3) La verdad en la Biblia
3.4) La verdad se aplica principalmente al texto original
Aunque no se trata de un principio propiamente dicho, es necesario tener en cuenta que la verdad de la Biblia se encuentra en su texto original, que está en hebreo, arameo y griego.
Por eso la Dei Verbum pide que se hagan traducciones lo más exactas posibles, y adaptadas a las diversas lenguas, partiendo de los textos originales.
Todas las versiones modernas de la Biblia contienen la verdad bíblica en la medida en que sean fieles al texto original.
3.4.1) Los problemas del hebreo
El hebreo, en que se escribió el Antiguo Testamento, es un idioma especialmente difícil, entre otros motivos porque en él no se escriben las vocales. Es como si en castellano nosotros escribiéramos "cs". Podría significar "caso", "cosa", "cesa", "acusa", "causa". Generalmente en la Biblia por el contexto se sabe de qué palabra se trata, pero en algunos casos puede no ser así.
Tenemos un célebre ejemplo, en el que una mala traducción produjo consecuencias irreparables. En el libro del Éxodo (34, 29), se dice que Moisés bajó del monte Sinaí, luego de hablar con Dios, con "krn" en su cabeza. Los traductores antiguos de la Biblia pensaron que la palabra "krn" era "keren" (cuernos), y así la tradujeron. Por eso la famosa estatua de Moisés, hecha por Miguel Ángel en el siglo XVI, lo muestra con cuernos en su frente. Pero hoy sabemos que la palabra correcta era "karan" (rayo, resplandor), como bien fue traducida más tarde.
Otro ejemplo de una mala traducción lo tenemos en el nombre propio de Dios. En hebreo se escribe con cuatro consonantes (Yhwh). Y como los judíos durante siglos tuvieron prohibido pronunciarlo por respeto, cuando por fin se lo quiso leer ya no se sabía que vocales ponerle. Entonces, por un error, se lo empezó a pronunciar "Jehová". Hoy, aunque ya sabemos que la correcta traducción es Yahvé, muchas iglesias y sectas (como los Testigos de Jehová) siguen aferradas al nombre equivocado.
[Nota: Cfr. "El Dios de Israel ¿era Yahvé o Jehová?", en Ariel Álvarez Valdés, ¿Qué sabemos de la Biblia? Antiguo Testamento, San Pablo, Bueno Aires 2001.]
3.4.2) Los problemas del griego
El griego antiguo es uno de los más precisos y flexibles idiomas que existen. Por eso el Nuevo Testamento, íntegramente escrito en griego, tiene a veces dificultad para su traducción.
Por ejemplo, en griego existen cuatro verbos para decir "amar", cada uno de ellos con un significado diferente. Son los verbos erao (= amor entre el hombre y la mujer), stergo (= amor entre padres e hijos), fileo (= amor entre amigos) y agapao (= amor caritativo, de servicio). De allí que cuando Jesús habla de "amar a los enemigos", esta frase pueda resultar mal comprendida si no tenemos presente cuál es el verbo griego utilizado por los evangelios.
[Nota: Cfr. "¿Ordenó Jesús amar a los enemigos?", en Ariel Álvarez Valdés, ¿Qué sabemos de la Biblia? Nuevo Testamento, San Pablo, Bueno Aires 2001.]
3.4.3) Los problemas de las lenguas modernas
A veces los problemas de traducción se deben a que, en nuestros idiomas modernos, no pueden traducirse ciertos matices de las lenguas bíblicas.
Por ejemplo, en 1991 se hizo una nueva traducción de la Biblia al esquimal. Ahora bien, esta lengua tiene más de diez palabras distintas para decir "nieve", pero no tiene ninguna palabra para decir "cordero", "rey", "templo", o "palmera". ¿Cómo decir entonces "Cordero de Dios"? ¿Cómo expresar el concepto de "Cristo Rey"?
También en castellano tenemos dificultades. Porque mientras en hebreo existen cinco palabras distintas para decir "desierto" (por los diferentes tipos de desiertos: con arena, con rocas, con agua, con vegetación), en castellano sólo tenemos una, y siempre nos hace pensar lo mismo: una inmensa sabana cubierta de fina arena. De modo que cuando la Biblia dice que Juan Bautista bautizaba en el desierto (Mc 1, 4), uno se pregunta: ¿y el agua?
Hay otros juegos de palabras intraducibles al castellano. Cuando el Génesis dice que Dios formó a la mujer de la costilla del hombre, éste exclamó: Ésta si que es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Será llamada 'isha' (mujer) porque fue tomada del 'ish' (varón) (Gn 2, 23). ¿Cómo traducir esto? Poner "Será llamada 'mujer' porque fue tomada del 'varón'", no traduce el sentido. Algunas Biblias, para mantener el juego de palabras, hablan de "varón" y "varona", o de "hombre" y "hembra". Pero sin mayores resultados.
También hay otras expresiones difíciles de traducir. Por ejemplo, en hebreo, para decir "hacer sus necesidades" se usa la expresión elegante "cubrirse los pies" (1Sam 24, 4), que no tenemos nosotros. Para referirse al hombre, se emplea la frase "el que orina contra la pared" (1Sam 25, 22), pues esta expresión, para la mentalidad antigua, reflejaba un matiz de superioridad con respecto a la mujer, que no puede hacerlo. ¿Cómo traducirlo en castellano? Y para las relaciones sexuales se emplea el verbo "conocer" (Gn 4, 1; 4, 25). De ahí que, en el relato de la anunciación, María le diga al ángel: "Yo no conozco varón" (Lc 1, 34).
[Nota: El relato de Lucas está en griego, pero influenciado por la mentalidad hebrea.]
Hubo casos en los que una mala traducción ha provocado desconcierto, y ha terminado cambiando el sentido de una narración. Uno de ellos es el relato del nacimiento de Jesús, en el Evangelio de Lucas. Allí se dice que María dio a luz a Jesús y lo acostó en un pesebre porque no había lugar en la "posada" (Lc 2, 7). Pero la palabra posada (en griego katályma) no es una traducción correcta. Katályma más bien significa "sala" o "habitación de una casa". Debido a este error, muchos han pensado que María y José andaban buscando posada al llegar a Belén, y que por lo tanto no tenían donde alojarse. Y nos lleva a preguntarnos: ¿por qué san José fue tan imprudente y descuidado, y llevó de viaje a su esposa, a punto de dar a luz, cuando no tenía donde hospedarla, y para cumplir un simple trámite administrativo como era el censo?
En cambio si a la palabra katályma la traducimos por "habitación", comprendemos que Lucas se refiere a la habitación de la casa de san José, donde ellos se habían instalado oportunamente, gracias a la previsión de José.
[Nota: Cfr. "¿No había lugar en la posada para María?", en Ariel Álvarez Valdés, ¿Qué sabemos de la Biblia? Nuevo Testamento, San Pablo, Bueno Aires 2001.]
Otro caso de una traducción errónea lo tenemos en la frase de Jesús Ni un pajarito cae por tierra sin que lo permita el Padre del cielo (Mt 10, 29). Así traducida, la expresión parece decir que entonces si algo malo nos sucede es porque Dios lo "permitió". En realidad, el texto griego original no tiene verbo. Simplemente dice: Ni un pajarito cae por tierra sin el Padre del Cielo. Al no tener verbo, los traductores le agregaron "sin que lo permita el Padre", pensando que eso era lo que quiso decir Mateo. Pero el evangelista en realidad quiso decir simplemente "sin el Padre", o sea, ningún pajarito cae por tierra sin que Dios lo acompañe, sin que esté a su lado, sin que sufra con él. Pero no significa que lo "permitió".
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