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¿La Biblia dice siempre la verdad?: Propuestas de solución - La inspiración parcial
2) Propuestas de solución

2.2) En la época moderna

2.2.2) La inspiración parcial

Pero en el siglo XIX, un nuevo problema sacudió a la interpretación bíblica: los descubrimientos arqueológicos. Gracias a las excavaciones se empezó a conocer major el Antiguo Oriente, tanto por las ruinas encontradas como por los documentos escritos que se hallaron. Y en muchos casos, esta nueva información parecía demostrar que los datos de la Biblia eran erróneos. Aparecieron los "errores históricos". Y lo peor era que, para estos errores, ya no servía el "concordismo".

2.2.2.1) Las cosas sin importancia

¿Qué hacer? Los exegetas se abocaron a buscar nuevas respuestas.
Así, en 1884, el cardenal H. Newman excluyó de la inerrancia los obiter dicta (en latín, "cosas dichas como al pasar"). Consistía en decir que la ausencia de error de la Biblia no se aplicaba a aquellas afirmaciones dichas como al pasar, es decir, sin mayor importancia. Este tipo de frases no debían considerarse inspiradas por Dios, y por lo tanto podían contener errores.

Por ejemplo, cuando dice que el perro de Tobías, al ir a su encuentro, movía la cola (Tob 11, 9), o que el rey Nabucodonosor reinaba en Nínive (Jdt 1, 5), o que a la ciudad de Nínive era tan grande que hacían falta tres días para recorrerla (Jon 3, 3).

2.2.2.2) La fe y las costumbres

En 1893, Mons. Maurice D'Hulst aportó una respuesta parecida. Sugirió que en la Biblia sólo estaban inspirados, y por lo tanto exentos de error, aquellos temas referidos a la fe y a la moral. Cualquier otra cuestión profana, es decir, no religiosa, no tenía necesariamente garantías de veracidad.

[Nota: La propuesta de Mons. D'Hulst fue publicada en un artículo en francés, titulado "La question biblique". A partir de este artículo, toda esta polémica entre la ciencia y la fe pasó a llamarse "la cuestión bíblica".]

A todas estas soluciones hoy se las cataloga como de "inspiración parcial", porque tenían el mismo problema: para esquivar los posibles errores limitaban la inspiración (y la veracidad) de la Biblia sólo a algunas partes. Es decir, afirmaban que en la Escritura había secciones religiosas (exentas de errores), y otras no religiosas (en las que podía haber errores). Pero ¿cómo aceptar que la Biblia contenga partes sin ningún valor religioso? Todo lo que hay en ella es de carácter religioso.

Frente al clima de confusión que se había creado, y al desconcierto que reinaba entre los biblistas, el papa León XIII decidió intervenir para poner un poco de claridad en la discusión. Y el 18 de noviembre de 1893 publicó una encíclica, la primera que un papa le dedicaba integramente a los estudios bíblicos, llamada Providentissimus Deus.

En ella, decía que de ninguna manera se puede limitar Ia inspiración a algunas partes de las Escrituras, ni decir que el autor sagrado cometió errores. Tampoco debe aceptarse la postura de los que, para salir de estas dificultades, dicen que la inspiración divina se limita a las cosas de fe y costumbres y nada más .

Luego añade que Dios, a través de los escritores sagrados, no ha querido enseñar a los hombres cosas que no tienen utilidad para la salvación. Y continúa: De esos temas, los autores hablan al modo en que éstos eran conocidos en su tiempo, según las apariencias .

Con esta encíclica, el Papa prohibía dividir la Biblia en partes inspiradas y partes no inspiradas. Y establecía dos principios importantes de interpretación: a) que los autores sagrados no pretendían enseñar temas científicos sino cosas referidas a nuestra salvación, y en estas había que buscar la inerrancia; b) que los autores sagrados hablaban de los fenómenos naturales según como aparecían a los ojos de los hombres de su época.

[Nota: Como hemos visto, ya san Agustín había enseñado en el siglo V, en medio de una polémica, que "El Señor pretende hacernos cristianos, no científicos", cosa que aparentemente se había olvidado en esta época.]

Estas correctas precisiones de León XIII, si bien aportaban una solución a los "errores de ciencias naturales", seguían sin resolver los "errores históricos". Los científicos mostraban cómo muchos de los datos históricos que aparecían en la Biblia estaban equivocados. ¿Se podía decir, acaso, que los autores bíblicos los habían contado según las apariencias, como habían hecho con los fenómenos naturales?