5) Valores del Evangelio
5.4) Servicio
Nuestra cuarta área de interés es la del poder. La mayoría de nosotros tiene un cierto poder y autoridad, algún tipo de responsabilidad para con otra persona. El poder no es sólo un factor en la política y en la sociedad, es también un factor en la Iglesia, en los conventos, en las parroquias, en las familias, en las asociaciones. En casi todos los rincones de la vida encontramos personas luchando por poder, usando y abusando de él, dominando a otras personas y tratando de controlarlas.
El poder en si mismo no es un valor falso, mundano. El falso valor es la manera mundana de ejercer el poder y la autoridad, el uso del poder y de la autoridad para DOMINAR y OPRIMIR a los otros.
Así fue cómo en la sociedad de Jesús el poder y la autoridad fueron generalmente usados. El lo contestó (rechazó) como a un valor PAGANO que debería ser sustituido por el valor evangélico de usar todo poder y autoridad para servir a los otros.
Jesús los llamó y les dio esta lección: “Como ustedes saben, los que son considerados como jefes de las naciones las gobiernan como si fueran sus dueños; y los poderosos las oprimen con su poder. Pero entre ustedes no ha de ser así. Al contrario, el que quiera ser el más importante entre ustedes, que se haga el servidor de todos, y el que quiera ser el primero, que se haga el siervo de todos. Así como el Hijo del Hombre no vino para que lo sirvieran, sino para servir y dar su vida por los hombres, para rescatarlos” (Mc 10, 42-45).
No hay duda de que existen dos maneras diferentes de ejercer el poder y la autoridad. Es la diferencia existente entre dominación y servicio, entre desear ser servido y desear servir, entre usar el poder como opresor y usar el poder como libertador. No es posible ninguna vida espiritual verdadera sin una percepción de la diferencia entre estos valores, estos dos espíritus: el espíritu de dominación y opresión y el espíritu de servicio y liberación.
Sabemos que el Espíritu de Dios nos está inspirando cuando dejamos de dominar a los otros de alguna manera, y cuando no sentimos más la necesidad de autoafirmarnos controlando todo lo que ellos hacen. La experiencia liberadora de superar nuestro egoísmo incluye la experiencia de servir a las personas porque las amamos, y no porque nosotros deseemos su admiración, reconocimiento y gratitud. Nosotros sabemos que el Espíritu de Dios está inspirado a la Iglesia, cuando sus estructuras se hacen cada vez más estructuras de verdadero servicio y ministerio, en vez de estructuras de dominación y control. Sabemos que el Espíritu de Dios está inspirado en nuestra sociedad, cuando vemos que las estructuras políticas dejan de ser estructuras de opresión y esclavitud y comienzan a ser usadas para servir las necesidades de todo el pueblo.
Conclusión
Estos son los valores de Dios. Son los valores implícitos en la pasión que Dios tiene por la justicia, y en su amor por la raza humana. Son los valores que gobiernan los sentimientos y emociones de Dios. Estos son los valores del Espíritu conforme fueron revelados en Jesucristo.
Estos son los valores que necesitan transformar nuestra vida espiritual y especialmente nuestro esfuerzo en dirección a Dios en la oración. Son los valores que debemos difundir en todas las formas de apostolado, ministerio o evangelización, de modo que puedan gradualmente transformar y liberar al mundo entero. En nuestra lectura de los signos de los tiempos, son estos los valores que nos posibilitan reconocer los signos de esperanza, las simientes del Reino en nuestro mundo hoy.
|