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¿La Biblia dice siempre la verdad?: Propuestas de solución - 'Verdad' vs. 'inerrancia'
2) Propuestas de solución

2.2) En la época moderna

2.2.5) La "verdad" en lugar de la "inerrancia"

El conjunto de estos tres documentos pontificios (la Providentissimus Deus, la Spiritus Paraclitus y la Divino Afflante Spiritu), fue de enorme importancia para la investigación bíblica. Y gracias al impulso recibido por ellos, el estudio de los géneros literarios (así como el de otros métodos de investigación bíblica) siguió desarrollándose. Pero faltaba un principio teológico claro y seguro, sobre el cual plantear adecuadamente el problema de los errores de la Biblia. Y este principio lo dio, al fin, el Concilio Vaticano II. En su constitución Dei Verbum, promulgada el 18 de noviembre de 1965, el Concilio recogió el fruto de veinte años de investigaciones y de reflexión, y marcó el fin de cuatro siglos de controversias.

La Dei Verbum aporta una nueva perspectiva al tema. Afirma que los libros de la Escritura enseñan firmemente con fidelidad y sin error, la verdad que Dios quiso que se consignara en las sagradas letras. Es decir, en lugar de limitarse al término "inerrancia" (que es un concepto negativo: el "no error"), prefiere reemplazarlo por el de "la verdad" (concepto positivo). La noción de inerrancia se sigue manteniendo, pero desde un nuevo punto de vista. En efecto, la Biblia puede contener "errores", pero ninguno afecta a la verdad de la Escritura. Todas las afirmaciones bíblicas dicen siempre y absolutamente la verdad, eso sí, en lo referente a nuestra salvación.

El texto de la Dei Verbum pues, no hace una distinción entre partes sin error y partes con error en la Biblia. Todas las afirmaciones de las Sagradas Escrituras deben ser consideradas desde el punto de vista del proyecto de salvación de Dios. Y desde esa óptica, los enunciados de la Biblia dicen siempre la verdad.

Abandonar la lectura literalista

Hemos visto pues, cómo frente al problema de los "errores" de la Biblia, los documentos del Magisterio se encargaron de mostramos que dichos errores no se hallaban en el texto mismo, sino en el modo como era entendido por los lectores. Es decir, la dificultad no estaba en la Biblia sino en el lector, que realizaba una lectura "literalista" (es decir, tomando todo al pie de la letra) de la Escritura.

Por eso, frente a este grave peligro siempre latente en los lectores cristianos, el 15 de abril de 1993 (con motivo de celebrarse los cien años de la encíclica Providentissimus Deus de León XIII, y los cincuenta años de la Divino Afflante Spiritu de Pío XII), la Pontificia Comisión Bíblica publicó el quinto y último gran documento de los tiempos modernos sobre el estudio de la Biblia, titulado La interpretación de la Biblia en la Iglesia.

Este documento, luego de presentar los diferentes métodos de interpretación bíblica adquiridos por la exégesis, rechaza expresamente la lectura literalista o "fundamentalista" de la Biblia, porque tiende a tratar el texto bíblico como si hubiera sido dictado palabra por palabra por el Espíritu, y no llega a reconocer que la palabra de Dios ha sido formulada en el lenguaje y en una fraseología condicionadas por tal o cual época.

A continuación, agrega que esta lectura es perniciosa porque no concede ninguna atención a las formas literarias y a los modos humanos de pensar, presentes en los textos bíblicos, muchos de los cuales... llevan la marca de situaciones históricas bastante diversas. Además, insiste de un modo indebido sobre la inerrancia de los detalles en los textos bíblicos, especialmente en materia de hechos históricos, o de pretendidas verdades científicas. Frecuentemente considera como histórico lo que no tenía pretensión de historicidad. Y también porque ignora o niega los problemas que el texto bíblico presenta en la lengua hebrea, aramea o griega; está frecuentemente ligado a una traducción determinada, antigua o moderna; y omite las "relecturas" de ciertos pasajes en el interior de la Biblia.

El documento concluye con palabras muy duras para esta manera de leer la Biblia, diciendo que invita tácitamente a una forma de suicidio del pensamiento. De este modo ha quedado superada la "cuestión bíblica", es decir el aparente enfrentamiento o contradicción antre la ciencia y la fe, y allanado el camino a los lectores actuales para la comprensión de las Escrituras.