Home Contáctenos








Espiritualidad Bíblica: El Dios de Justicia y Amor
3) El Dios de Justicia y Amor
3.2) La justicia y la espiritualidad del amor y del Nuevo Testamento


Si “JUSTICIA” resumen el Antiguo Testamento, entonces “AMOR” sintetiza el Nuevo Testamento. Esto, con todo, no significa que el Nuevo Testamento no tenga nada que decir con relación a la justicia. En cierto sentido, todo el Nuevo Testamento, versa también, sobre la justicia. No estoy tratando de decir ahora que todo él no trata del amor; estoy intentando decir que, en el Nuevo Testamento, justicia y amor están íntimamente ligado entre sí.

Es verdad que la palabra “justicia” no es usada con mucha frecuencia en el Nuevo Testamento (aunque debamos recordar que la palabra “rectitud” significa justicia). Pero la palabra “amor” tampoco es usada con mucha frecuencia, excepto en el Evangelio de Juan. No es esta, entonces la cuestión. Aunque los términos “justicia” y “amor” no sean usados con frecuencia, todo el conjunto del Nuevo Testamento es sobre la justicia y el amor. Déjenme explicar.

Sermón de la Montaña
En el Sermón de la Montaña, Jesús expone su mensaje como algo que VA MAS ALLÁ de la justicia de los escribas y fariseos. Dice que Él no vino para revocar la ley (esto es, la exigencia de justicia por parte de Dios), sino para completarla. Y después explica: “Si vuestra justicia no supera la de los escribas y de los fariseos, no entrarán en el Reino de los Cielos” (Mt 5, 17-20). Aquí está proponiendo una espiritualidad más profunda. Jesús entonces pasa a tomar ejemplos extraídos de los mandamientos de la Ley del Antiguo Testamento para profundizarlos, ir más allá de ellos y realizarlos. Toma el mandamiento “no matar” y lo profundiza, acentuando que no es sólo el acto exterior del asesinato que debe ser evitado, sino incluso el acto interior de odiar al hermano y maldecirlo. A esto podemos llamar “asesinato de corazón”. Igualmente, no es sólo el acto exterior del adulterio lo que debe ser evitado por el hombre justo, sino también el acto interior de desear a la mujer del prójimo. Es lo que podemos llamar “adulterio de corazón”.

¿Qué es lo que Jesús está haciendo?. Está tratando de INTERIORIZAR los mandamientos del Antiguo Testamento, está tratando de interiorizar la justicia. O en otras palabras, está preocupado con la MOTIVACION INTERIOR que lleva a las personas a practicar la justicia y observar los mandamientos. ¿Cuál es tu motivo para no matar a tu hermano o a tu hermana? ¿Es porque temes el castigo de Dios y de los tribunales, o porque tú quieres amar a tu prójimo y ser justo con él o ella? ¿Y por qué evitas tú el acto exterior del adulterio? ¿Porque tienes miedo de ser atrapado in-fraganti o porque tú no quieres, sinceramente, perjudicar a tu prójimo? Aquello que Jesús pide es el tipo de justicia que brota espontáneamente del CORAZÓN. Para Jesús, el hombre verdaderamente justo es aquel que no sólo hace lo que es justo y cierto, sino alguien que lo hace porque está fuertemente motivado por una PASIÓN por la justicia.

Compasión
Los evangelios no usan términos tales como “justicia del corazón” o “pasión por la justicia”. Los evangelios hablan de compasión y amor. Nos dicen repetidamente que a Jesús estaba movido por la compasión (por ej. Mt 14, 14; 20, 34; Mc 1, 41; 6, 34; 8, 2). A través de todos los Evangelios, aún cuando el término no es usado, se puede percibir el impulso de compasión en Jesús. Gran parte de su enseñanza versa también sobre la compasión; por ej. las parábolas del buen samaritano (Lc 10, 33-37) y del hijo pródigo (Lc 15, 20-31). De varias maneras, lo que hace que el mismo Jesús y su mensaje fuesen diferentes fue su excepcional compasión por el pobre y por el oprimido.

La compasión es la interiorización de la justicia; es la fuerza impulsadora que nos empuja a hacer justicia espontáneamente y de buena voluntad. Sentir simplemente pena de alguien o piedad sentimental y pasiva no es compasión evangélica. La compasión lleva a la acción. La compasión lleva a la práctica intrépida de la justicia, a enderezar aquello que, en nuestro mundo, está errado.

Además en el Nuevo Testamento, el criterio para distinguir lo que es justo de lo que es injusto no es sólo la Ley Mosaica; el criterio ahora es una preocupación espontánea de un corazón movido por la compasión. Esta afirmación profundiza y corrige ciertos conceptos superficiales sobre lo que es cierto y lo que es errado.

Para percibir cómo esto hace las cosas diferentes, necesitamos considerar otros ejemplos del modo como Jesús profundiza o aún corrige ideas de justicia que eran comunes en su tiempo. Tales ejemplos podrían incluso servir de temas para nuestra meditación. Podríamos comparar nuestros sentimientos con respecto a la justicia con los sentimientos de Dios sobre la justicia.

En la parábola de los trabajadores de la viña, el mismo salario pagado a todos, no obstante la gran diferencia entre las horas de trabajo de cada uno, PARECE una injusticia. Jesús dice que no. Este es un ejemplo de justicia verdadera, porque la justicia no es comparativa. El viñatero ve que las NECESIDADES de todos los hombres son las mismas, son iguales. Y, por tanto, da a cada uno de acuerdo con la necesidad de cada uno. Esta es la justicia del corazón.

En la parábola del hijo pródigo, la justicia PARECE exigir que el hijo pródigo sea castigado. Es el tipo de justicia exigido por el hijo mayor. Pero el padre tiene compasión por el hijo pródigo y reconoce la NECESIDAD que el hijo tiene de ser aceptado y perdonado. La justicia verdadera, en este caso, exige que el hijo sea perdonado, no castigado. No hay diferencia entre la justicia de Dios y el perdón de Dios. La justicia del corazón lleva al perdón.

Los fariseos consideraban como justicia el acumulo de riqueza por los hombres que las conquistaron honestamente. Pero en la parábola del hombre rico y del mendigo Lázaro, el rico es señalado como hombre injusto simplemente porque acumulaba riquezas cuando había pobres a su alrededor. Injusticia aquí es negarse a reconocer la NECESIDAD del mendigo y no compartir con él. El hombre rico es condenado por la injusticia de no repartir su fortuna. El no tuvo compasión.

Un último ejemplo. La idea de “ojo por ojo y diente por diente”, era el concepto primitivo y burdo de la justicia en el desierto. Injusticia, aquí sería arrancar dos ojos por uno. Jesús, naturalmente, contradice esto. Para Dios, justicia es no-venganza. Dos errores no hacen un acierto. Justicia significa volver cierto lo que está errado, y esto no se consigue con una venganza proporcionada.

Muchos otros ejemplos podrían ser citados. Estos, sin embargo, serán suficientes para mostrar que Jesús fue más allá de la justicia de los escribas y fariseos para llegar a una justicia mucho más profunda y mucho más exigente, motivada por la compasión hacia cualquier persona que necesite algo.

Amor
Todo esto tiene consecuencias de gran alcance para nuestra comprensión de lo que Jesús entiende por amor. Compasión es un aspecto del amor. Es amor por los que sufren y por los que les falta algo. Debemos también amar a los que no sufren necesidad, pero la manera decisiva de probar que nuestro amor es genuino, es corresponder al sufrimiento y a la necesidad con la compasión y la práctica de la justicia. La cualidad de nuestra respuesta al pobre y al necesitado en el mundo hoy será una excelente indicación de la cualidad y de la profundidad de nuestro amor, de nuestra vida espiritual y de nuestra unión con Dios.

Amor y justicia no pueden ser separados y opuestos el uno al otro. El amor compasivo es el corazón de la justicia, nuestro motivo para practicar la justicia. Y justicia es la práctica del amor en las circunstancias de un mundo en que billones de personas están sufriendo por causa de la injusticia.

Hay muchos malentendidos sobre las exigencias de una verdadera vida según el Espíritu, por causa de la tendencia a separar el amor de la justicia. Esto sucede de dos formas.

Primero, el amor está divorciado de la justicia cuando el amor al prójimo es considerado como hacer un FAVOR al prójimo en vez de hacerle JUSTICIA. Vemos esto todos los días, cuando alguien ayuda a un pobre o un necesitado de una forma condescendiente y paternalista, como si él no mereciese o no tuviera derecho a eso. Es por eso que muchos pobres, hoy, rechazan nuestra caridad como un insulto a su dignidad humana. “No me den caridad”, dicen ellos, “denme mis derechos”.

¿Dónde está el error aquí?. Parece que muchos de nosotros nos olvidamos de que el amor es un MANDAMIENTO, el mayor de los mandamientos de la Ley de Dios. Amor no es un favor, un “extra” opcional. Amor es cuestión de justicia. Dios nos ORDENA amar al prójimo. Por lo tanto, mi prójimo tiene ahora derecho a mi amor. El lo merece, porque es otro ser humano como yo -hecho a imagen y semejanza de Dios-.

En segundo lugar, se divorcia el amor de la justicia siempre que el amor es considerado en términos puramente individualistas. Algunas personas piensan que el amor se refiere a las relaciones personales y la justicia a las relaciones sociales. En el Nuevo Testamento no existe ninguna distinción de este tipo entre el amor y justicia. Amor y justicia deben ser ambos aplicados a todas nuestras relaciones. En realidad, la Biblia no hace ninguna distinción entre relaciones personales y relaciones sociales, entre individuo y sociedad, entre vida privada y vida social, o entre nuestra vida espiritual y nuestra vida social. La Biblia se refiere a toda la persona, cuerpo y alma, individual y social.

Cuando pensamos en el amor, pensamos en una relación entre una persona y otra. No era eso, sin embargo, lo que Jesús tenía en mente. La palabra usada en el Nuevo Testamento para significar amor es ÁGAPE. Y ÁGAPE significa el sentimiento de estar juntos de comunión, de solidaridad, o de unión dentro de una comunidad de personas; en otras palabras, ÁGAPE no es sólo una relación de individuo a individuo, es toda la compleja relación entre muchas personas. Cuando Jesús emitió su mandamiento de amor, estaba proponiendo un mundo totalmente nuevo, en el cual las personas, grupos y naciones estuvieran inter-relacionados, con mutuo respeto y preocupación unos por los otros. Ese es el mandamiento de Dios, la justicia de Dios, la justicia del corazón. Amor en el Nuevo Testamento es simplemente el cumplimiento y la profundización del concepto supremo de justicia en el Antiguo Testamento. La Espiritualidad Bíblica no es, en absoluto, una espiritualidad privada e individualista.