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Espiritualidad Bíblica: Valores del Evangelio
5) Valores del Evangelio
5.3) Solidaridad Humana


La tercera área de la vida es la que los GRUPOS SOCIALES y nuestra preocupación es el fenómeno de la solidaridad grupal y el egoísmo grupal. La raza humana está dividida en grupos sociales, tales como: naciones, tribus, clanes, familias, culturas, clases, razas, religiones y sectas religiosas. Estas conformaciones sociales nos dan un sentimiento de integración y frecuentemente desarrollamos fuertes sentimientos de lealtad y solidaridad de grupo.

En la sociedad de Jesús, los grupos sociales eran muy importantes. Las personas experimentaban sentimientos tan fuertes de solidaridad para con los otros miembros de su grupo que sería posible decir a alguien de fuera del grupo: “cualquier cosa que hagas al más pequeño de mis compañeros, me lo harás a mí”.

Aquí el problema no es el hecho de que hayan grupos sociales ni aún su solidaridad. El problema es el egoísmo de un grupo frente a los otros grupos. Tenemos la tendencia de pensar en el egoísmo sólo en términos individuales, pero en el tiempo de Jesús y en verdad también en el nuestro, el egoísmo de grupo era algo mucho más serio, peligroso y perjudicial. El valor pecaminoso y mundano aquí es el egoísmo y el exclusivismo de la solidaridad del grupo.

Jesús contradice este valor social. El salió fuera de su propio grupo religioso, social y cultural, para abrazar a toda la raza humana como a sus hermanos y hermanas, como a sus parientes y vecinos. El mandamiento del Antiguo Testamento de amar al prójimo había sido interpretado siempre en el sentido de vivir en solidaridad con aquellos que están próximos, los miembros de nuestro grupo social (ver Lev 19, 16-18). Esto eventualmente llevó a la frase que no está en la Biblia: “Ama a tu vecino y odia a tu enemigo”. Jesús contradice esto con su bien conocido mandamiento: “Ama a tus enemigos”. Prójimo es todo otro ser humano, inclusive los de fuera del grupo, incluso aquellos que son tus enemigos, que te odian, aquellos que te ofenden (Lc 6, 27-35). En otras palabras, el valor para Jesús no es la solidaridad de grupo, sino la SOLIDARIDAD HUMANA.

El hecho de considerar a la solidaridad para con la raza humana como un valor, no significa que ya no valoricemos la lealtad y la solidaridad para con nuestro grupo social. Significa que la solidaridad humana se hace MAS IMPORTANTE para nosotros que cualquier solidaridad de grupo. La única manera de asegurar que ninguna de nuestras lealtades de grupo se vuelva egoísta y pecaminosa es subordinarla al valor más fundamental que es la solidaridad para con la raza humana.

Esto puede ser una experiencia increíblemente liberadora y un descubrimiento muy profundo de nuestra verdadera identidad. Esto me posibilita trascender las limitaciones de los varios grupos sociales que me definen y me clasifican. ¿Quién soy yo? ¿Un cristiano? ¿Un católico? ¿Un Dominico? ¿Un padre? ¿Un Sudafricano? No, antes que nada, en primer lugar soy un miembro de la raza humana, hecho a imagen y semejanza de Dios. Mi primera lealtad es para con la familia humana. Todo lo demás es secundario.

Paradójicamente, es esta lealtad básica para con la raza humana la que hace de mi un cristiano, un seguidor de Jesucristo, que se identificó con todos los seres humanos. “Todo lo que hagan con el menor de mis hermanos a mí me lo hacen”. Descubrir a Cristo o a Dios en otro ser humano es trascender todas las otras cosas que yo puedo tener en común con aquella persona y experimentar muy simple y profundamente la humanidad que tenemos en común. Esto es amor cristiano, eso es compasión divina, eso es lo que llevó al buen samaritano a hacer lo que él hizo para con un judío socialmente despreciado. Todos somos hermanos y hermanas, y Dios es nuestro Padre.