió por él y murió por él. Y finalmente resucitó de entre los muertos para que el Reino de Dios pudiese venir.

Cómo son diferentes hoy muchos de los cristianos. Para nosotros, la venida del Reino de Dios es algo muy distante y remoto, algo totalmente irrelevante con relación a aquello por lo que vivimos, rezamos, luchamos y tal vez morimos. Tendemos a pensar en el Reino como algo que pertenece a un futuro lejanísimo y de hecho lo usamos como sinónimo de ese futuro: decimos que algo se va a prolongar o atrasar “hasta que venga el Reino”.

Esta es la medida de nuestro alejamiento de los sentimientos, actitudes, luchas y preocupaciones de Jesucristo. Ninguna de las tentativas de profundizar nuestra vida espiritual o de imitar a Jesús podrá ser completa y eficaz sin algún entendimiento de aquello que significaba para Él el Reino de Dios.

¿Qué es el Reino de Dios?
La esencia del mensaje de Jesús no es sólo amor, compasión y justicia. Jesús no nos presentó simplemente una nueva moral o un nuevo código de conducta. Jesús profetizó la venida de un reino en el que el amor, la justicia, la compasión y todos los valores de Dios serían concreta y totalmente realizados. Profetizó un mundo en el que Dios sería el Supremo Señor. Nuestras tentativas de amar, sentir compasión y justicia tienen sentido en referencia a ese Reino prometido.

El Reino no es pues simplemente la Iglesia, ni tampoco es simplemente el cielo. La Iglesia es la comunidad de creyentes peregrinos, que viven, luchan y esperan la venida del Reino. Pero la Iglesia en sí no es el Reino. Y el cielo es una forma de decribir la felicidad de las almas que esperan por la venida del Reino y por la resurrección de sus cuerpos.

El mismo Reino es un ACONTECIMIENTO FUTURO. Algo que Dios nos promete. Algo por lo cual aún estamos esperando y luchando. Es la transformación futura de este mundo en otro mundo, un nuevo mundo, el mundo que viene.

Es difícil imaginar como será ese mundo futuro. “Los ojos no vieron, los oídos no oyeron, ni entró en el corazón (imaginación) del hombre...” como dice San Pablo. El Reino será CUALITATIVAMENTE diferente del mundo, tal como lo experimentamos ahora, y por eso muchas veces concebimos al Reino como un mundo de cuento de hadas, muy lejano y remoto, sin relación con nuestras preocupaciones y sentimientos cotidianos.

De hecho, sin embargo, el Reino es el DESTINO de la raza humana. Fue para él que Dios nos hizo, y es lo que hace la vida digna de ser vivida. Es el acontecimiento futuro que puede dar sentido y propósito a todos nuestros esfuerzos.

El Reino es el retrato, la imagen, el símbolo, propuesto por Jesús, de la salvación en que creemos. Se refiere al gran acto salvífico de Dios. Todos los actos salvíficos de Dios, en el pasado y en el presente, señalan el gran acto final de liberación que Dios nos prometió. Hay naturalmente otros símbolos de ese gran acto final de liberación: la nueva era, el otro mundo, la vida eterna, la segunda venida, el último día, el juicio final y la resurrección de los muertos; pero Jesús prefirió hablar del Reino de Dios.

Teniendo la experiencia de que el Reino está próximo
La conversión por la que todos debemos pasar, si quisiéramos profundizar nuestra vida espiritual, es una conversión, un volverse en dirección al Reino de Dios. El Reino debe volverse la más importante realidad de nuestra vida, debe volverse el acontecimiento futuro que nos determina y que define el sentido total de nuestra existencia aquí y ahora. Si pudiéramos aprender a unir con el Reino cada cosa que hacemos o decimos, y si intentáramos comprender todo lo que acontece en el mundo en términos del Reino, entonces nuestra vida sería transformada y la cualidad de todo lo que hacemos cambiaría. Es lo que los autores espirituales quieren decir cuando afirman que deberíamos vivir “SUB SPECIE AETERNITATIS” (bajo cierta forma de eternidad).

Pero, ¿cómo haremos esto? Leyendo los signos de los tiempos, aprendiendo a criticar al mundo en que vivimos, llegando a tener la experiencia de que este mundo actual es IRREAL, INHUMANO, SIN AMOR y totalmente FALSO. El Reino es lo opuesto de todo lo que está errado y es falso en nuestro mundo. En tanto no estemos perfectamente conscientes de cuan errado está el mundo y de qué es exactamente lo que está errado en él, nunca valoraremos realmente la necesidad urgente del Reino de Dios, Reino de Justicia y Paz.

Además de eso, cuando en espíritu de oración, intentamos leer los signos de los tiempos, comenzamos también a descubrir las SIMIENTES del Reino de Dios tal y como se manifiestan en medio de toda la podredumbre. El Reino es básicamente un acontecimiento futuro, pero podemos encontrar en nosotros mismos y en el mundo de hoy, algunas simientes del Reino, algunas señales del Reino, algunas realizaciones parciales del Reino. El Espíritu de Dios está actuando en medio de toda la falsedad y la crueldad. Encontraremos valores del Reino vividos por algunas personas, y encontraremos el Reino dentro del corazón de los que realmente creen en él y esperan en él.

El Reino puede, gradualmente, volverse en una realidad para nosotros, una realidad que domina nuestras vidas y preocupaciones, como sucedió con Jesús.

El Reino y la Salvación Social
El Reino es una imagen social, se refiere a una sociedad salvada y libre, la futura comunidad de Dios, la comunión con los santos. Al escoger una imagen social como el Reino para describir la salvación. Jesús aclara que Él no concibe la salvación como una forma individualista y aislada de felicidad, sino como una nueva sociedad salvada. Ser salvo es formar parte de una comunidad. O, en otras palabras, lo que necesita ser salvado no son meramente las almas individuales, sino todo el mundo: cuerpo y alma, individuo y sociedad, seres humanos y todas las cosas creadas. Volveremos más adelante sobre este asunto.

Una espiritualidad individualista ve el acontecimiento futuro como la salvación de mi alma individual, en el cielo, después de mi muerte. La espiritualidad del Reino ve el acontecimiento futuro como la salvación del mundo en el último día, después de la muerte de este mundo con toda su perversidad. La espiritualidad individualista se basa en una preocupación egoísta con la propia salvación. La espiritualidad del Reino se basa en la preocupación con la salvación de todo el mundo.